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—¡Oh, qué bonito!— exclamó Bianca. —Incluso sin conocerse, tu padre ya quería ayudar a tu madre, Chase.

—Nunca había visto este lado de mi padre hacia otra persona que no fuera yo...— admití. —Creo que ya empezaba a enamorarse de Eficent. 

—Repito: Qué bonito.

—Buah, ojalá me cayera una chica del cielo así.— dijo Peter. —Morena, con unos ojazos marrones, alta...

—Peter, si quieres, hazte una paja mental en otro sitio, ¿vale?— le cortó Samuel tras carraspear.

—¡Iba en coña, joder! Aguafiestas...

—Bueno, ¿hay algo más interesante en el diario?— preguntó Rebbeca.

—Déjame mirar.— Samuel pasó páginas con cuidado. —A partir de aquí las entradas son más escuetas, lo cual indica rutina. Nada de interés. Menciona varias veces a Rodrigo, a Héctor... Empieza a quedar y jugar con Yaga y Marina, y también intenta estar con Elisa, para que juegue con ellos.

—¿De qué estáis hablando?—

Nos giramos para ver a Eficent en el quicio de la puerta de mi cuarto, curiosa.

—Nada, directora Eficent.— dijo Bianca. —Es un diario que escribió el padre de Chase cuando tenía nuestra edad.—

Eficent rio.

—Bianca, ya no soy directora, ¿recuerdas? Pero, ¿un diario? Huh, nunca pensé que Richard escribiría uno.

—Mamá, hay hasta una entrada dedicada al día en el que te conoció.— le dije mientras cogía el diario y la buscaba. —Mira.—

Ella cogió el diario, y mediante iba leyendo, sonreía o incluso se reía en bajo. Después, me lo devolvió.

—Sí, es verdad... Así fue exactamente como ocurrió. Palabra por palabra. Je, Richard tenía una memoria extraordinaria si era capaz de recordar toda la conversación.

—¿Entonces es cierto? ¿Así os conocisteis?— pregunté.

—Sí. Unas compañeras de mi clase me cogieron el cuento y me lo escondieron en lo más alto de una estantería. Ese libro era muy especial: Era un regalo de mi madre. Tu abuela, Chase. El caso es que, como yo era bajita, necesitaba ayuda para cogerlo. Pero era muy tímida como para pedírselo a nadie. Así que cogí una silla, un par de libros y me subí encima de todo. Cuando estuve a punto de coger el libro, una parte del grupo de libros se resbaló de la silla, y Richard me cogió en brazos justo antes de caerme yo al suelo. Me daba mucho apuro hablar con él por aquel entonces... Incluso hasta me costaba mantener la mirada. Pero él siempre insistía en tener una conversación conmigo...

—Oh, dicho por usted es aún más bonito...—

Bianca es una romántica empedernida.

—Bianca, trátame de "tú". Me haces sentir vieja.— rio Eficent. —Bueno, yo os dejo. Seguid leyendo si queréis, pero no os quedéis despiertos hasta muy tarde, ¿de acuerdo?

—Vale, mamá.— le respondí yo mientras ella cerraba la puerta.

—Guaaaaau. Cualquiera diría que has tenido a Eficent de madre durante toda tu vida.— comentó Peter.

—Bueno... He acabado por acostumbrarme. Es muy simpática, aunque exigente cuando tiene que serlo.

—Es una madre. Tiene que ser así.— dijo Samuel cogiéndome el diario de nuevo. —En fin, sigamos buscando alguna entrada que merezca la pena. A ver... Aquí habla de Santiago... Aquí de las clases...

—¡Eh! ¡Otra entrada de Elisa!— Peter le arrebató el diario a Samuel de las manos y leyó: —"No sé qué me está pasando últimamente. Da igual dónde esté: En clases, en el recreo, en mi cuarto, no importa. No dejo de pensar en Elisa. En su pelo, en sus ojos, en su sonrisa... En toda ella. Lo único que quiero hacer en los descansos es hablar con ella, reír con ella... pasarme la tarde entera con Elisa, sin importarme lo demás. Creo que me estoy volviendo majareta..." ¡Ah, ja, ja, ja! ¡Sí, tío! ¡Aquí está totalmente pillado por Eficent!

—¡Trae eso aquí, tarado!— le gritó Samuel mientras cogía de nuevo el diario. —Ni que fueras la revista del corazón personificada, joder... A ver. Esta entrada es de finales de Octubre. Casi un mes después de la primera entrada sobre Elisa.

—Oh, Dios... Ay, ¡no puedo parar de reír! ¡Ja, ja, ja, ja, ja!

—¡Pues intenta controlarte la risa, foca!— se quejó Bianca.

—¡No puedo! Es que... acabo de imaginarme a Chase escribiendo LO MISMO... ¡pero sobre Rebbeca! ¡Ja, ja, ja!—

Yo me quedé callado, al igual que Rebbeca. Sin más, no teníamos ni idea de qué contestar.

Samuel se hartó. Cerró el diario, y le pegó una gran colleja a Peter con él, tirándolo al suelo por la fuerza que empleó.

—Si has terminado de descojonarte vivo... Voy a seguir. Si sigues así, Eficent nos mata.

—Perdón...—

Internamente, no hice más que darle las gracias a Samuel.

—¡Eh, esta tiene buena pinta! Chase, ¿recuerdas aquella vez que te dije que en determinadas situaciones podíamos salir del internado, al bosque?

—Em... sí. Tengo un vago recuerdo de ello.— dije respondiendo a la pregunta de Samuel.

—Bueno, pues tu viejo tuvo la oportunidad de salir. Y por el comienzo de la entrada, le pasó algo gordo.

—Vale, vamos a ver.— dijo Rebbeca. —Cuando quieras, Sam.

—Ahora mismo.—

Samuel volvió a aclararse la garganta y, aún estando de él de pie, se dispuso a leer la entrada del diario, cuando de repente llamaron a la puerta.

—¿Quién será a estas horas?— preguntó Bianca.

—Ni idea... Pero voy a ver.— dije yo mientras me levantaba.

Salí de mi habitación y bajé las escaleras para ver como Eficent abría la puerta. Fuera estaba un señor rubio, de ojos azules con gafas y que llevaba colgada del cuello una de estas cámaras antiguas. Polaroid, creo que se llamaban.

—Buenas noches. Siento mucho molestar, pero la posada está llena y... me preguntaba si podía pasar aquí la noche.—

Eficent se llevó una mano a la boca.

—Tú... ¿Yuri? ¿Yuri Kuzmich?

—¿Cómo sabe usted mi nombre?— preguntó el señor extrañado.

—¡Oh, cielos! Yuri, ¡soy Elisa! ¿No me recuerdas?—

Yo me acerqué a Eficent y vi como Yuri se sorprendía, poniéndose pálido. Parecía haber visto un fantasma.

—¡¿R-Richard...?! Pero... ¡No has cambiado nada! ¡ABSOLUTAMENTE nada!

—Oh, no, Yuri. Este no es Richard, es...

—...Chase.— terminé yo de decir. —Richard Hollister es mi padre. Murió hace ya casi 3 años.—

Yuri parapadeó varias veces. Yo aproveché para preguntar:

—Mamá, ¿quién es este tipo?

—Ah, este es Yuri Kuzmich. Fue un estudiante de intercambio desde Rusia que estuvo en la misma clase que papá. Por favor, Yuri, entra. Claro que puedes pasar aquí la noche.—

Yuri entró cerrando la puerta y yo llamé a los demás. Parece que vamos a conseguir algo más de información...



¿Porqué tengo que ser yo el malo? La Verdad OcultaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora