La mente y el cuerpo son perezosos

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Me siento a leer un libro, leo algunas páginas y a los pocos segundos estoy divagando y pensando en otras cosas. Mi mente se aburre o intenta redireccionar el objetivo que le estoy imponiendo, si fuera decisión de la mente, dejaría de lado el libro en el primer párrafo. Pero hay otra fuerza que le dice: "vamos concéntrate en la lectura", allí la mente comienza a trabajar, recibe información, la analiza y hasta se sorprende de lo capaz que es de resolver y crear.

Estoy corriendo una maratón, no falta mucho para llegar y mi cuerpo ya empieza a dar señales de lo cansado que está, y comienza a decirme que quiere detenerse, sin embargo, en ese momento una fuerza lo empuja para que continúe corriendo. El cuerpo ya se rindió mucho antes, pero obedece y llega a la meta.

Esa fuerza es el espíritu. Existen muchas interpretaciones acerca del espíritu: algo invisible a los ojos que da indicación de fuerza en movimiento. Un principio impulsor del ánimo o esencia inspiradora. Un vigor natural o fortaleza que orienta a obrar. Cualquiera de estos significados es válido para entender qué es el poder que nos induce hacia los objetivos. Una vez que entendemos esto, podemos vislumbrar que el espíritu en realidad no trabaja solo, sino más bien en conjunto. Por eso necesita adaptar a la mente y el cuerpo. Un espíritu enérgico forjará una mente y un cuerpo enérgicos.

De esta manera, cada vez que nuestra mente o nuestro cuerpo se sientan agotados, debemos recurrir a nuestro espíritu para que les ordene continuar, es el único con la facultad de hacerlo. Mantener un espíritu fuerte va a depender de la manera en que seamos fieles a nosotros mismos, en la capacidad que tengamos de sostener una decisión o de cumplir una promesa. Mantener un espíritu fuerte tiene que ver con la determinación y la convicción. Si somos capaces de eso, somos capaces de cualquier cosa. 

9 Principios fundamentales para lograrlo todoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora