Yurio llegó sin permiso a la habitación. Al entrar, se detuvo en el lumbral al verlos abrazados, en silencio si no fuera que Víctor, quien se mantenía inclinado hacía su marido, repetía dicho nombre en susurros. Una y otra vez, con los ojos cerrados y acariciándolo.
El menor pateó ligeramente la cama para llamar su atención, y le tiró un blíster de pastillas desde su lugar. Le dijo que el médico se lo había dado, que debía tomarse una ahora mismo. "Y veo que es urgente" agregó por lo bajo, arrugando el ceño.
No importó cuánto le discutiera Víctor, Yurio se negó rotundamente a dejar las pastillas a su disposición. Por más que prometiera no volver a intentar nada extraño, por más que Yuri estuviera en la habitación mirando y tratando de defender algo indefendible. Víctor pensaba que, mientras su marido estuviera con él, nada malo sucedería.
El menor se negó gritándole un no que los dejó callados y, luego de que ingiriera una, le arrebató las píldoras sin darle tiempo a nada. Les dijo que volvería para la próxima dosis, cerrando de un portazo finalmente.
Ambos se preguntaron cómo fue que, de pronto, el niño era ahora quien cuidaba de ellos.
Una semana pasó, el sexto mes se asomaba.
Víctor conoció a una muchacha, una mujer de anteojos parecidos a los de Yuri, y él sonreía embobado cuando tenían una charla. Ella le preguntaba cosas, él respondía sin prestarle mucha atención.
A Yuri le quedaban mucho mejor; eso pensaba él cada vez que la veía.
Su doctor se la había presentado, curiosamente unos días luego de que Yurio hablara personalmente con él. Víctor no entendía porque el chico se entrometía tanto en su vida cuando, en realidad, debía estar concentrándose en el próximo Grand Prix.
Él, a los veintidós, era imparable. Ahora lo recordaba estando acostado en el sillón, y deseó tener veintidós de nuevo.
Una pena que el tiempo no vuelva.
Yurio, un día cuando le fue a buscar junto a Yuri, le explicó que se trataba de una psicóloga. Le dijo que ella estaba a su disposición, y que podía llamarla siempre que necesitara algo, o se sintiera mal. Víctor asintió quitándole importancia y, mirando a su marido con una sonrisa, se acercó hasta tomar su mano mientras caminaban lento a casa.
Nadie más tenía por qué saber sus problemas.
En alguna noche de tantas, Víctor estaba recostado en una posición despatarrada sobre el sillón; las piernas estiradas y separadas sobre el suelo. Miraba perdidamente hacia el balcón con una respiración lenta; ventanas abiertas y una brisa fresca, perfumada, maravillosa haciéndose paso por el living. Yuri las había abierto porque adoraba el aroma a primavera, y él también.
Sentía sus movimientos perezosos, pesados. Qué gracioso se le hacía ver sus intentos para levantarse sin tambalear. Su cuerpo débil y adormecido le hacía sentir un poco deprimido, y de pronto, se encontró con la necesidad de volver a patinar.
Además tenía sueño, pero al menos estaba Yuri quién le ayudaba tomándole del brazo, y diciéndole que era mejor que fuera acostarse, que el día había sido duro.
"¿Duro?" pensó el mayor mientras caminaba pausadamente hacia la habitación.
No. Ese día no había sido duro. Ese día había sido normal, o sólo uno más. Días duros fueron los primeros.
Ya cuando estuvo acostado, y las sábanas solas cubriendo su pecho, Víctor bostezo agotado, moviendo la cabeza a los costados con lentitud porque había perdido de vista a Yuri. Sonrió con debilidad al volver a verlo, más aún cuando le vio acostarse a su lado con una ropa sencilla.
Y en silencio, el menor se acomodó acurrucándose contra su cuerpo, abrazándolo con ternura.
— Estarás bien —musitó frotando su pecho.
Víctor no se movía, no tenía las fuerzas suficientes, pero alcanzó a tomar su muñeca.
Sólo eso para ser feliz... Después de tanto tiempo; una noche tranquila, silenciosa, primaveral y con su dulce esposo durmiendo abrazado a él. Le recordaba a como era su vida antes de todo, tan ideal.
Las pastillas hicieron su trabajo pasado los pocos minutos. Víctor cayó dormido en la oscuridad, justo luego de murmurar un montón de incoherencias al aire, y a un Yuri que le miraba con los ojos entrecerrados.
El tierno muchacho asentía. Asentía, siempre asentía, por más que Víctor ya hubiera perdido la cabeza.
••••
Luego de mil años, he regresado. ¡Adivinen quién llegó afónico del viaje de egresados! *Le tiran un tomate por gil* (?
Lo prometido es deuda, dije que volvería con un capítulo y aquí estoy.
¡Espero que les haya gustado! El asunto se está poniendo turbio, en cierto sentido, pero veamos el lado bueno; Yuri está más tierno.
He estado leyendo nuevos comentarios con teorías, y diré algo: Todas están en lo cierto. Ah qué. No, mentira, pero algo sí es verdad, y es que la mayoría de ellas tienen una parte que sí es cierta.
Sea cuál sea tu teoría, quién creas que sea el asesino y el asesinado, en verdad muchas gracias por compartirlas conmigo. Me hace muy feliz leerlos, y ver la forma en que varios se ponen a estudiar con detalle los capítulos. Son tramposos mis escritos, debo admitir. Así como debo decir que tampoco se dejen guiar por lo primero que crean.
Y una cosa más, ¡tendré una colaboradora! Así es, dentro de poco este fic contendrá ilustraciones originales muy, muy bellas, con un toque gótico y alguna que otra parodiando lo que sucede. ¡YEY!
Eeeeeen fin, recuerden dejar la buena estrella si les pareció turbio, genial, misterioso, o si sólo tienen ganas (? Y dejar su opinión que puede ser lo que ustedes quieran.
¡Nos leemos la próxima! ♥
PD: Creo que volveré a hacer los capítulos más cortos...
ESTÁS LEYENDO
HE • A VICTURI FANFIC
Fanfic• Una muerte, un asesino. La pregunta es: ¿quién mató a quién? • ❝Lo bueno no dura; eso escuchó Víctor alguna vez. Y ahora se encuentra tratando de rescatar una relación que comenzó a desmoronarse desde luego del accidente. - Ya no hay fo...