18. Conexión

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Shaoran se quedó petrificado en su lugar. Estiro su mano con cuidado hasta el hombro de la muchacha y, apenas las yemas de sus dedos rozaron la fría armadura, la chica se apartó y comenzó a cortar la corteza del árbol que se encontraba en el suelo.

-¡Estoy...cansada- comenzó a gritar, las lágrimas cayendo por sus mejillas. Con cada palabra, un corte en la madera- ...de mi padre...y sus estupidas reglas!- El primer cilindro de madera de cortó a sus pies.

La chica clavó su espada contra el suelo y comenzó a quitarse la armadura hasta que quedó con la remera de Caleb. Había decidido usar la armadura hasta llegar al Campamento Humano, pero ya no podía resistirlo.

-...Estoy cansada de que todos me juzguen- continuó tomando su espada de nuevo, la alzó con ambas manos por encima de su cabeza y la clavó contra el tronco. La chica comenzó a remover la espada negra de un lado al otro, serruchando- ¡No quiero saber más nada de nadie!

La rabieta duró unos minutos más, hasta que el tronco estuvo cortado en cilindros del tamaño de el torso de Shaoran. El chico la miró, sorprendido. Se la veía devastada pero, a la vez, nunca la había visto hacer algo tan sorprendente.

-Está bien- dijo, retrocediendo en un intento de broma- si no quieres saber nada de nadie...

El chico se volteó y comenzó a caminar. Nada sucedió. Shaoran se sonrojó. Diablos, eso no había salido como imaginaba.

A los pocos metros el chico escuchó unos pasos detrás de él, trotando por el suelo rocoso. Petra lo tomó del brazo, deteniéndolo. Su agarre era fuerte y decidido.

Shaoran se volteó hacia ella y la miró directo a los ojos.

-Eres diferente- dijo ella, su voz sonaba más suave y débil de lo usual y al muchacho le costó sostenerle la mirada.

-Bueno, soy mitad Japonés...

Petra le dió un golpe algo fuerte en el hombro al muchacho.

-T-tu...- tartamudeó la chica, tratando de recuperar el hilo de la conversación. La chica resolpló fastidiada y, cuando lo miró, sus ojos brillaban de una forma diferente-...no me juzgas, no me tienes miedo...

-No eres un dragón fuera de control- contestó Shaoran, quintándole importancia, sin saber que hacer con sus manos. La cercanía y la intensidad de la muchacha lo inquietaba.

-...me tratas como una chica...

-Pero eres una chica- remató Shaoran, estaba cada vez más confundido por las palabras de la Aspersusque.

Petra volvió a encontrar sus ojos con los de él y, antes de que Shaoran pudiera procesar lo que estaba pasando, la chica lo abrazó.

Shaoran sentía que le temblaban las piernas. ¿Estaba intentando hacerle una llave que desconocía? ¿O ahogarlo?

Pero entonces el chico sintió los brazos de la muchacha rodear su cuello y su respiración contra su pecho. Petra olía a menta y a cerezas.

El chico rodeó la cintura de la muchacha con un poco de duda y, al ver que ella cedía, la acercó a él con más fuerza. Al poco tiempo él notó que la chica volvía a llorar.

-No eres una cobarde por no seguir las reglas de tu papá al pie de la letra- la intentó animarla, pero las palabras sonaban tontas en su boca- Tu hermano no lo hizo, pero él es diferente. Tu eres una Loba, una guerrera y admiro eso. No deberías perder tu identidad por tu padre.

El chico se separó de ella despacio y miró la armadura.

- Eres una Aspersusue, la más fuerte de todas- le dijo tomándo lo que podía de la pasada armadura y entregándosela a la chica. Petra miró un momento la vestimenta, considerándolo, pero negó.

-No puedo llegar allí vestida así- terminó- será mejor que escondamos la armadura por aquí y encendamos ese fuego, está un poco más fresco sin la armadura.

Shaoran echó una rápida mirada sobre los brazos y piernas desnudas de la chica.

-Si- comentó volteándose para que no pudiera verle la cara- iré a buscar la leña.

Fluxa: La protectora de StateraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora