6. La ciudad fantasma

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Bajo el cálido sol de Nihil, los colores parecían más brillantes. O al menos eso era lo que Viator sentía mientras corría detrás de Thais.

Aquello le recordó al día que se conocieron, cuando ella lo hizo trepar un enorme árbol y dar su primer vuelo sobre Gala.

Recordaba que en aquel entonces le había costado un poco correr a la par de ella pero ahora era diferente, conocía más esos bosques y sus raíces y donde debía pisar para no resbalarse con el lodo o una enorme hoja suelta.

Thais corría delante de él riendo, era el reflejo vivo de la libertad y el chico no pudo evitar sonreír con ese pensamiento.

Su cabello castaño lleno de cuentas se movía de un lado al otro y su piel marrón claro se mezclaba entre los árboles y la naturaleza como si estuviera hecha del mismo bosque.

Corrieron durante mucho tiempo y a ninguno le importó, hasta que llegaron a una zona llena de pequeñas chozas, las cuales estaban medio destruidas y cubiertas de maleza.

Comenzaron a subir una colina, la cual estaba adornada por estatuas descompuestas y rotas y por bancos también deteriorados por el tiempo. Cuando llegaron a la cima, Viator pudo ver cómo cientos de chozas se extendían hasta llegar tan lejos que se perdían en el horizonte y, bien en el fondo, pudo ver el Palacio Fluxa a lo alto de una colina.

-Bienvenido al viejo pueblo de la Nación Fluxa- dijo Thais. Era desbastador ver aquello. Hasta ese momento, el chico no había sido consciente del nivel de destrucción de los humanos, de la cantidad de Carguimen que habían asesinado. Apretó sus puños, no podía contener la ira.

-Lo sé - dijo Thais con calma, tomándole las manos y poniéndose frente a él. Al instante su ira se desvaneció como la nieve con el sol- pero mi pueblo es fuerte. Ellos viven en los árboles, en el pasto, en el suelo de las tierras Fluxa. Solo un Fluxa puede sentirlos, pero están ahí. Es lo único que me ayudó a seguir adelante luego de que todo quedó devastado.

Viator la miró con pena. Se preguntaba cómo un Carguimen podía aguantar tanto dolor, tanta soledad, tanta impotencia durante tantos siglos. El chico no pudo reprimir el impulso de abrazarla.

La rodeó con sus brazos y la chica escondió su cabeza en su pecho. Viator le dió un corto beso en la cabeza. A partir de eso momento, se dijo, no dejaría que tuviera que pasar por algo así de nuevo. Ahora lo tenía a él.

-¿Esto era lo que tenías para mostrarme?- preguntó Viator. La chica negó y silbó, llamando a Gala. La dragona apareció volando sobre el Palacio Fluxa y en unos minutos estuvo a su lado.

-Quiero mostrarte mi viejo hogar- le explicó la chica mientras subían- no he vuelto desde la muerte de mi familia.

Viator se sintió honrado de ser la persona que elegía para volver a aquel lugar. Y claro que él era el indicado. Thais confiaba en él y fue su primer amigo de verdad, sus almas estaban conectadas a través del Espíritu de Habens Stateram y de Regina in Custodia.

El muchacho inspeccionó la pintura negra que recorría el cuerpo de su amiga y luego miró el dorso de su mano y sus brazos, los cuales también estaban cubiertos con la misma. Le gustaba como solo ellos dos usaban ese color. Le hacía sentir que se pertenecían el uno al otro, que tenían su propio equipo personal.

La chica estiró los brazos a la par de las alas de Gala, mientras los dos volaban entre las nubes. Viator la imitó y los dos rieron. Thais se volteó hacia él y se sentó con las piernas cruzadas, cara a cara con su amigo. Por un segundo, el chico hubiera jurado que Thais lo estaba mirando fijamente en los labios. Pero tan rápido como ese pensamiento apareció, la chica apartó la mirada y dirigió sus ojos castaños hacia él.

La chica pasó su dedo sobre la enorme cicatriz que Viator tenía en el rostro y luego siguió acariciando su mejilla con el pulgar y luego su boca y su cuello hasta que su mano llegó hasta su hombro.

Gala comenzó a descender, al parecer estaban aproximándose al antiguo hogar de la Reina de los Carguimen.

Viator la observó, como en un trance, mientras ella se acercaba y se colocaba a horcajadas sobre él y volvía a recorrer su rostro con la otra mano. No podía parar de ver cómo su cabello revoloteaba hacia todos lados por el viento, como sus largas pestañas alcanzaban la altura de sus cejas, como sus labios carnosos estaban entreabiertos en busca de aire.

Thais rodeó la cintura de Viator con sus piernas y su cuello con sus brazos. La reina Fluxa se acercó hasta que sus narices se tocaron. Viator no podía respirar, necesitaba besarla.

Estaba por hacerlo, cuando la chica se giró y le dió un beso lento en la mejilla, para luego abrazarlo con fuerza, uniendo sus torsos. El chico seguía sin respirar, nunca la había tenido tan cerca y nunca se había sentido tan bien.

Gala comenzó a descender y el chico abrazó a Thais con fuerza, sintiendo como, a medida que descendían, también caían todas sus defensas.

Así debía sentirse estar enamorado.

Fluxa: La protectora de StateraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora