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Al séptimo mes, oyó la voz de aquél policía otra vez.

Víctor frunció el ceño, apoyándose contra un mueble mientras escuchaba lo que le decía.
"Dos meses" dijo el tipo. "Si no declara hasta ese tiempo, iré personalmente a tu apartamento".
A lo que el ex patinador y coach reaccionó alterado.
— No puedes hacer eso —gruñó mirando a la puerta—. No me haga llamar a mi abogado. 

Él no tenía abogado, pero sonaba amenazante. 

—  Señor Nikiforov, seré claro. Si usted no declara, presentaré cargos a su contra. 

Ni una palabra más, y ya sonaba el bip de una llamada terminada. Víctor, aún con él teléfono contra el oído, se dejó caer hasta el suelo con una mirada muerta.

  Se suponía que ya esa etapa había terminado.

— Me gustaría reabrir la escuela.

Eso le sugirió Víctor a Yuri en un atardecer. Asomado por el balcón, mirando hacia abajo donde los autos pasaban con calma, y se dio vuelta para mirarle.
El menor se había quedado pensando apoyado contra el blanco lumbral.

— ¿No extrañas patinar?
— Demasiado —respondió Yuri sin darse ni un segundo para pensarlo.

Silencio. Víctor cerró los ojos tranquilo en cuanto el brillo cálido del sol se posó sobre sus párpados. Sin decir nada, luego de unos segundos se dio la vuelta y caminó hasta el living para sentarse en el sillón.

— ¿Estás seguro? Hace mucho no tocas una pista, quizás...
— Muy seguro —le interrumpió sin dudarlo.
Y al ver esa expresión de consternación por parte de Yuri, estiró la mano para invitarlo a sentarse a su lado.
— Nos divertíamos tanto, ¿no te acuerdas? —le preguntó con ilusión —. Era genial verte enseñar a niños, eras el profesor más tierno de todos...
— A ti te gustaba mirarme el trasero cuando me inclinaba a tomar sus manos —rió mirándole avergonzado.
— Otra muy buena razón para volver —admitió, sonriéndole con ternura.

Con ternura..., con esos ojos brillando después de tanto tiempo en el que sólo estuvieron llorando.
Ambos se quedaron mirando apoyados en el respaldar, cerca, con una nostalgia que se había creado por recordar lo que alguna vez fue. Pero Víctor pensaba; "¿Por qué se tiene que mantener en el pasado? ¿Por qué no puede volver?". Si ellos eran jóvenes, aún llenos de energía. Si ahora sabía que las cosas entre ellos, a su modo, habían mejorado. ¿Qué era lo que evitaba su regreso?
¿Qué evitaba su felicidad?
Suspirando, bajó la vista hacia sus labios. Esos labios que lo habían hecho todo con él, mas se quedó mirándolos con los propios apretados entre sí como para poder contenerse. Pero él estaba lleno de ansias, lleno de ganas, y no entendía cómo soportaba.
Siete meses, pero estaba seguro de que un día más podría matarlo.

— ¿Recuerdas todo eso, Yuri? ¿Recuerdas cómo éramos? —le habló bajito, como susurrando—.  Solíamos tocarnos luego de las competencias..., en los baños y... tú te aguantabas lo sonidos tan tierno. Tenías vergüenza pero lo querías... —Víctor suspiró mirando al suelo—.  Te extraño —musitó honesto luego de unos segundos, encogiéndose de hombros.

Yuri cerró los ojos al oírle, su respiración se agitaba de apoco. Víctor sabía lo que eso significaba, cuando se volvía débil, cuando bajaba sus defensas; se iba a dejar hacer.

Así que decidió aprovecharse un poco de ello. Acercándose con calma, besó con dulzura en su sien, permitiéndose respirar lento, cálido sobre su oído. El menor suspiró en un escalofrío que recorrió su cuerpo entero. Siempre había sido sensible allí, siempre gustó de que Víctor le susurrara en el oído con ese tono áspero de voz que lograba derretirlo por completo.

HE • A VICTURI FANFICDonde viven las historias. Descúbrelo ahora