Capítulo 10: Harry

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- ¡No voy a ir a una discoteca! -brama Matt en cuanto ve a dónde le estoy llevando.

- Oh, vamos, ¿por qué no? -ruedo los ojos

- ¿En serio tengo que explicarlo? Una sala pequeña y oscura, con luces que marean y música que habla sobre follar; algo que no es de extrañar, pues toda la gente de ahí busca eso.

- ¿Tienes que racionalizar todo lo que haces? ¡Suéltate un poco!

Veo como Matt me mira dudoso.

- Vale -acepta al fin.

Es increíble. Tras cómo había descrito el ambiente, pensaba que ni loco aceptaría. Pero lo había hecho... Creo que le importo más de lo que pensaba.

No puedo evitar sonreír. Le tiendo mi brazo, agarrándome a mi propia cintura, y dejo que él se aferre a él. Juntos, vamos hacia la puerta.

Estábamos a punto de entrar, cuando el segurata nos impide el paso. Se trataba de un hombre alto y calvo, de piel clara y una poblada barba marrón.

- Alto ahí -dice colocando su enorme mano sobre el pecho de Matt. Por algún motivo, eso me hizo apretar los puños instintivamente - Ya hay muchos tíos. Sólo mujeres.

- ¿Ves? Qué se le va a hacer. Vámonos -dice Matt tratando de escabullirse.

Esta vez, soy yo quien le detiene por el pecho.

- Alto ahí -miro al guardia- ¿Y qué me dice de dos chicos gays?

Él alza una ceja, y nos mira de forma analítica, frunciendo el ceño. Finalmente, parece decidir algo y esboza una extraña sonrisa, mostrando sus dispares dientes amarillos.

- Demostradlo.

- ¿Qué? No vamos a... -Matt no termina la frase. Antes de poder hacerlo, ya le estoy comiendo la boca.

Coloco mis manos en su nuca, y él hace lo mismo con las suyas, pero en mis caderas. Mi lengua recorre sus labios, como se había vuelto tan habitual estos últimos días.

Nos separamos con un suave chasquido y la respiración agitada, incapaz de saber cuanto tiempo habría transcurrido desde que el beso empezó.

El segurata parece satisfecho y nos abre la puerta, quitando el cordón de terciopelo negro que la resguardaba.

Entramos. Y todo era tal y como Matt lo había descrito: la música, la gente, las luces... Eso me hizo preguntarme cuántas veces habría venido a una discoteca.

Le agarro del brazo y le llevo a la pista de baile. Empiezo a contonearme a su lado, tratando de provocarle para que se una a mí. Pero él tan sólo mira a ambos lados de forma incómoda y vergonzosa.

Casi podía oír sus pensamientos, y como el Matthew serio y responsable luchaba contra su amor hacia mí.

Por un momento, pensé que el primero iba a ganarle. Pero entonces se acarició la barbilla con dos dedos, decidiendo mandar todo a la mierda, y empezó a bailar.

 Pero entonces se acarició la barbilla con dos dedos, decidiendo mandar todo a la mierda, y empezó a bailar

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Podría contar aquella noche de la forma más detallada posible. Podría hablar de la calidez de su aliento en mi cuello durante la danza, o del tacto de su pelo cuando se lo agarraba en el reservado.

Podría describir hasta el más específico detalle de su cuerpo. Cada lunar. Cada arañazo... tal vez provocados por mí.

Podría describir tan bien a Matthew... Que llegué a preguntarme hasta qué punto le conocía a él más que a mí.

Porque, si algo era obvio, es que aquellos tiempos en los que tan sólo éramos compañeros de rodaje habían quedado muy atrás.

Ahora éramos mucho más. Diría que novios pero... Eso es despreciarnos. Vamos más allá.

Estoy hablando... De almas gemelas.

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