12. Remordimientos

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[Eren. J]

Los brillantes rayos del sol se colaron por mi ventana a través de las cortinas y me dieron de lleno en el rostro, pronto la molestia hizo que me cubriera la cara con las sábanas color menta, pero ya no sirvió de nada porque el sueño terminó huyendo de mi cuerpo y enseguida mis ojos se fueron abriendo perezosamente. Una punzada de dolor atravesó mi cerebro cuando intente incorporarme sobre la cama, haciendo que nuevamente cayera de espaldas sobre el mullido colchón, los ojos me pesaban y ardían, incluso podía decir que estaban hinchados.

No había podido dormir en toda la noche, mi cabeza estaba llena de pensamientos y enojos que no hacían otra cosa que ahuyentar mis fervientes ganas de dormir y olvidarme de todo, fue hasta la cinco de la mañana que había logrado pegar el ojo y eso con mucho esfuerzo y "música relajante". Me tallé los ojos y poco a poco mi visión borrosa empezó a distinguir formas decentes, de cualquier manera me urgía comprarme gafas pero siempre había estado reacio a comprarlas porque arruinarían mi estilo de chico "cool" y usar lentes de contacto no estaba en discusión. Me levante a duras penas de mi suave lecho y me senté en la orilla de la cama, talle mi rostro con ambas manos y luego las pase por mi cabello que ya empezaba a crecer del fleco sobre todo; luego llevé mi cansada mirada al reloj sobre la mesita de noche a un costado de mi cama, decía que eran las nueve y media de la mañana, no había alcanzado a llegar a la primer hora de clase y de hecho, no me apetecía llegar a las demás clases, estaba molido física y mentalmente.

Cuando terminé de lavarme la cara, baje al primer piso de mi casa arrastrando los pies y sintiendo que el dolor de cabeza iba a terminar por hacerme polvo. Mike ya se había ido al trabajo y Erwin estaba tomando el desayuno con algo de prisa, también se le estaba haciendo tarde para partir a su trabajo. Tomé asiento a su lado derecho y me serví un poco de jugo de naranja, tenía la garganta seca.

—¿No piensas ir a la escuela, vago?

Pregunto con catanrina voz que sólo podía significar una cosa: sexo mañanero. Me dieron escalofríos de tan sólo pensarlo y preferí borrar esa imagen de mi cabeza, ni Erwin ni Mike decían nada cuando faltaba a la escuela —muy de vez en cuando— y a veces yo sentía que andaba necesitando con desesperación que me gritaran por una sola vez en sus vidas, odiaba admitirlo pero yo sí era eso que se conocía como "niño mimado", podía hacer y deshacer a mi antojo y ninguno de los dos diría nada. Cuando era pequeño, solía ser muy travieso e inquieto pero nunca me llegaron a regañar, mucho menos pegarme como incentivo por mi pésima conducta; en contadas y raras ocasiones, cuando por fin Erwin perdía la paciencia lo único que hacía era contar hasta diez y en entonces me sentaba en su regazo y me hablaba con toda la paciencia del mundo de porque no debía hacer cosas malas, o de las consecuencias que podrían traerme.

Pero justo ahora deseaba tanto volver a ser un niño que corría llorando a los brazos de Erwin porque había raspado mis rodillas y no un casi hombre que estaba conteniendo las ganas por echarse a llorar sobre su hombro porque una chica, que resultó siendo un chico había roto su corazón. Qué patético era.

Al recordar lo que había pasado el día anterior, el nudo en mi garganta volvió a aparecer y los ojos comenzaron a llenarse de lágrimas, justo en un mal momento, cuando Erwin había levantado la mirada de su celular para posarla en mí. Trató de ocultarlo, pero se notaba a kilómetros que le angustiaba ver mi desastrosa apariencia y las marcadas ojeras debajo de mis ojos, mamá gallina siempre será mamá gallina aunque su bebé este a punto de cumplir dieciocho años.

—¿Estás bien, Eren?— Bajó el tenedor con la fresa incrustada que estaba a punto de llevarse a la boca.

De inmediato me limpie las casi imperceptibles lágrimas que amenazaban con salir con fuerza y sorbí los mocos, luego baje la cabeza incapaz de mirarlo a los ojos mientras me preparaba para mentirle descardamente.

Like a girl; EreriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora