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Tras leer toda aquella entrada, el silencio que surgió en la habitación podía cortarse con un cuchillo.

Todos nosotros queríamos saber qué nos convirtió en tantas locuras y qué hizo sufrir a miles de personas durante 36 años... ¿Pero quién podría haber imaginado todo lo que ocurrió antes de la propia maldición?

Dirigí mi mirada hacia los demás, que estaban o tristes o preocupados. Pero Samuel tenía un rostro diferente. Uno de extrañeza. Con esa cara, empezó a pasar páginas, leyendo partes anteriores, de forma frenética, y poniéndose cada vez más nervioso.

—Samuel, ¿qué te pasa?— pregunté, bastante nervioso por sus reacciones.

Él tardó en contestar.

—Una contradicción.

—¿Huh?

—Los recuerdos que nosotros tenemos y los de Richard se contradicen. ¿No os habéis fijado? Cuando Rodrigo estaba en el tejado, confesó que había matado a la directora. Incluso dijo que había visto sus manos realizar el trabajo.

—Sí, ¿y qué?— preguntó Camille.

—Camille, piensa. Cuando Marco confesó en la explanada este pasado mes de Abril, murió a manos de la directora Leblanc. Pero ahora acabamos de ver que Rodrigo confesó hace 36 años.

—Vaaale...— comentó Bianca.

—Entonces, ¿si Rodrigo era el asesino, porqué no lo mató Leblanc entonces? Y no me digas que era porque no estaba la maldición, porque Leblanc igualmente se hubiera encargado del asesino.—

Camille se quedó callada, al igual que nosotros.

—Pero es verdad... si Rodrigo era el asesino, sabía que lo había hecho, y confesó... ¡¿Por qué no murió entonces?!— me pregunté en alto.

—Aaaargh, ¡mi cabeza va a explotar a este ritmo!— se quejó Peter agarrándose del pelo. —¡No me entero de nada!

—Samuel, ¿hay algo más que pueda darnos alguna pista?— preguntó Rebbeca.

—Voy a mirar.— Samuel volvió a pasar páginas para seguir leyendo, pero en silencio. Mediante leía, la expresión de su cara se volvía mucho más preocupante. —Es increíble... Richard empezó a experimentar exactamente lo mismo que yo en mis años de internado. Su capacidad de emplear la lógica se agudizó... a cambio de perder su empatía.

—¿Perder la empatía?— pregunté.

Samuel miró a Bianca.

—Bianca, ¿recuerdas todas aquellas veces en las que yo te hacía daño y tú me llamabas "robot sin corazón"? ...Aquí tienes tu puto motivo. No podía sentir tu dolor. Ni el tuyo, ni el de nadie.—

Ella se sorprendió.

—Por eso me interrogabas de forma tan brusca... Oh, Dios, Samuel, ¡lo siento muchísimo!

—¿Por qué nunca dijiste nada?— pregunté.

—Porque suena a excusa barata. Podía intentar disimularlo, pero otra cosa era que me saliera.—

Eso explica muchas cosas...

—¿Qué más pone, Sam?— siguió hablando Peter.

—Pues... aquella mañana, tras la maldición, todas las personas que parecían tener algún personaje con magia se juntaron y trabajaron en las pociones que tomaban Rebecca, Chase, etc. Consiguieron hacer la de 12 y 24 horas, y al día siguiente empezaron las vacaciones de Navidad por falta de director.

—Ostras, qué miedo debió de pasar todo el mundo...— musitó Camille.

—Richard pasó las vacaciones de Navidad muy nervioso. Mintiendo a sus padres sobre los sucesos, y preocupado por la situación de Rodrigo en su casa. Por lo demás, no hay nada de mucho interés...— Samuel pasó una página y se sorprendió. —¡¿Pero qué...?!

¿Porqué tengo que ser yo el malo? La Verdad OcultaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora