Ella era el día, él era la noche.
Ella era una chica triste, él era un chico alegre.
Ella era color gris, el color verde.
Ella no era feliz, el intentaba ser siempre feliz.
Ella y Él se conocieron.
Ella estaba alegre junto a el.
El siempre la hacía reír.
Ella al comienzo no lo veía como algo más que una amistad.
El en cambio la veía como algo más que una amiga.
Ambos habían sufrido por amor.
Tenían miedo de enamorarse, pero aún así siguieron viéndose.
Ella empezó a ver algo en el que le llamaba la atención. Quizá fuera su alegría, sus ganas de bromear siempre, o quizás fuera que a su lado se sentía bien.
El siempre la miraba, no podia dejar de mirarla a los ojos.
El se volvía loco en su mirada, ella era como su droga.
Una tarde estando juntos ella quiso proponerle de que se conocieran para algo más serio,
El se puso loco de contento,
El nunca la miraba como un objeto, la miraba como su princesa.
Ella empezó a mirarlo con otros ojos, le encantaba su forma de ser, sobre todo le encantaba cuando a él le salía el lado cariñoso.
El disfrutaba de cada momento que pasaba con ella, ella se empezó a perder locamente en su mirada.
Ella era tranquila, a el le encantaba la fiesta.
Ella era sería, el siempre bromeaba.
Ella odiaba las bromas, a el le encantaba chinchar.
Ella quería enamorarse, el tenia miedo al comienzo.
Ella y Él a veces eran iguales.
Aunque a veces eran diferentes.
El se dio cuenta que estaba loco de amor por ella.
El tenía miedo de enamorarse y de que ella le hiciese daño.
A ella le pasaba igual.
Ellos eran totalmente imperfectos, pero sabían que estaban destinados a estar juntos.
Ella y el dejaron el miedo a un lado y decidieron a avanzar juntos.
El era el sol y ella la Luna.
El brillaba en la oscuridad y ella en el soldado día.
El consiguió cambiar el color gris de ella.
El hizo que la tristeza que tenía ella se desapareciera y apareciera la felicidad..
Ella y el eran diferentes pero aún así se amaron como nunca.
