046

962 207 25
                                    

Caricias al agua.

—¿Jongdae?  

La voz de Minseok llegó a los oídos de Jongdae y él cubrió sus orejas con fuerza.
No quería escuchar nada, no en ese momento.

Sin embargo podía sentir el eco de las palabras de Minseok como si fueran sus propios latidos. Podía sentirlo en el borde de su mente y se desesperaba.

—Cariño hay varias llamadas perdidas de Jongin en... —Minseok enmudeció en cuanto llegó al cuarto y arrojó su mochila al suelo rápidamente. Se acercó lentamente hasta el closet donde sobresalían los pies de Jongdae—. ¿Que haces ahí? —preguntó suavemente sin querer recriminar nada.

Jongdae no le respondió y enterró su rostro entre sus brazos, además de pegar más las piernas contra su cuerpo. Como si quisiera desaparecer en ese reducido espacio.

Aunque tenía la cabeza enterrada en sus brazos podía sentir la claridad que entraba en aquel pequeño espacio cuando Minseok comenzó a abrir más la puerta. Jongdae no tenía deseos de observarlo en ese momento, se sentía patético.

Los dedos de Minseok buscaron entonces el cabello de Jongdae y los introdujo en esos rizos que tanto amaba. Con calma se acercó más a Jongdae y dejó escapar un suspiró cerca de él, su otra mano se posó arriba de los brazos cruzados y entonces acerco más su rostro a su oreja.

—¿Qué sucede? —preguntó tratando de esconder el sentimiento de preocupación que estaba burbujeando con fuerza en su interior—, estoy aquí, solo dime qué necesitas, está bien, no hay que exponer razones por ahora. Solo dime lo que quieres hacer para sentirte mejor.

Jongdae se atrevió a levantar su rostro y Minseok se alejó un poco para contemplar su cara. Había una mezcla de furia y tristeza en el rostro de Jongdae, cuando Minseok bajó la vista a sus puños notó lo apretados que estaban. Jongdae estaba molesto por algo y eso lo estaba poniendo triste, incluso tenía los ojos rojos, como si hubiera llorado. También existía la posibilidad de que hubiera sufrido algún ataque y Minseok no hubiera estado para acunarlo entre sus brazos. A lo mejor había buscado la calidez en aquel pequeño armario.

Jongdae tomó aire, las palabras lo estaban quemando por dentro, ver a Minseok lo estaba quemando por dentro.

—Soy un estúpido  —dijo con la voz ronca—. Me vas a odiar Minseok, lo harás.

—Yo nunca te podría odiar —respondió Minseok tratando de darle un casto beso que Jongdae rechazó.

—¿Eso crees? —preguntó Jongdae con una sonrisa extraña, claramente no estaba feliz—. No están Minseok, no hay ninguno, no quedó nada —dijo, sintiendo como su voz se rompía al final—. ¿Acaso no ves que estoy ocupando el puesto de algo dentro del closet?

Minseok parpadeó confundido, no podía entender bien lo que le quería decir Jongdae porque solo se podía concentrar en su rostro, en lo que reflejaba.

—¿D-de que hablas? no entiendo, amor.

—¡La caja! —gritó Jongdae fuerte haciendo que Minseok se alejara más—, no está la maldita caja con tus recortes, tus viejos escritos y es todo mi culpa.

Jongdae tiró de su cabello y cuando Minseok quiso hablar el menor soltó un ruido de frustración semi ahogado.

—Los había sacado hace un par de días para leerlos otra vez y se me ocurrió que debía colocar la caja en una bolsa porque el cartón se está debilitando. Iba a ser momentáneo mientras hallaba una caja más bonita, incluso pensé en buscar una y decorarla yo mismo utilizando como guía uno de esos ridículos, cursis pero bonitos videos de YouTube para hacer las cosas muy adorables— Jongdae hizo una pausa y dejó caer su cabeza contra el fondo del closet, de una forma intencionalmente fuerte—. Debo haber dejado la bolsa en un mal sitio y tú la sacaste creyendo que era de basura, ¡era una bolsa negra, soy un idiota!

Jongdae inclinó su cabeza y la iba a golpear otra vez contra el closet pero Minseok lo tomó por el cuello de la camisa y lo atrajó hacia él. Besando sus labios con desesperación, aún cuando JongDae se resistió en un comienzo.

En ese momento era Minseok el que se  sentía como un idiota.

Con el beso robó todo el aliento de Jongdae y lo dejó sin palabras, luego se volteó para tomar la mochila que había dejado caer cuando llegó a la habitación. La abrió frente a Jongdae y la caja de recortes estaba dentro.

—Yo la saqué de aquí hoy.

Jongdae sintió su alma volver a su cuerpo y él mismo sacó la caja de la mochila de Minseok. Se abrazó a ella como si fuera su propio novio.

—¿Por qué lo hiciste sin decirme?

—Yo... no te puedo decir.

(...)

Enough ; Chenmin | Xiuchen  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora