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No era capaz de reaccionar por el shock. Elisa. Besándome. A mí. Y no a Rodrigo. Fue entonces cuando entendí "aquella" parte de la nota.

"Pero sé que solo son sueños... Porque tú no me miras a mí."

¿Rodrigo ya sabía que yo le gustaba a Elisa? ¿Y aún así quiso decirme aquello? Pero todo esto no fue lo qué más me sorprendió. Lo que me dejó tan anonadado... fue lo mucho que me gustó aquel beso. Ya había salido con otras chicas antes, pero Elisa... ella me hacía sentir especial. Distinto. ...Feliz.

Elisa se apartó de mí pocos segundos después de forma brusca, respirando con dificultad. Aunque yo no era diferente: También me costaba respirar en condiciones, y podía notar mi cara arder.

—Lo he hecho... Lo he podido hacer...— se dijo Elisa a sí misma medio riendo. Creo que Elisa también estaba sorprendida por aquella acción.

—E-Elisa...— Me costaba incluso el hablar. Se me habían contagiado los nervios.

—Yo... Te quiero. Quiero estar contigo, Richard.—

De no ser por la situación en la que me había metido, le hubiera dicho que sí sin pensármelo dos veces. Lo habría incluso gritado. Pero en mi mente estaba otra persona: Rodrigo.

A Rodrigo le gusta Elisa. A mí me gusta Elisa. Y Elisa se gusta de mí.

"¡¿Por qué?! ¡¿Por qué tengo que meterme en todos estos líos?!" pensaba sin parar. Y aún lo pienso.

Quería a Elisa, con todas mis fuerzas. Pero no podía destrozar a Rodrigo en el proceso.

—Yo...— No podía pensar con claridad. La culpa me invadía. Y por eso, dije esto: —¡¡T-tiempo!! ¡Necesito tiempo!

—¿Tiempo?— preguntó Elisa desconcertada.

—Yo... err... necesito saber cómo me siento, Elisa. Ahora... estoy muy confuso. No puedo responderte. ¿Lo entiendes?

—No. No lo entiendo.— 

¡¿Por qué tiene que hacer esta mujer las cosas más difíciles de lo que ya eran?!

—N-necesito un día. Solo un día, ¿vale? ¡No te estoy diciendo que no, ni nada por el estilo...! Solo... quiero confirmar lo que yo siento. Por ti.—

Elisa se lo pensó, y asintió.

—Está bien. Decidas lo que decidas, lo aceptaré.— Que seas comprensiva no me ayuda mucho...

—Gracias, Elisa. Y lo siento.

—No importa, de veras. He sido muy brusca, es normal que estés así. Que estemos ambos dos...—

Y así, de una forma muy incómoda, nos separamos. En la hora de la cena, no podíamos evitar cruzar las miradas aunque estuviéramos a mesas de distancia y aunque alguno apartara la mirada de forma inmediata.

Ahora Rodrigo se ha ido para vigilar el proyecto de otras clases que quieran sabotearnos, aunque no me he atrevido a decirle lo que ha pasado. Pero mañana lo haré. ¡Tengo que buscar una solución con la que todos estemos conformes! Solo espero que para mañana se me ocurra cómo...

~***~

Cuando Samuel terminó de leer, reinó el silencio en la habitación.

—No sé ni por dónde empezar a hablar.— confesó Samuel.

—¡Ya te doy yo un tema! ¡Eficent era la puta ama por aquel entonces!— exclamó Peter. —Intenta decirle que lo quiere, no le salen las palabras, ¡y lo manda todo a la mierda plantando el beso! En serio, Eficent tiene todo mi respeto ahora.

¿Porqué tengo que ser yo el malo? La Verdad OcultaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora