8. Radium

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Cuando llegaron al antiguo hogar de Thais, el ánimo de la Diosa Carguimen pareció derretirse como la nieve cuando el sol se encuentra en su punto más alto.

La muchacha se detuvo en el marco de la puerta de entrada, Viator, a pesar de estar parado de espaldas a ella, pudo ver lo tensa que se encontraba y estaba seguro de que la chica tenía los ojos cerrados.

El muchacho se acercó y colocó su mano sobre el hombro desnudo de la Thais. Pudo sentir sus huesos bajo su tacto y vio como el bello de los brazos de la chica se erizaba al contacto. Viator abrió un poco los labios con sorpresa, aún no podía creer como él, un Carguimen cualquiera, podía causar semejante efecto sobre ella: Habens Stateram, la Reina Fluxa, Reina de los Carguimen. Y allí, a su lado, se la veía tan pequeña e indefensa que tenía ganas de volver a abrazarla.

-No sé si deberíamos haber venido- dijo Thais luego de un rato con voz temblorosa. Viator le dió un delicado empujón hacia adelante, incitándola a entrar.

Finalmente la chica entró y lo que Viator vió, no era lo que esperaba en absoluto. Parecía una casa de la Nación Aethereum, con sus pisos de madera y enredaderas por los costados. No se parecía en absoluto a las chozas que los Exilium construían: simples, bajas y aburridas. Esta casa, por dentro, se encontraba en perfecto estado: incluso los muebles y decoración estaban perfectamente limpios.

-Statera la mantiene limpia con magia...la mantenía- se corrigió Thais pasando un dedo por encima de la madera. Cuando lo levantó, este estaba cubierto por una fina capa de polvo, como si no se limpiara hace semanas- nada ha cambiado- agregó la chica con nostalgia, mirando a su alrededor.

Viator la dejó en paz mientras la muchacha recorría su viejo hogar tomándose su tiempo para observar cada detalle.

-Si cierro los ojos- dijo la chica haciéndolo. Caminó un paso sobre la madera chirriante- podría imaginar que mi mamá está meditando en esa esquina y mi padre está leyendo unas oraciones para Statera.

Viator la miró con tristeza. Cuando la chica abrió los ojos, notó que ella lloraba.

-Los siento aquí- dijo y, para sorpresa del chico, Thais sonrió. La chica se quedó en silencio unos segundos, como si estuviera escuchando algo y de pronto rió. Unas lágrimas se resbalaron por sus mejillas y Viator contuvo el impuso de limpiarlas- mamá está enojada porque tarde mucho en visitarlos. Papá pregunta si eres mi novio.

Viator notó como se le subía el calor a la cara, ¿Cómo podía decir eso con tanta desenvoltura luego de lo que había sucedido hace unos minutos?

-Es un lugar muy bonito- comentó Viator intentando desviar la conversación. Thais asintió y lo tomó de la mano, arrastrándolo detrás de ella.

La chica lo guió por la casa y ambos subieron una destartalada escalera caracol hasta llegar al techo. Allí, había una pequeña compuerta que Thais abrió.

La muchacha se metió en la abertura y salió al techo, Viator no tardó en seguirla. Desde allí la vista era aún más amplia que en la colina, pero de alguna manera, ya no resultaba tan tétrica.

Viator notó como la naturaleza se apoderó de las casas envolviéndolas y como de muchas de ellas sobresalían Radium: flores color amarillo fuerte que crecían en lugares donde daba mucho sol y dónde había un gran poder espiritual.

Abundaban en la Nación Fluxa aunque era la primera vez que Viator las veía. Emanaban un brillo especial y se sabía que tenían propiedades curativas. Viator tomó una que sobresalía de una enredadera del tejado y la colocó sobre el cabello de Thais. En cuanto la flor tomó contacto con el cabello de la chica, comenzó a tomar más brillo y Viator sonrió. No le sorprendía que la chica le diera más vida a esa flor.

Pero la sonrisa del muchacho comenzó a desvanecerse poco a poco al convertirse en una mueca de confusión: la flor continuaba brillando pero ahora el brillo comenzaba a trasladarse hacia la pintura negra en sus brazos, haciendo que la pintura cambiara de color y comenzaba a brillar de un color oro.

Thais observó su cuerpo, confundida, viendo como el color dorado comenzaba a espandirse por su torso, brazos y piernas.

-Viator, creo que...

En ese momento, la chica se desvaneció y cayó del tejado.

Fluxa: La protectora de StateraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora