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En el comedor, Rodrigo no dejaba de mirar a su alrededor nervioso, como si esperara a que Santiago le hiciera otra jugarreta. Por suerte, no ocurrió.

Al salir del comedor, me choqué contra alguien.

—¡Auch! ¡Perdona!— me disculpé.

La persona se giró, y me llevé un buen susto.

—¿¡Tú ---!?

—OYE, ¡¿a ti que te pasa conmigo, bichejo?! ¡Ya es la segunda vez HOY!— volvió a chillar la chica de las escaleras a la que había pisado por error esta tarde.

—Ha sido sin querer...— me disculpé.

—¡Ni sin querer ni puñetas! ¡¡Vuelve a hacerlo y te corto los huevos, acosador de las narices!!—

—¿¡A-acosador...?! ¡No! ¡Te equivocas---!

—¡Que me das igual, entérate!— volvió a interrumpirme la bestia.

—Eh, Y-Yolanda...— empezó a hablar Rodrigo.

—¿Qué?— preguntó Yolanda, seca. —¿Qué te pasa a ti ahora?

—Bueno... que Richard lo ha hecho sin querer. Yo... lo empujé por error y por eso se ha chocado contigo. Ha sido por mi culpa.—

Eso era mentira, pero lo estaba haciendo para defenderme.

De repente, la cara de rabia de Yolanda cambió a una de sorpresa.

—¿A-ah, sí? Vaya...— Yolanda me miró apurada. —¡Lo siento mucho! ¡No quería llamarte acosador!

—M-me parece bien pero... ¿Podrías dejar de gritarlo?— pedí, algo avergonzado.

—Claro, perdona. Oye... Ahora que lo pienso... ¿Tú quien demonios eres?

—Ah, soy Richard Hollister. Soy nuevo.

—Lo de que eres nuevo era obvio, Capitán Obvio.— ¿Eso es un insulto...? —¿Y qué haces con un cobardica como Rodrigo?

—Bueno...— empezó Rodrigo. —Richard es mi compañero de habitación. Y también mi... mi...

—Amigo.— dije terminando la frase que Rodrigo no podía acabar por timidez.

—Eso.—

Yolanda parpadeó sorprendida.

—Guau. ¿Un cero a la izquierda como tú logra hacer un amigo, Rodrigo? Hoy debe ser el día de todo al revés.

—¡Eh! ¡No te metas con él tú también!— le reproché.

—Vale, vale, perdooona.

—¡Yolanda!— gritó otra chica más alejada. —¡Venga! ¡Tenemos que volver a nuestros cuartos!

—¡Ya voy, Marina! Será repelente...— Eso último lo musitó. —Bueno, pues eso. ¡Y mira por dónde vas la próxima vez si quieres conservar tu posibilidad de tener hijos!—

Y así, dejándome cortado en el sitio, Yolanda se fue con paso resulto.

—Menudo carácter tiene...— comenté.

—Esa es Yolanda Prince para ti.— me contestó Rodrigo. —Pierde la calma muy fácilmente, pero en realidad es muy dulce.

—Por favor, dime que no es una de las personas que se meten contigo.

—¡No! ¡Esta vez va en serio! Sus bromas son de las sanas, no me quiere hacer ningún mal.

—Ah, mucho mejor. Bueno, ¿vamos a la habitación nosotros también? Pronto serán las 22:00.— sugerí.

¿Porqué tengo que ser yo el malo? La Verdad OcultaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora