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Me lavé la cara y luego me la sequé con mis mangas. Respiré profundo y boté el aire lentamente, calmándome.

Vamos, Ale, podí actuar como si no pasara ni una weá, solo no pensí en la weá.

Salí del baño y caminé lentamente a la sala, cuando llegué el Rorro no estaba sentado donde lo había dejado.

Canchatamara.

Me senté en mi puesto y pa' hacerme la weona pregunté por él—: ¿Y el Rorro?

—No sé, la Cam lo vino a buscar y se fueron —el Javo se encogió de hombros.

Intenté meterme en la conversación pero no paraba de pensar en qué le estarían diciendo las mariconas de la Antonia y la Camila al Rorro, pensaba en sus ojitos llorosos y me daba rabia y pena, pensaba en su carita de decepción y me daban ganas de abrazarlo muy fuerte y de pegarles a las weonas.

El Rorro era mi mejor amigo y no quería que le hicieran daño.

👽👽👽

Pasó media hora desde que salí de la sala a buscar al Rorro cuando ví entrar a la Camila y a la Antonia juntas. Salí corriendo y me puse a buscarlo, pero media hora después me aburrí y me tiré al piso a llorar.

Podía sonar weona y exagerada, pero no podía evitar pensar en mi mejor amigo, el Rorro era mi hermano, no podía verlo mal, lo conozco desde hace años y sabía que en este momento estaba igual que yo: hecho bolita y llorando.

No le iba a perdonar esta weá a la Camila, porque si ella era lesbiana estaba bien, ella sabía que nosotros la aceptaríamos, pero nunca tuvo que hacerle esta weá al Rorro, a un weón que la ama, que la cuida. No po. Esa weá no se hace.

Cuando tocaron el timbre me levanté rápido y fui al baño a lavarme la cara otra vez.

¿Qué conchetupico hago ahora?

Saqué mi teléfono y me encerré a un baño para llamar a mi mejor amigo. Por suerte —de verdad que fue suerte— me contestó a los cinco segundos. Sí, los conté.

—¿Dónde estay? —pregunté al toque.

—¿Tú sabiai? —su voz estaba gangoza, se cachaba que estaba llorando.

Suspiré—. Me enteré hoy, yo las mandé a decirte todo —apoyé mi espalda en la pared.

—Me siento pa'l pico —comenzó a llorar y se me rompió mi corazoncito.

—Rorro, Rorro —lo llamé—. Escúchame, ¿ya? —esperé a que ne respondiera un "sí" para seguir hablando—. Esas weonas no merecen que llores por ellas, tú solo querías hacer feliz a la Camila, no tienes la culpa de nada. Si ella no supo valorar todo lo que le diste en tan poco tiempo es su problema, tú erí el hombre más maravillodo del mundo, eres preocupado, atento, amoroso, solidario, tienes buen corazón y buenos sentimientos, no te andas metiendo en weás y te va bien en el colegio, eres la única persona que conozco así, y no sabes lo orgullosa que me siento al saber que soy tu mejor amiga, y como lo soy no voy a dejar que sufras. Hoy, sí, mañana igual, porque esto es un proceso y tienes que vivirlo, llora todo lo quieras ahora porque necesitas desahogarte y soltarlo todo, habla conmigo y dime todo lo que se te pase por la mente, todo lo que sientas, no te guardes algo porque no te va a hacer bien. Pero como te dije: esto es un proceso, y como tienes que soltarlo, tienes que recuperarte e intentar salir adelante porque te lo merecí, tienes y mereces salir adelante y encontrar a alguien que te valore y te quiera tanto y más de lo que mereces y necesitas, y tal vez esa persona llegue hoy o mañana, o pasado o en una semana... no lo sé, pero va a llegar y tú tienes que estar bien, porque esa persona sí te va a cuidar, ¿ya? Te va a cuidar y te va a amar —me limpié la lágrima que había salido de mi ojo.

—Te amo mucho, piojo, eres la mejor hermana que pude haber tenido.

—Yo igual te amo, Rorro, siempre voy a estar para ti —sonreí y cerré los ojos.

👽👽👽

—Piojo, piojo —escuché la voz del Javo y me di la vuelta.

—¿Qué pasa? —guardé mis manos en los bolsillos de mi chaqueta.

—¿Sabí dónde se fue el Rorro? —se rascó la nuca.

Tomé aire y le conté todo lo que había pasado, fue raro decirle todo lo que habían hecho las chicas porque las weonas eran mis amigas, y sus amigas a pesar de todo, lo que hicieron no se hace.

—¿Me estay webeando? —preguntó como ando terminé de decirle todo.

—No —fruncí los labios—. No te estoy webeando.

—¿Cómo mierda le hicieron esa weá al Rorro? —se pasó las manos por el pelo—. Pero me van a escuchar las weonas...

—No, no —lo tomé del brazo cuando iba pasando por mi lado hacia donde salían las dos weonas de la mano del liceo.

Recuerda lo que te pidió el Rorro, piojo, esta weá es por él.

—¿Cómo que no? —movió sus brazos como desesperado—. ¡Vo' viste lo que hicieron!

—Sí.

—¡Ya po! Erí la mejor amiga del Rorro, eres como su hermana, deberiai ser la más enojada —frunció el ceño.

—Estoy enojada y decepcionada, pero el mismo Rorro pidió que no les dijéramos nada, él quiere hablar bien después con la Camila, cuando esté más tranquilo y tenga más claro todo lo que le quiere decir y preguntar —troné mis dedos dentro de los bolsillos.

—Puta la weá, ni en estas situaciones puede dejar de ser correcto y preocupado po —se tiró el pelo.

—Ya sé, al principio igual me dio rabia y la weá, pero al fin y al cabo es una desición que tiene que tomar él po, hay que aceptarla no más —me encogí de hombros.

—¿Sabí si está en su casa?

—Sí, allá está, yo voy ahora, ¿vamos? —el Rorro necesitaba a su mejor amigo con él.

—Ya, vamos —dimos la media vuelta y salimos del liceo pa' irnos a la casa de nuestro mejor amigo.


Vamo' a aclarar toda esta weá: no quería armar problemas entre la piojo y el Mati, por eso cuando se me ocurrió la idea de la Cam y la Anto no la quise dejar pasar, me da penita el Rorro, pero ya va a pasar... Ggg

Tatao.

culiao rico [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora