Ella era fría, fría como el hielo.
En sus ojos podías ver la tristeza que tenía su alma.
Ella anhelaba el cariño de alguien. Pero cuando lo intentaba no lo conseguía, le entraba el miedo, la inseguridad y se volvía aún más fría.
Ella se preguntaba porque era así, no lograba entender el porque no podía ser más cariñosa.
Hasta que llegó una tarde fría de invierno y recordó que jugaron con sus sentimientos.
Recordó por un momento todo el daño que le habían echo, habían jugado con ella porque sólo la veían como diversión.
La ilusionaban, le decían cosas bonitas, le prometían bajarle la Luna y ella tan buena e inocente se creía todas las falsas palabras que le decían.
Ella no sabía querer a medias, ella lo daba todo sin esperar al menos algo a cambio, algo que al menos fuera recíproco.
En ese mismo instante que recordó todo lo que había sufrido, todas las falsas promesas, las falsas ilusiones, todo lo mal que había tenido que vivir por amor...
Se dio cuenta de que ella era tan fría no porque ella quisiera, sino porque había sufrido tanto que, se puso una coraza y quiso protegerse por miedo a sufrir una vez más.
Fue en ese mismo instante cuando ella se dió cuenta que la culpa no era suya, sino del idiota que jugaba con ella.
Le costó mucho tiempo asimilar que por culpa de personas malas se convirtió en algo que no era, pero a lo largo del tiempo curó sus heridas, y esa mirada triste empezó a desaparecer...
Hasta que un día esa chica que era tan fría, dejo de serlo.
Os preguntaréis, ¿ cual fue el motivo por el cual dejó de ser así?
El motivo fue muy simple decidió quitarse la máscara que llevaba, rompió su coraza y Lucho por seguir adelante y aprendió que no merecía la pena sufrir por alguien que no supo valorar lo que tenía en su momento.
Ella aprendió que la vida era demasiado bonita como para desperdiciarla sufriendo por algo que realmente no merecía nada.
Ella era fría, pero aprendió a ser feliz..
