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—Ya, creo que me fue bien, me lo sabía casi todo, y cualquier weá Big Mama apaña —me encogí de hombros.

Los cabros rieron—. No creo que pensí lo mismo cuando te entreguen tu cinco —el Javo me mandó un caderazo y como yo no estaba preparada salí a la chucha.

—Chucha —dijo un weón cuando choqué con él.

Javier culiao.

Me giré pa' ver que había chocao con un weón de cuarto —no sé cuál chucha— que me miraba con el ceño fruncido.

—Oh, perdón, me empujaron —sonreí un segundo y luego la borré.

Qué weá le iba a andar sonriendo a un extraño, nono.

—Sí, claro —dijo con sarcásmo.

Kwa, irrespetuoso reconchetumare.

—Te lo estaba diciendo de verdad, aweonao amargao, no pienso estar rogándote por weás que no son mi culpa, chúpala —me di la media vuelta y me fui toda digna.

Puta, uno intenta ser buena persona y la agarran pa'l webeo, no gracias.

—¿Qué te dijo? Vení con una cara —me dijo la Cono.

—Na', me disculpé por chocar y me dijo "sí, claro" súper sarcástico así que lo mandé a la chucha —seguimos caminando y subimos las escaleras pa' el tercer piso.

—Qué tierna ella —me dijo el Rorro tocándome el pelo.

—Suéltame, weón —le saqué su mano de mi cabeza—. Y todo por tu culpa —apunté al Javo.

—¿Por qué mi culpa? —el susodicho se hizo el ofendido.

—Porque vo' la empujaste po —la Anto le pegó un zape.

—Pero deja de agredirme, weona, por la chucha —frunció su ceño y se cambió de lado pa' colocarse al lado del Rorro y sentarse en el piso, todos hicimos la misma weá.

—Que estay sensible oh —lo webeó la Anto.

—No es  de sensible, es que siempre me andai pegando y la weá, me aburrí, weona —chucha, se está poniendo seria la weá.

—Si es de webeo, culiao, qué chucha —ya se enojó la Anto mierda.

—Pero yo no estoy pa' tu webeo 24/7 po, conchetumare.

La pura zorra, hermanooooo.

—Chucha perdón, no quise ofenderte, lo siento tanto —la Anto se puso sus manos en el pecho e hizo un puchero.

—No tengo ganas de soportar a una weona con complejos de pendeja, ándate a la chucha —se levantó y bajó las escaleras.

Puta que quedó la zorra.

El Rorro miró mal a la Anto—. Puta que las cagai —se levantó y corrió detrás de su mejor amigo.

—Y ahora todo es mi culpa —se cruzó de brazos.

Y ya se empezó a hacer la víctima.

No me mal entiendan, yo amo a la Anto, es una súper buena amiga y toda la weá pero es muy mosquita muerta la culiá. Ella nunca tiene la culpa po, si es un pan de Dios.

Mis tetas son de Dios, qué weá.

—Tú le empezaste a pegar —la Cono estaba seria—, la weá era entre él y la Ale, no te teniai pa' qué meter —se encogió de hombros.

—Si estaba jugando no más, no es mi culpa que él ande es sus días —se cruzó de brazos y se afirmó en la pared.

—Voy a ver al Javo, chao —me levanté del piso y bajé las escaleras pa' ir a buscar a mi amigo.

La verdad es que si me hicieran elegir entre el Javo y la Anto elegía al Javo, él siempre me ha apañao en todas, es como un hermano, puede que no sea mi mejor amigo, pero es uno de esos que son reales y nunca te van a apuñalar por la espalda, es de esos amigos que se metería en una pelea para defenderte sin importarle ni una weá.

Y la Anto... puta, es mi amiga, sí, pero hay demasiadas actitudes que me molestan de ella y se lo digo, porque están mal, son weás que de verdad hartan a la gente y que no te van a llevar a ninguna parte, pero ella no entiende y no está ni ahí en cambiar, así que ni la pesco cuando se pone weona.

Cuando terminé de bajar la escalera vi la parte de abajo de ésta pa' cachar si los cabros estaban ahí y no, así que me puse a recorrer el liceo dispuesta a encontrarlos.

De pura curiosidad miré por una ventana del pasillo que daba al patio trasero y puta, ahí estaban.

k loco.

Igual aweonaos po, si afuera hacía más frío que la chucha. Bajé las escaleras y salí al patio pa' irme a sentar al lado del Javo en la banca donde estaba él y el Rorro. El Javo tenía la cabeza agachada y su espalda se levantaba rápido. Chucha, está llorando. Le tomé la mano y la apreté.

—¿Qué pasó, Javito? —le pregunté despacio.

Sorbió por la nariz y se pasó una mano por la cara antes de mirarme.

Tomó aire y lo soltó—. Mis papás se separaron, piojo.

Ah, chucha.

—¿Cuándo? —pregunté sentándome de lado.

—Antes de ayer —colocó su espalda contra el respaldo de la banca.

Miré al Rorro y él tenía la cabeza gacha. Sabía que él tenía que estar mal porque el Javo era como su hermano, si él sufría el Rorro sufría, eran inseparables.

Pero no como la Cono y yo. Já.

—¿Por qué? —seguía hablando bajito porque me daba cosita levantar la voz.

—Mi... mi mamá engañó a mi papá —me miró a los ojos y empezó a llorar.

Lo abracé y acaricié su nuca con mi mano, dejando que llore todo lo que quería. Por experiencia sabía que al principio era mejor llorar todo lo que podías llorar, era mucho mejor desahogarte, tenías que botarlo todo, pa' qué aguantarse.

Sonó el timbre peros ni nos inmutamos, que la chupen los profes, los amigos primero.

Al ratito el Rorro se unió al abrazo y éramos tres weones abrazados en una banca saltándose clases por un bien común.

Puta, ¿por qué no puedo dejar de ser tan aweoná? Carita triste.

Nos separamos cuando empezó a lloviznar.

—¿Entremos? —propuso el Rorro.

—Vamos —dijo el Javo.

Nos levantamos y entramos al liceo, acompañamos al Javo al baño pa' que se lavara la cara. Cuando salió tenía los ojos rojos e hinchados.

—¿Qué hacemos ahora? Si entramos a la sala nos van a webear —junté mis manos y moví mis deditos.

—Subamos, total la profe de lenguaje ni pasa lista —subimos al tercer piso y nos tiramos en el piso.

El Rorro tenía su cabeza a mi guata y yo tenía mi cabeza en la guata del Javo. Nos quedamos callados, escuchando nuestras respiraciones.

Puta que la vida de repente es injusta por la chucha.

culiao rico [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora