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A la mañana siguiente, y sin perder un solo segundo tras desayunar, subimos todos a mi cuarto para seguir con el diario. Estábamos a punto de descubrir el origen de la maldición, ni más ni menos. El origen de como toda esta pesadilla duró 36 largos años...

~***~

Esto es horrible. Todo el día de hoy ha sido eso: Horrible. Todo empezó a la hora del desayuno.

Cuando Rodrigo y yo bajamos al comedor, la gente no dejaba de murmurar cosas en alto.

—¡Richard!— Eran Héctor, Yolanda y Marina, apurados.

—Eh, ¿qué pasa?—

Entonces Yolanda me pegó una bofetada en toda la cara que casi me tiró al suelo.

—¡¿Qué qué pasa?! ¡Que eres un depravado! ¡¡Esta vez te has pasado!! ¡Asaltacunas!

—¡¿P-pero de qué me hablas?!

—Richard, lee esto, por el amor de Dios.— me dijo Marina dándome un papel.

"Ayer por la tarde, Richard Hollister, de primero de Secundaria, intentó violar a Elisa Miller, de quinto de Primaria. Ambos querrán negarlo. Que corra la voz."

—¡¿EEEEEEEH?!— chillé.

Rodrigo me miró asustado.

—Entonces... Cuando te llamó ayer...

—¡N-no! ¡Esto es falso! ¡¡Completamente falso!!

—Pues ese papel estaba pegado en la puerta del comedor. Nosotros lo hemos quitado en cuanto lo hemos visto.— dijo Héctor.

—¡Eh, tenéis que creerme! ¡Yo nunca haría algo así! ¡Y menos a Elisa!

—Yo te creo, Richard.— me apoyó Marina. —Pero la gente está siendo súper mezquina. He oído incluso que ya la habías violado meses antes...

—¡No! ¡Todo es mentira!—

De repente, la puerta del comedor se abrió de par en par. Era Leblanc.

—Ah. Justo a quien buscaba.

—¿Directora...?— preguntó Rodrigo.

—Ahora no, Rodrigo. ¡¡Richard Hollister!! ¡A mi despacho! ¡¡¡AHORA!!!

—¡S-sí!—

Rápidamente, subí corriendo las escaleras por el criterio que había montado la directora. Una vez estando en el tercer piso, vi a Elisa llorando.

—¡Elisa!— Ella me miró mientras corría hacia ella.

—R-Richard, ¡¿qué está pasando...?! ¿Has oído el rumor?

—Sí... Acabo de enterarme de su existencia.

—¡Pero es mentira! ¡Tú nunca me has querido hacer nada!

—¡Ya lo sé...! Pero tenemos que convencer a la directora de ello...—

Cuando la directora Leblanc subió, entramos los tres en el despacho, y nos hizo sentarnos a mi y a Elisa a una regla de 100cm de distancia.

—¡¿Qué significa todo esto, Hollister?! Eres un estudiante con una actitud impecable en las clases, con buena media escolar... ¿Cómo has podido?

—¡¡Es todo mentira!! ¡Yo nunca haría eso, directora Leblanc!

—¿...Elisa? Si tienes algo que decirme, por favor... hazlo. Da igual lo que te haya dicho Richard.

—¡Richard es inocente! ¡Él jamás me ha hecho daño de ningún tipo!— chilló.

—¡Exacto! ¡Todo esto no es más que una farsa!— protesté.

¿Porqué tengo que ser yo el malo? La Verdad OcultaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora