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—¿Chase? ¿Por qué paras?— preguntó Camille.

—Perdona. Solo... estoy asimilando cosas. Quiero decir: Este es uno de los momentos que determinaron mi propio nacimiento.

—Ah, cierto... Lo de tu madre adoptiva.— musitó Peter.

Yo en cambio, sacudí mi cabeza.

—Lo siento. Ahora sigo.—

~***~

Tras estar un buen rato con Elisa, decidimos que lo mejor sería distanciarnos durante un poco de tiempo, por lo del rumor. A lo mejor las vacaciones de Navidad ayudaban... O al menos eso fue lo que pensé en aquel momento. Aún no tenía ni idea de lo que ocurriría por la noche.

Pero antes de eso, quiero seguir hablando de lo que estuve haciendo.

Mientras andaba por los pasillos buscando a Rodrigo (para intentar hablar del tema de Elisa de una maldita vez), me topé con Yuri.

—Hola, Richard.

—Ah, Yuri. Déjame adivinarlo: Quieres detalles sobre el rumor, ¿no?

—No.

—Psh, lo sab--- Espera, ¿no?

—No. Quiero que vengas. He visto algo raro.

—¿Raro? ¿Cómo de raro?

—Tú ven.—

Seguí a Yuri hasta el tercer piso Oeste, evitando a todos los profesores que estaban de guardia allí, y llegamos hasta el pasillo.

—Yuri, como nos pillen se nos cae el pelo...

—¿Cómo?

—Que nos van a matar.

—Oh. Vale. Tranquilo, casi hemos llegado.—

Yuri se acercó a una de las paredes y empezó a dar golpes pequeños, llegando a un punto en concreto y pulsando la pared, que enseñó un botón. De repente, una parte de la pared se abrió, enseñando unas escaleras viejas entre la oscuridad.

—¡¿Q-qué es esto?!— exclamé.

—No lo sé; lo encontré hace un par de semanas sin querer. Por eso te he llamado.

—Parece un pasadizo... Pero no veo nada. Está oscuro como la boca de un lobo.

—No importa. Tengo esto.— dijo Yuri enseñándome una lámpara de aceite pequeña.

—¿De dónde has sacado eso?

—De mi habitación.— respondió mientras encendía la lámpara. —¿Vamos dentro?

—Eeeh... Tú primero.—

Yuri empezó a subir los escalones viejos de madera, y yo detrás de él. Al llegar arriba, vimos sorprendidos una especie de laboratorio botánico, con una mesa llena de artefactos, varias estanterías con hojas, libros o incluso calaveras de animales pequeños, y una chimenea al fondo.

~***~

—¡¡Eh!! ¿Ese sitio no es...?

—¡...la habitación secreta de la chimenea Oeste!— grité como respuesta a la pregunta de Peter. —Ya me acuerdo. Fue la noche en la que secuestraron a Rebbeca y yo me transformé en conejo.— Por no hablar de que casi me devoró el cuervo (canario) de Eficent y Yaga estuvo persiguiéndome por el internado cual psicópata. —Menuda nochecita...

—Cierto es que la descripción que menciona Richard se parece mucho a lo que vimos por la cámara.— comentó Camille. —Pero, que raro... No menciona el telar.

¿Porqué tengo que ser yo el malo? La Verdad OcultaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora