Capitulo 21

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Llegamos al apartamento de Perrie, yo pasé luego de ella. La rubia había dejado la ventana del balcón abierta y la brisa fría nos recibió, causando que el olor de su cabello me dominara, cerré mis ojos memorizándolo y dejándome llevar, a pesar de que había bebido mucho el olor de Perrie era más embriagante.

La chica de los ojos azules caminó por el apartamento algo insegura de sus pasos, dejó sus pertenencias en el sillón y se dejó caer en él. Esta vez ella no estaba borracha, sí tenía tragos de más encima, pero su organismo a pesar de todo conservó la cordura.

-¿Tienes hambre?- Pregunté mientras quitaba mi saco

-No te pondrás a cocinar ahora, Jade- Ordenó ella con su voz notablemente cansada

-Por ti lo haría- Respondí sentándome a su lado, ella me sonrió adormilada

-¿A qué te recuerda esto?- Cerró sus ojos y respiró hondo

-No me hagas preguntas de las cuales ya tienes las respuestas- En su boca se formó una liviana sonrisa-Levántate, debes tomar la pastilla

-Estoy cansada- Murmuró, yo me levanté fui a la cocina y tomé un vaso de agua para Perrie

-Tómala- Le pedí ofreciéndosela, ella reprochó y luego se sentó aún sin abrir sus ojos, tomó la pastilla tal cual niña obediente-Vamos, no dormirás allí- Ella murmuró algo que no logré entender y se colgó de mi brazo y yo la llevé a su cuarto. No pude evitarme por las acciones infantiles que mostraba Perrie, ella casi borracha o muy tomada, era mi Perrie favorita.

Cuando llegamos se tiró a la cama y empezó a reír, suspiré y pedí al cielo que me ayudara a controlar a esta chica.

-Perrie, tienes que cambiarte- Yo aproveché ese momento y pasé mi vista por su cuerpo, llevaba unos pantalones negros ajustados y una blusa algo corta junto con unos tacones negros también, tragué saliva.

Me aparté de la vista a su cuerpo y busqué en su armario una pijama lo suficientemente cómoda y que la cubriera bien, hacia algo de frío- Amor siéntate, debes cambiarte- Perrie frunció el ceño y negó con su cabeza- Por favor Pez, obedéceme- Ella rió y siguió negando. Me puse sobre ella sin tocarla y tomé su blusa tratando de pasarla sobre su cabeza, en ese momento se sentó logrando que yo quedara demasiado cerca y con ambas piernas en medio de sus caderas

-Quítamela, vamos- Murmuró y su aliento alcohólico me golpeó en la cara, me tomó por la cintura y me acostó en un movimiento rápido quedando esta vez yo debajo de ella, rió victoriosa. Tomó su blusa y la pasó por arriba, yo quedé sin respiración al ver el encaje de su sostén negro, esta mujer me mataría esta noche. Se inclinó y me besó, sus labios estaban fríos, pasé mis manos por su cuello haciéndola sonreír y me apoyé de el para así intensificar el beso.

-Cámbiate, Perrie- Murmuré en medio de besos, ella gruñó y mordió mis labios haciéndome soltar un pequeño gemido.- Pez- Rogué de nuevo, ella se separó y me miró con intensidad, yo bajé mi vista y tragué en seco por tercera vez, para así ver sus pechos, ¡Eran muy grandes, por Dios! Luego de examinarme por un momento se volvió a tumbar al lado mío nuevamente riendo, que confuso puede llegar a ser esto. 

Después de dejar a Perrie cambiándose yo hice lo mismo, necesitaba dormir, el cansancio me dominaba. Lavé mi cara y luego me fui a la habitación de la rubia, hace muchas horas que no dormía, por suerte Perrie no me vió ninguno de esos días en los cuales mi mal humor fue protagonista. Entré al cuarto y la chica de los ojos azules estaba entretenida en su celular con la mirada adormilada, apagué las luces y me acosté a su lado, ¡Cuánto había extrañado sentirla cerca de mí!

Aprendiendo a vivir, Jerrie ThirlwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora