Capitulo 37

289 26 2
                                    



¡Hey, volví!

¿Cómo están, todo bien? Espero que sí

Bueno, aquí les traigo un nuevo capitulo y de paso les aviso que tal vez el próximo sea el ultimo, o tal vez el penúltimo, pero la historia ya va a terminar. Gracias por leer y por seguir la historia, mi más sincero aprecio.

Paula


Moví mis dedos encontrándome con una fría piel enredados en ellos. Abrí mis ojos encontrándome con una cabellera rubia que gracias a los débiles rayos del sol que se colaban por la cortina soltaban destellos. Me pegué a Perrie y respiré profundamente de ella, era tan perfecta, tan pura, tan ella.

-Amor- Murmuré en su oído mientras mis dedos recorrían su cintura sobre su camisa- Despierta- Besé su nuca y la mordí con suavidad haciéndola remover

Perrie suspiró y con pereza abrió sus ojos encontrándose con los míos, pestañó un par de veces y volvió a cerrarlos. Yo besé toda su cara hasta que volvió a abrirlos acompañados con una sonrisa.

-Buenos días- Susurré pegada a sus labios

Ella soltó un sonido de satisfacción antes de morder mi boca- Buenos días, Jade- Susurró

Nos levantamos y duchamos, tomamos nuestros maletines y entregamos las llaves del hotel.

-¿A dónde iremos?- Pregunté encontrándome con su mano y poniéndome las gafas de sol

-A dónde diga nuestro corazón- Comentó burlona, yo golpeé su hombro y rio- No lo sé, amor, me hablaron de una isla cercana

Yo no seguí hablando. Entramos a un restaurante de comidas rápidas y pedimos dos emparedados para llevar junto con un café para ambas. Caminamos bajando la calle con ayuda de un mapa, hasta que un lugar de la playa distinto al de ayer nos recibió, el resplandor le afectó a la rubia molestándole en sus perlas azules.

-Te dije que usaras gafas- Le pasé un estuche y sacó unos lentes oscuros.

Nos acercamos a un señor, lo que parecía un guía, frente a él habían unos pequeños botes algo lujosos y había una pequeña cabaña lo que suponía ser su oficina. Entramos al caluroso lugar y Perrie acordó un viaje a la famosa isla.

-Ya su yate está listo- Dijo el hombre mayor luego de un rato-¿Sabe usted manejar o prefiere un conductor?- Cuestionó

-Estamos bien solas- Contestó Perrie sonriente

-En la orilla de la otra isla habrá alguien que reciba el bote, por eso no se preocupe- Le pasó las llaves y sonrió-¡Tengan buen viaje!

Miré a Perrie con duda ¿Cómo se supone que sepa manejar un bote? Me monté en el lujoso yate y el hombre lo desató de la orilla dejándonos a nosotras solas. Cuando aún sin arrancar me acerqué a la muchacha y fruncí el ceño

-¿Sabes lo qué estás haciendo?- Pregunté

-Para nada- Dijo riendo y viendo el timón- Pero podemos intentarlo, me guiñó el ojo

Yo suspiré y nerviosa empecé a caminar por el bote. Bajé y había un lindo camarote, una cama y dentro había champaña, una alfombra roja estaba a la mitad y habían unas ventanas redondas que daban directo a la bahía.

Casi me caigo cuando el bote soltó un ruido y empezó a moverse, casi al instante escuché un grito de júbilo de Perrie, no pude evitar reír. Luego de unos minutos subí, cuando el barco estaba constante.

Aprendiendo a vivir, Jerrie ThirlwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora