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—¿Trastorno de la personalidad...? ¡¿Era bipolar?!— exclamó Peter.

—No. No era bipolar. Rodrigo y Marco eran dos personas con el mismo cuerpo. Imagina que tienes un gemelo, pero ese gemelo vive dentro de ti.

—Oh...

—Rodrigo me lo confesó la noche en la que morí. Me dijo que, desde pequeño, oía una voz en su cabeza que le incitaba a hacer cosas malas: Marco. Mediante Rodrigo fue creciendo, logró controlar a Marco y evitar que saliera. Pero en el internado todo se torció. Los niños empezaron a meterse con él, y Marco lo tentaba para enfrentarse a ellos. A hacerles daño. MUCHO daño. Rodrigo empezaba a perder el control.

—Pero entonces llegaste tú al internado.— dijo Eficent.

—Exacto. Cuando llegué, le enseñé a Rodrigo lo que era ser feliz. Le enseñé que podía confiar en la gente. Pero Marco, como la víbora que era, no hacía más que repetirle que lo estaba engañando. Que acabaría haciéndole daño, como todos los demás. ...Y que no había forma humana de que yo aceptara sus sentimientos.

—¿Huh? ¿Qué quieres decir con eso, Richard?

—Elisa... Rodrigo me mintió. No se gustaba de ti... sino de mí. Rodrigo estaba enamorado de mí.

—¡¿Entonces teníamos razón?!— exclamó Samuel sorprendido.

Papá asintió con la cabeza.

—Me lo contó aquella noche también. Se arrepintió mucho de aquella mentira. Al fin y al cabo, fue la causante de todo esto.

—¿Cómo?— pregunté yo.

—Chase, cuando Rodrigo mintió, Marco se rió de él. Le restregaba cosas como "ya sabía yo que no te atreverías" o "eres un maldito cobarde". En ese momento, Rodrigo perdió mucho control de Marco. Y aquella noche, entre sus conversaciones, Marco le retó a Rodrigo. Le dijo: "Si tú no puedes plantarle cara a estos gilipollas, lo haré yo. Yo les demostraré que quien tiene el control somos nosotros".

—La supuesta pesadilla que Rodrigo tuvo...— comentó Rebbeca.

—Sí. Era Marco. Rodrigo estaba increíblemente cansado aquella noche, así que Marco tenía una oportunidad de oro para hacer de las suyas. La muerte de la directora fue una advertencia. Una advertencia... sobre una bestia que andaba suelta. Un lobo con piel de cordero.

—Por eso cuando Rodrigo confesó en el tejado no era válido... Porque realmente él no la mató. Fue Marco con su cuerpo...— dedujo Camille.

—Pero, ¿y lo de la desaparición? ¿Qué pasó?— preguntó Bianca.

—Ah, eso... Bueno. Cuando Rodrigo volvió a casa en las vacaciones de Navidad, su madre no estaba. El padre dijo que ella se había ido de viaje a Grecia, pero Rodrigo vio la ropa favorita de su madre en el ropero. Con eso supo que algo malo le había pasado a su madre. Empezó a rebuscar por toda la casa, y al abrir la puerta del sótano vio el cuerpo de su madre cubierto con una lona azul. Fue capaz de reconocerla por las zapatillas rojas que solía llevar.—

Rebbeca se llevó las manos a la boca.

—No...

—Sí. El padre de Rodrigo lo pilló, e intentó sacarlo de la casa saliendo por la puerta de atrás, en la cocina. Pensaba en venderlo de una vez por todas al mercado negro. Durante el forcejeo, Marco logró salir, cogió un cuchillo de cocina y se lo clavó a su padre en el ojo derecho. Logró zafarse de él, y el padre, ciego, se cayó por las escaleras del sótano, partiéndose una pierna. Este le pidió ayuda a Rodrigo, pero era Marco quién tenía el control. Y según Rodrigo: Marco sonrío, diciéndole a su padre...—

¿Porqué tengo que ser yo el malo? La Verdad OcultaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora