Capitulo 19

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Habían pasado ya unas semanas desde que viajé con los chicos; estábamos en invierno, es decir, llovía todos los días y el frío era muy arrasador para mí. Tuve tanta mala suerte que pesqué un resfriado y me sentía terriblemente mal, como si me hubiesen pegado una paliza, y lo hicieron, los virus en el ambiente no tuvieron piedad.

El timbre sonó y junté fuerzas para así abrir, suspiré antes de darle paso a la persona tras la puerta- Te ves horrible- Dijo la chica sonriendo

-También me da gusto verte- Contesté cerrando la puerta. La muchacha dejó unas bolsas sobre la mesa y quitó su bufanda junto a su saco.

-Eres una descuidada- Me regañó mientras sacaba unas verduras y las ubicaba en la cocina

-No me gusta la sopa- Reproché

-No es cuestión de que te guste, la necesitas- Remango su camisa y tocó mi frente- Tienes fiebre.

Me limité a rodar los ojos y solo fue cuestión de segundos para terminar obligadamente acostada en el sillón con unos pañitos húmedos en mis pies y mi frente, mientras respiraba por la boca porque mi nariz estaba tapada. Sentía escalofríos en todo mi cuerpo; cuando me enfermaba, normalmente era peor que una persona normal, por así decirlo, mis defensas eran un asco.

La joven se acercó y se sentó a mi lado, me sonrió y acarició mi mejilla- Hasta enferma me resultas adorable, Perrie- Yo sonreí viéndola con mis ojos entrecerrados, ardían como un demonio- Siéntate, te daré la sopa- Me tendió la mano y me ayudó a sentar

-No me gusta la sopa, Jade- Dije cuando vi la cuchara aproximarse, ella lo ignoró y la puso a centímetros de mi boca

-Abre, Pez- Murmuró, yo volteé la cara y ella soltó un suspiro como muestra de desesperación- Abre, amor- Dijo con más dulzura- Esta vez fui yo la que suspiré y me rendí abriendo mi boca- Buena chica- Dijo sonriente.

Después de un par de cucharadas sentí como volvía a respirar, el vapor y la calentura de la sopa me hacía realmente bien, y en verdad la sopa que Jade preparó estaba muy rica, ella al ver que comía con más facilidad me sonreía más y eso hacía que mi corazón se acongojara.

-Me alegra que te haya gustado- Dijo dándose ella misma una respuesta, yo sonreí. Se levantó y llevó el plato a la cocina. Cada día me convencía de que estar con Jade era de las mejores cosas que me pudieron haber pasado... Era una chica honesta, solidaria, firme cuando debía y aunque por dentro no todas sus heridas estaban cicatrizadas, daba amor, y también se regía por su perseverancia.

-¿No comerás?- Pregunté con la voz ronca

-Tú eres mi prioridad, Perrie Edwards- Dijo sentándose en el piso, justo al frente mío- Traje películas e hice una gelatina, está en el refrigerador, avísame cuando la quieras

-Jade- La interrumpí, ella me dedico atención- No tienes que pasarte tu fin de semana cuidándome- Ella me miró confundida, al parecer no se esperaba aquel rechazo por mi parte

-No me molesta cuidarte, Perrie, me gusta hacerlo, todo porque tu estés mejor- Yo le sonreí y la iba a besar, pero su dedo índice se puso en mis labios, prohibiéndome el paso- Si nos enfermamos las dos será peor- Ella me brindó una graciosa sonrisa y yo hice un puchero para que ella luego besara mi mejilla con suavidad, yo quedé satisfecha

-Estamos saliendo hace como dos meses y nos hemos besado como diez veces- Ella rió ante mi reclamo

-¿De qué va eso, Perrie? ¿Demandas más afecto?- Dijo con gracia y total coquetería, yo me sonrojé y la combinación de la calentura en mis mejillas y en todo mi cuerpo no era muy buena.

Aprendiendo a vivir, Jerrie ThirlwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora