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Otra carta más. Otro aviso.

Dolía leer las palabras entre sus manos, sin embargo sabía que era tan fácil como decir que no le interesaba.

¿Cómo no te va a importar? ¿¡Cómo no te va a importar que no encuentren al asesino!?

Las voces daban vueltas en su mente, en su mente atormentada de tantas letras, de tantos sonidos que daban giros y giros, mareándolo, confundiéndolo.

¿Qué había pasado exactamente esa tarde?

El sonido de un tiro. Sangre en todo el suelo.

Víctor viéndolo todo, demasiado, más de lo que jamás hubiera querido.

Ese tipo de cosas no se olvidan.

Y cuando veía sus manos de pronto veía la sangre en ellas, deslizándose entre sus dedos, manchando la carta, las letras, las peticiones. Manchando todo grado de paz en su mente. ¿Por qué no podía respirar? ¿Por qué no podía mover sus piernas? Su voz, aquella voz que había oído tanto, aquella voz que extrañaría hasta el último día de vida porque le debía muchísimo. Esa voz gritaba su nombre con debilidad.

Ese cuerpo caía sin vida.

Si hubiera sido mejor....

Si alguna vez te hubiera escuchado.

Nada de esto estaría pasando pero no, no escucho nunca, hago lo que quiero, me arrastro en mis errores. Te arrastro conmigo.

El día se volvía gris de pronto. Las luces se apagaban en aquella sala, su perro le miraba, buscando con su hocico que su dueño se destapara el rostro. Que dejara de llorar.

Pero sabía, sabía que algún día esas lágrimas no podrían caer más, ¿pero a qué precio?

Yuri apareció desde el pasillo, y sus ojos se abrieron preocupados al verle de esa manera. No pudo evitar acercarse a él, a su marido sentado en el sofá con ojos tan sonrojados que contrastaban con aquél celeste. Y le dijo que ya debían ir, que debían hablar, que debían decir sólo las siguientes palabras:

No

                sabemos

                                              nada.

Pero Víctor temblaba de la culpa, temblaba porque no sabía mentir. Aunque Yuri tampoco, y eran sólo dos sujetos tratando de huir de un hecho que los perseguiría hasta el último respiro.

Yuri se sentó a su lado pensativo, inspirando hondo y suspirando con pesadez. Acariciando su hombro, él le miró comprensivo, y Víctor tragó saliva con dificultad. Su toque le hizo vibrar, le hizo sentir menos solo, un poco más entendido porque, en efecto, Yuri le entendía mucho. Yuri entendía todos sus miedos, sus acciones, y sus reacciones. Porque tanto tiempo juntos, amándose, mirándose, conociéndose, había hecho de ambos una sola persona, con un mismo pensamiento.

Cómo enojarse con alguien quien sabes que no tiene la culpa.

Sus manos se movieron solas, se tomaron sin permiso, y se abrazaron fuerte. Se necesitaban.

— Perdón —pronunció el mayor contra su hombro. Sus dedos apretándose contra su cuerpo, ese cuerpo que hacía un mes no podía tocar.

Se sentía cómo tocar algo prohibido, pero a su vez como algo que su ser añoraba desesperadamente.

— No tienes por qué pedirme perdón —susurró acariciando su cabello de forma insconsciente.

Víctor se fundió en sus brazos, dejando ir toda esa preocupación por un segundo. Dejando caer aquellos papeles directo al suelo. Poco a poco, sentándose, acostándose juntos en aquél sillón hasta quedar en su pecho, abrazando su cintura.

Recién ahora se percataba de lo tanto que había necesitado su tacto.

Sus piernas rozándose se sentían como una caricia en el corazón, le estremecían hasta el último pelo.

Y se quedaron allí. Solamente allí, en silencio mirando los papeles desparramados en el piso, la mesa vacía a excepción de una botella de alcohol. Lo oscuro que se había puesto al anochecer. Parecía como si aquél departamento estuviera abandonado, sin vida desde esa perspectiva.

Algún día todo eso cambiaría.

¿Cuál sería el precio?



— Por favor, no me dejes otra vez...

—       Por favor, no me dejes otra vez

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Cuando amas a alguien, se hace un poco difícil permanecer enojados con esa persona. ¿No lo creen? 

Quiero decirles datos que había olvidado mencionar: 

• Víctor tiene 33, Yuri 29. 

• Ambos están retirados de las competencias, sin embargo se mantenían dando clases de patinaje a niños y pre-adolescentes hasta antes de lo sucedido. 

• Viven en Rusia, en el apartamento de Víctor (bueno, actualmente es de ambos). 

• Están casados desde hace cuatro años. 

• Ambos estuvieron  ̶i̶n̶ ̶t̶h̶e̶ ̶r̶o̶o̶m̶ ̶w̶h̶e̶r̶e̶ ̶i̶t̶ ̶h̶a̶p̶p̶e̶n̶s̶   en donde todo sucedió, por lo cual ambos saben quién es el asesino. 

Okaaaaay. Les pido con todo mi kokoro que si les gusta cómo va yendo, lo compartan con sus amigos, en las redes, con sus padres (? Cómo y dónde sea, porque me ayudaría mucho, mucho. 

Y bueno, espero que estén bien, recuerden dejar la buena estrella y sus opiniones, teorías, ganas del golpearme, todo en sus comentarios jajaja ♥ 

Gracias por el apoyo en este nuevo proyecto, realmente se los agradezco mucho.

¡Nos leemos la próxima!

HE • A VICTURI FANFICDonde viven las historias. Descúbrelo ahora