culiao rico [editando]

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[editado]

—¡Constanza, sino te apurai y bajai ahora me voy a ir sin ti! ¿escuchaste? —le grité desde la entrada de su casa a mi mejor amiga.

—¡Espérame cinco minutos por fa! —me gritó de vuelta.

—¡Nada de cinco minutos! Si no salimos ahora ni cagando encontramos algo que nos lleve a las dos, así que o bajas o me voy sola —dije firmé.

—Ya ya ya ya —bajó corriendo la escalera y la aweoná casi se saca la conchetumare.

puta que es gila la cabra.

—No te riai y vamos, ¿ya? Que vamos a llegar tarde —tomó dos lucas de al lado de su tele y salimos de su casa.

—Tshoaaa, tai via, Cono culiá —saqué mi lado flaite, ah.

—Avanza no más —me dijo.

Y como la buena perkinaza que soy, lo hice. Tomamos un colectivo justo en la esquina, y por suerte sólo había una persona en la parte de adelante.

cONCHETUMARE, ES EL WEÓN DE EL OTRO DÍA.

ay, mamita, sostenme que me voy.

Le apreté la mano a mi mi mejor amiga para que se avispara. La Cono se giró hacia mí sin entender hasta que con mis ojos disimuladamente miré al chico de adelante, ella lo miró y abrió sus ojos, luego me miró a mí y apretó sus labios para no reír mientras me hacía señas disimuladas—que no eran nada disimuladas—.

—¿A dónde van ustedes? —nos preguntó el colectivero.

Miré a mi amiga—. Al comercial —me lamí los labios.

Miré —pa' cachar no más— al weón y lo atrapé mirándome.

Cono, prepara mi funeral, acabo de morir.

—¿Las paso a dejar a ellas primero? —el taxista miró a mi futuro esposo.

—Como quiera —se encogió de hombros.

Ay, mis ovarios.

—Igualdad de género, ¿o no? —la Cono frunció el ceño.

—Pero hay que ser caballero —le respondió el taxista mirándola por el espejo.

¿Por qué los hombres hablan? ¿Por qué no pueden, solamente, quedarse callados? 

Suspiré y me acomodé en el asiento para escuchar el mini discurso que iba a soltar la chica a mi lado.

—¿Y qué tiene que ver ser caballero con la igualdad de género? ¿Yo dije que no había que ser caballero? ¿Lo dije? No po, sólo digo que si él está acá desde antes hay que dejarlo a él primero, y luego a nosotras que subimos después —se cruzó de brazos.

Se hizo un silencio incómodo hasta que mi futuro esposo habló—: Páseme a dejar a mí primero mejor —frunció el ceño.

Nanai, si le dio miedo la Cono.

Cuando lo miré con más atención caché que teníamos razón, el weón va en el liceo de hombres. Igual cerca, ah.

¿Por qué en los liceos exclusivos de hombres siempre habían chicos tan lindos? No lo entiendo, es una injusticia.

Me tomé la libertad de observarlo —claro, disimuladamente po, si la idea es que no sepa que está para chuparse los dedos (pero con respeto)—.  De vez en cuando miraba por la ventana para no ser tan obvia. Llegamos al centro y el taxista paró en su liceo.