PRINCIPIO 1 "INERCIA"

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De pronto te encuentras en tu cama, estás acostado, pero no durmiendo. Piensas en todas las cosas que te gustarían en tu vida, tal vez en los seres que más amas, y algunas situaciones simples que quizás te sucedieron durante el día. En un momento, una luz abre el techo y de ella cae ante ti, una figura celeste. Sorprendido, te paras contra la pared sobre la cama sin saber qué hacer. Al principio sientes miedo, pero a los pocos instantes te das cuenta de que ese ser no ha venido a lastimarte.

El ser celeste te habla sin pronunciar palabra y te dice que va a darte todo lo que pidas. Pero te advierte: "si pides riqueza te costará tus ojos, ya nunca más podrás ver", "si pides fama te costará tu piel y tu sentido del tacto, ya jamás podrás sentir el contacto con nadie", "si en cambio pides poder, te costará la lengua y el oído, y nunca podrás expresar u oír más nada", y por último te dice que "si pides sabiduría te costará tu olfato". Te quedas pensando un momento y te das cuenta de que no quieres pedir nada. El ser celeste desaparece y vuelves a recostarte. De repente la luz del techo por la que había bajado este ser, comienza a arder y la habitación se queda en llamas. El fuego alcanza tus ojos y los quema por completo provocándote un dolor insoportable. Cuando intentas gritar, las llamas se meten por tu boca, nariz y oídos. Caes desmayado y el fuego sigue ardiendo quemándote toda la piel. Los bomberos te rescatan agonizando, casi de milagro y te llevan al hospital, aunque sin muchas esperanzas de que puedas salvarte. Tu condición es desesperante. Estás en la completa oscuridad, no ves, no oyes, no puedes hablar, no sientes el tacto y no hueles nada. Lo único que te queda es tu imaginación. Puedes imaginar situaciones y proyectarlas en tu mente casi como si se trataran de una película, pero en algún momento sabrás que no son reales. Así transcurre todo el resto del día, hasta que de pronto se abre nuevamente el techo del hospital en el que estás y el ser celeste aparece una vez más. Te habla, pero sin pronunciar palabra y te dice que tienes este día como un regalo para ti, para trabajar en lo que te gusta, para estar con tus seres queridos, para hacer ejercicio, para disfrutar de la comida que te más te apetece, para leer tu libro favorito, para escuchar la música que te alegra el corazón, para acariciar y abrazar a las personas que amas, para crear, para sentir el aroma de un buen perfume, para mirar esa película que querías ver y para agradecer por todo lo vivido... pero que al final del día todo terminará, ya no verás, no escucharás, no palparás, no podrás oler y no podrás hablar. Tú le dices gracias. Y el ser celeste se queda pensando un segundo y te pregunta ¿acaso antes de que todo esto te sucediera cuando te acostabas a dormir cada noche, no perdías la noción de los sentidos y el control de tu cuerpo? Cuando duermes no puedes correr o gritar, no ves lo que hay a tu alrededor, no puedes tocar a nadie, no oyes y no hueles. Solo puedes ver películas producto de tu imaginación y subconsciente. Ahora ¿por qué cuando despiertas no haces todo eso que quieres hasta que el sueño vuelva a sorprenderte y privarte nuevamente de tus sentidos? ¿Por qué cada mañana no despiertas pensando en disfrutar del día al máximo?

9 Principios fundamentales para lograrlo todoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora