Capítulo 13: Matt

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No sé cómo había llegado allí. Simplemente, empecé a caminar y terminé en este parque. En este banco. En esta situación.

Mi vida se había ido completamente a la mierda. Y lo había hecho de una forma espontánea y estrepitosa. Tanto, que creo que aún no había podido asimilarlo.

Hace unos días, me sentía el hombre más feliz del mundo. Y ahora... Tan sólo puedo decir que respiro. Y eso, ya es decir.

Me llevo uno de mis cigarros que había comprado a la boca, y miro el fuego que tuve que encender para entrar en calor.

Nunca antes había fumado. Pero supongo que nunca antes había sido infiel. Parece, que las cosas cambian... Y no para bien.

¿Cómo podía haber llegado todo a este punto? ¿Cuándo se había descontrolado tanto mi vida?... ¿Cuándo había sucumbido al remolino Harry Shum?

Esther me había echado de casa. Estaba tan enfadada... Y nadie podía culparla.

Había metido la pata hasta el fondo...

Alguien se acerca a mí y se sienta a mi lado. Yo alzo la vista. Era Dom.

- No has venido a trabajar -susurra.

- Vaya, me halaga que te hayas dado cuenta.

- Ey, no seas borde.

Suspiro.

- Perdona, tienes razón. Lo siento.

- ¿Qué ha pasado?

Oh, vamos. Sale en todas partes, hasta en la tele. Tienes que saberlo.

Me limito a negar con la cabeza y a darle otra calada al cigarrillo. Para mi sorpresa, Dom me lo quita de la boca y lo tira al suelo.

- ¿¿Qué coño haces??

- Ya tienes bastantes problemas como para añadir este también, Matt.

Suelto un gruñido. En el fondo, sabía que tenía razón.

Me tiende la mano, y yo bufo y saco la cajetilla de mi bolsillo para dejarla sobre ella. Entonces es él quién se los guarda.

- Harry está muy enfadado -dice tras unos minutos de completo y absoluto silencio.

- También ha sido culpa suya, ¿sabes? Dos no hacen esto si uno no quiere.

Él enrojece al instante. ¿En serio, Dom, a estas alturas?

- ¿Qué? ¡No! No por eso. Dice algo de que te has colado en su casa -dice esbozando una mueca.

Yo suelto una leve carcajada bajando la cabeza.

- Bueno. Él me rompió el corazón... y yo le he robado a su perro.

Su cara se volvió todo un poema, lo que me hizo empezar a reír aún más.

- Entiendo que estés enfadado. ¿Pero, Charlie, en serio? Eres gilipollas, en serio -dice justo antes de empezar a reír él también.

Al menos, no le he perdido también. No sé qué haría sin Dom...

Pasamos así varios minutos. Y sentaba tan bien poder reírme y abstraerme de todo... Como si nada de esto hubiera pasado.

Pero sus palabras, como siempre ocurre cada vez que logro alejarme de ella, me devuelven a la realidad. A la jodida, realidad.

- ¿Dónde estás viviendo?

Suspiro.

- En un piso compartido. No quería usar la tarjeta de crédito para que no me localizaran, y era lo máximo que podía pagar con el dinero que llevaba encima.

Una pausa.

- Quédate conmigo -dice de golpe.

- ¿Qué?... -susurro.

- Quédate conmigo -repite- Hay sitio de sobra, y a Sarah no le importará.

Niego repetidas veces con la cabeza.

- ¿Por qué no?

- Eres un buen amigo, Dom -digo mientras me levanto- Pero no puedo meterte en esto. Ya he jodido a bastantes personas -a lo que añado en un susurro- Harry es tu amigo también, y no es justo que te hagamos elegir. Y con esto, lo estarías haciendo...

Le doy un par de palmadas en su hombro, le quito de nuevo la cajetilla de tabaco de su bolsillo, y empiezo a caminar bajo la helada noche de Nueva York, resguardándome del frío con mi cazadora; y rumbo al que sería mi nuevo hogar durante quien sabe cuanto tiempo.

Porque... La gente tenía razón. Un hogar no son las cuatro paredes y el techo bajo el que vives, sino las personas con las que lo compartes. Y yo... las había perdido a todas.

Había perdido mi hogar..

Y no estoy seguro de si con eso me refería a Esther... o a Harry.

INSIDE: A Shumdario FanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora