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Narra Chase

Cuando pude recuperar la compostura, decidí seguir con el diario. "Richard Hollister sigue vivo." Aún no me podía quitar aquellas palabras de la cabeza... y me causaba euforia.

Además, le entiendo. Sabiendo cómo era Marco, Papá no podía cometer riesgos. Tuvo que haberse escondido en alguna parte. Solo espero que vuelva, tal y como le prometió a Álvaro...

—Bueno. ¿Empezamos ya?— preguntó Samuel.

Yo asentí con la cabeza.

—...Estoy listo.

—Vale. Vamos allá.—

Samuel abrió de nuevo el diario y buscó la página en la que se había quedado.

~***~

Aún no puedo creerlo. ¿Por qué tengo que estar yo en medio de todos los líos? Mejor será que me explique.

Hoy hemos terminado el proyecto de Tecnología (POR FIN), y la verdad, aún me sorprende que las chicas, incluida Elisa, quisieran ayudarnos a toda la clase.

Agotado, volví a mi habitación y tras echar un vistazo a la papelera, vi una nota arrugada.

...Ojalá no hubiera leído su contenido. Pero la maldita curiosidad volvió a hacer de las suyas, haciéndome ver lo escrito en el papel.


"Si estás leyendo esta carta, es porque no me atrevo a mirarte a los ojos con lo que tengo que decirte.

Últimamente, tú eres lo único en lo que puedo pensar. Lo único que me hace sonreír. Lo único me hace seguir adelante... Seguir vivo.

He llegado a soñar contigo miles de veces, estando los dos juntos, sin preocupación alguna. Pero sé que solo son sueños: Porque tú no me miras a mí.

Daría lo que fuera por estar contigo, por poder ser tu novio... Pero no quiero hacerte daño. Es lo último que deseo para ti: La persona a la que más anhelo.

Pero, si hubiera una posibilidad de estar juntos... Quiero que sepas lo mucho que te quiero. Que te deseo la mayor de las felicidades. Y que ojalá, yo esté en tu futura felicidad."


Era una carta de amor, escrita por Rodrigo. Pero no ponía ningún nombre. A pesar de eso, me pareció una carta muy bonita.

—¿Por qué la habría querido tirar?— me pregunté a mí mismo.

Justo entonces, Rodrigo entró en la habitación.

—Hola, Richard. No sabía que estabas aquí.

—Hola. Oye, Rodrigo, ¿qué es esto?—

Rodrigo al ver el papel abrió los ojos como platos y me lo arrebató de las manos.

—¡¿L-lo has leído?!

—Palabra por palabra.

—Oh, no...— Rodrigo se tapó la cara con la almohada tras tumbarse en la cama. —Que vergüenza...

—Eh, ¡no te avergüences! ¡Que te guste una persona es algo genial!— intenté decir para animarlo. —Por cierto, ¿de quién te gustas?

—¡¿Huh?! ¡Ah, no! ¡Eso sí que no! ¡No me hagas decirlo...!—

Al acercarme, le quité la almohada a Rodrigo en un segundo y la tiré viendo como él estaba rojo.

—Venga, Romeo, ¿quién es tu Julieta?— le vacilé.

¿Porqué tengo que ser yo el malo? La Verdad OcultaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora