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¿Qué tan loco debe estar uno por amor? Buena pregunta.

Víctor miraba por la ventana. Parecía que ese se había vuelto su pasatiempo favorito. Allí sentado, recostado sobre la mesa con una taza de café en sus manos, humeante.

Afuera estaba aburrido. Soleado sin más, ni un pájaro hambriento volando por el balcón.

Silencio.

Puro silencio en el salón blanco que era su living.

Sin embargo, Yuri apareció por la puerta que daba al cuarto compartido, vestido de su pijama que no era otra cosa que su ropa interior y un suéter grande. Bostezando y saludando con la mano a su marido que le dio una mirada, una pequeña sonrisa al verlo así. Le recordaba a los buenos tiempos, cuando en la mañana luego de una noche haciendo el amor, Yuri se levantaba vistiendo alguna prenda suya apropósito. Aunque esa no era su ropa, sólo era un suéter grande.

— Te hice un té —dijo Víctor, acariciando con el pulgar la cerámica de su taza.

El menor asintió, sentándose a su lado y alcanzando la suya.

Tres meses desde el incidente.

Víctor y Yuri parecían haber hecho un pacto entre ellos. Ya el ambiente no se sentía tenso, no se sentía triste... No tanto, al menos. Y pasaban los días hablando despacio, comentándose una que otra cosa, sonriéndose esporádicamente.

A veces, sólo a veces sucedían ese tipo de cosas, como sucedía ahora mismo; Yuri alzaba su mano, y sin mirarle a los ojos, la apoyaba lento sobre la de Víctor. No le acariciaba, no hacía nada, sólo tomar su mano mientras desayunaban. O mientras cenaban. O en cualquier momento cuando veía a Víctor, y notaba en sus ojos lo cansado que estaba, lo agotado que se encontraba emocionalmente.

No obstante aquella paz no duró demasiado, porque un portazo les hizo sobresaltarse y soltarse automáticamente.

— ¿¡Quién puso esa silla en medio del camino!? —gritó Yurio.

Y se sintió el ruido de un mueble cayendo al piso seguro por una patada. Qué raro.

Detrás de la pared que formaba la división entre la entrada y el living-cocina, apareció aquél muchacho rubio con una expresión asesina, y un montón de bolsas de papel entre sus brazos.

A pesar de su actitud, Yuri Plisetsky no lucía igual que como lo hacía hace cinco años. Estaba muchísimo más alto, tonificado, con su cabello corto en un peinado moderno, y ahora el joven de veintidós años había madurado lo suficiente como para saber lo dura que podía llegar a ser la vida. Aunque sí, aun amaba el animal print y se notaba.

— Traje comida, ya que al parecer nadie en este maldito lugar parece querer preocuparse por ella.

Dejando las bolsa frente a la pareja de una forma para nada delicada, se apoyó sobre le mesa y los miró en silencio por un instante. Lo suficiente como para hacer un sonido con su lengua y erguirse con los brazos cruzados.

— "Gracias, Yuri por preocuparte, eres lo mejor" —dijo en retintín al ver que ninguno decía palabra alguna—. Sí, bueno, ya me voy.

— Gracias —dijo el de lentes divertido por su actitud.

Víctor pudo ver cómo este se había levantado ligeramente para poder ver lo que había traído.

— Aunque no era...

— Ya me olvidaba -interrumpió el joven volviendo la vista hacia ellos—. ¿Cuándo diablos volverá a funcionar la escuela de patinaje que tenían? Tengo un montón de viejas persiguiéndome cada vez que salgo de entrenar preguntándome por eso.

— No lo sé —dijo Víctor casi en un susurro, y Yurio blanqueó los ojos.

¿Por cuánto tiempo seguiría así?

— Entiendo todo el dolor —comenzó a decir luego de suspirar—, yo también lo he sufrido mucho, pero no creo que sea lo mejor para ninguno. Esto no está bien, han pasado más de tres meses... Y tú, anciano, luces para la mierda.

Sí, bueno, eso Víctor ya lo sabía. No era una sorpresa, después de todo, se había descuidado considerablemente todo ese último tiempo.

Mirando hacia donde estaba Yuri por un segundo, le dijo al menor que necesitaban tiempo, que aún no se sentía capaz de nada, menos para relacionarse con otras personas. Pero... ¿cuándo llegaría realmente ese tiempo? ¿Cuándo creería que sus heridas estaban lo suficiente sanas? Yurio arrugó el ceño ante esa respuesta, e inspiró profundo, dándole una mirada a la pantalla del celular.

"Como digas" respondió sin más, y les dijo que estaría en la pista, que llamaran por si necesitaban algo. Ambos los despidieron con calma, y el silencio volvió a instalarse en el lugar.

Yuri le miró a los ojos, le dijo que estaría bien si decidía poner en funcionamiento la escuela otra vez. Pero Víctor no respondió, sólo miraba a la mesa, a los víveres que había traído Yurio.

Otra vez, Yuri apoyaba la mano sobre la suya con consternación.

Y Víctor deseó con fuerza que ojalá algún día pudiera sanar por completo. Que ojalá pudiera despertar y encontrarse con que nada de eso hubiera pasado.

¿Pero cuál de sus deseos era el más imposible?

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¡Primer capítulo de la segunda parte! Lo estrenamos con la aparición de Yurio, ¡yey!

Voy a contarles una cosa, y que es que Yurio tiene bastante importancia para esta parte. Así que a agarrar las libretas, porque los mensajes subliminales están en-todas-partes. *Grito de terror*

-No hubo presupuesto para encontrar a un Yurio grande y de cabello corto (?-

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-No hubo presupuesto para encontrar a un Yurio grande y de cabello corto (?-

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Además, ¡llegamos a mil! ¡¡Gracias!!

Nos leemos la próxima.

HE • A VICTURI FANFICDonde viven las historias. Descúbrelo ahora