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Acabé por dormirme al final, pero poco me duró el sueño. Fácilmente serían las cinco de la madrugada cuando me desperté por la sed y decidí irme a la cocina para beber algo de agua. Pero mientras volvía a la cama, escuché un pequeño ruido. Giré la cabeza y vi que la puerta del baño estaba cerrada, con alguien dentro.

Al pegar el oído en la puerta, pude confirmar que el ruido eran sollozos. Pero eran apenas audibles aún estando pegado a la puerta.

Después, abrí con cuidado la puerta, y me sorprendí al ver quién era el origen.

—¿Samuel?—

Estaba sentado en el suelo, abrazando sus rodillas. En ese instante me pareció como que estaba hecho de cristal. Cristal muy frágil.

Cerré la puerta detrás de mí y me senté a su lado.

—¿Estás bien?

—¿A ti que te parece? Ni que estuvieras ciego.—

Aún estando triste, sigue siendo el mismo de siempre, por lo que veo...

—Perdona...

—No, da igual.— dijo mientras levantaba la cabeza con los ojos rojos. —No es tu culpa.—

¡¿Eh?! ¡¿Samuel disculpándose?! Vale, ¡realmente está de bajón!

Como yo no tenía ni idea de que decirle, simplemente me quedé en silencio a su lado. Durante un buen rato. MUY INCÓMODO.

—¿Qué haces aquí, Chase?— terminó por preguntar Samuel.

—Pues que te he oído llorar. ¿Qué pasa? ¿Has tenido una pesadilla?

—Tsk... no. Es algo distinto.—

Samuel apartó la mirada.

—Como te rías, o sonrías por esto... Que te queme los huevos serán solo cosquillas a comparación con lo que haré con tu cadáver.—

Tragué en seco por aquel comentario.

—Te lo juro, Samuel.—

Después de un resoplido y unos segundos de silencio, él volvió a hablar.

—Yo... sé cómo se sintió Rodrigo. He tenido que hacer yo lo mismo durante toda mi vida: Mentir a la gente a la que quiero.— De repente, vi como de la puerta salía un pequeño ojo azul. ¿Peter también estaba despierto? —¿...Recuerdas cuándo me preguntaste cómo descubrí que me gustaban los chicos?—

¡Oh, mierda...! ¡¡OH, MIERDA!!

—Err, sí...— ¡Maldita sea, Peter! ¡¿Yo ahora qué hago?!

—Ocurrió en mi anterior colegio. Yo... me confesé a aquel chico. Pero él se burló de mí. Y por consecuencia, las chicas también. Me trasladaron de colegio precisamente porque no podía soportarlo. Pensé que podría cambiar, que podría ser como el resto...— Samuel suspiró mientras yo veía aterrado cómo Peter entraba sorprendido de forma sigilosa. —Pero entonces conocí al enano. Y la misma historia volvió a repetirse. Una, y otra, y otra vez en mi cabeza...—

¡¿Pero cómo consigo meterme yo en todos estos líos...?!

—¿Entiendes ahora porque no quiero que lo sepa? Si lo digo, conociendo a Peter o se ríe como hizo ese otro gilipollas, o le incómoda ser amigo mío. Además, bastante suerte ya tuve contigo, que lo descubriste sin ayuda. ...Por eso entiendo a Rodrigo. Porque me pasa lo mismo con el enano.— Giré la cabeza y pude ver como Peter seguía de pie, medio riéndose. —...Y al igual que Rodrigo, yo no quiero perder a Peter. Porque aunque sea un tonto y un infantiloide absoluto me hace reír en el fondo, me gusta pasar el rato con él, o incluso ayudarle a estudiar. Porque es la persona que más me importa en todo el mundo... y lo quiero.—

¿Porqué tengo que ser yo el malo? La Verdad OcultaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora