Harry Shum Jr. y Matthew Daddario interpretan a Magnus y Alec en la serie Shadowhunters; pero fuera de escena, la magia es real. Y es que sólo una cámara separa el Malec del Shumdario...
- ¿Quién es, Harry? -pregunto vistiéndome rápidamente para poder ir a ver.
-Nadie, no es nadie -responde con nerviosismo, tratando de cerrar la puerta.
Pero un pie se lo impide, colocándose entre medias.
-Sólo quiero hablar con él -dice alguien al otro lado.
Esavoz...
-¿¿Pero cómo coño te atreves a venir aquí??
Aparto a Harry de un empujón y abro la puerta. Y ahí estaba él.
Hay que tener huevos.
- ¿Qué haces aquí, Daniel? -pregunto con sequedad.
- He venido a que firmes esto -responde tendiéndome unos papeles.
Sólo alcanzo a leer las palabras "cesión de paternidad" y "biológico" antes de que Harry me los arranque de las manos.
- Él no va a firmar nada -dice firme.
Yo tan sólo miro al chico.
- ¿Por qué lo hiciste? Sabías que Esther estaba conmigo.
- Un tío bebido y una tía buena no es la mejor de las combinaciones -se encoje de hombros.
- ¿Y ya está? ¿No tienes una excusa mejor?
Él niega.
- Oh, bien.
Paso mis dedos por mis labios, pensando qué hacer a continuación. Pero mis segundos de chico prudente duran poco, y pronto me encuentro golpeando la cara de Daniel con todas mis fuerzas.
Lo que mi mente no sé había parado a pensar, es que él era más grande y fuerte que yo. Y pronto logra subirse sobre mí y ser quien golpea.
Siento la sangre correr por la comisura de mis labios y voy cerrando los ojos, golpe tras golpe, hasta que todos cesan de pronto.
Cuando al fin soy capaz de abrirlos de nuevo, Daniel ha desaparecido. Yo estoy en tumbado en el sofá, y Harry me sostiene la mano a mi lado.
- ¿Cómo te encuentras?
Intento levantarme.
Me dolía muchísimo la cabeza. Sentía que si la soltaba, podría explotar de un momento a otro.
Harry coloca su mano sobre mi barbilla y la gira para examinar mejor mis heridas, pero yo le aparto dándole un golpe en el brazo y apartando la vista.
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- Tienes el ojo fatal. Y creo que te has roto el labio.
- Sabes que no ha sido culpa mía -me limito a decir. Mi voz sonaba áspera y apagada.
Necesito agua.
- Matt, no puedes...
Le interrumpo.
- ¿Por qué todos son contratiempos?
Él sacude la cabeza.
- ¿A qué te refieres?
- A tu ex, a lo del hospital, a Daniel... A todo -hago una pausa- Creo que esto es una señal.
Él parece palidecer.
- ¿Una señal para qué? -susurra, dejando el final de la frase en el aire.
Yo me levanto.
- Esto se ha acabado -digo dirigiéndome a la puerta.
- ¿El qué? -vuelve a susurrar, con la voz entrecortada.
- Todo. Nosotros. La boda -abro la puerta- Esto se acaba hoy.
Y tras decir estas últimas palabras, salgo por ella dispuesto a hacer aquello que bien sabía que era inevitable, pero que aun así llevaba tiempo evitando.
