Capitulo 25

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Desperté y me estiré un poco, estaba abrazada por un pequeño cuerpo; después del encuentro Jade y yo nos dejamos vencer por el cansancio y volvimos a dormir. Sus brazos estaban enlazados en mi cintura y su cara escondida en mi espalda. Me quedé analizando lo que habían sucedido las últimas horas, yo me entregué a Jade, le dije que la amaba y ella había hecho lo mismo conmigo.

Por otra parte, me había contado una historia muy personal ¡La había visto llorar! ¡Sus lágrimas habían caído en mi pecho y yo la abracé ahogando su llanto! Aquel fue el acto más hermoso que había presenciado, porque no solamente su cuerpo había sido entregado a mí, también sus inseguridades y tristezas.

Me volteé y aprecié su rostro, se veía tan en paz, sus mejillas estaban sonrojadas y las abundantes pestañas aumentando su belleza. Mis ojos bajaron por su cuerpo desnudo, no pude evitar sonreír y que mi rostro quemara; toda ella era perfecta, la tinta que estaba marcada en ella también lo era, sus cicatrices, todo. Jade después de su confesión aumentó mi seguridad en mí, ella era esa persona que podía convertir mis defectos en fortalezas frente a sus ojos, me amaba, yo lo sabía y mi amor ya no me cabía en el pecho. Con todas las fuerzas me despegué de ella haciéndola soltar un suspiro y luego removerse buscando comodidad.

Tomé del piso la camisa de Jade, me quedaba lo suficientemente larga y luego aspiré su olor, olía tan bien, olía a ella. Salí del cuarto y fui a la cocina, me costó caminar en medio de todas las velas y los pétalos que estaban en el piso. Me quedé un momento apreciando la sala ahora que había luz: Todo estaba muy bien organizado, habían pétalos y un ramo muy grande en la mesa, típico de Jade. Las velas se habían apagado porque olvidé cerrar la puerta del balcón, al lado del gran ramo había un portarretrato, fruncí el ceño al ver las fotos.

Era una especie de collage, me quedé viendo una foto en particular, fue la primera vez que Jade y yo dormimos juntas, a su lado estaba una cuando fuimos de campamento, ambas sonrientes. Reí y dejé el detalle a un lado, ella era un amor total, yo la había ignorado toda una semana y ella había organizado todo esto para mí.

Me perdí en la cocina, busqué mezcla para panqueques y en mi teléfono reproduje un tutorial para hacerlos. Iba siguiendo paso a paso lo que la chica me indicaba y con esfuerzo terminé la mezcla y pude aplicarla en un sartén, al rato cuando estuvieron dorados los serví en un plato. Corté unas naranjas y las exprimí en un vaso para luego buscar una bandeja, era mi propia casa y no sabía dónde estaba nada. Organicé todo y tomé una roa del ramo para ponerla a un lado.

Caminé cargando la bandeja de madera con total cuidado, con mis caderas empujé la puerta y me quedé un momento admirando la manera en la cual las sabanas se ceñían al cuerpo de Jade, sus perfectas curvas y el cabello le caía en la cara. Me acerqué, puse la bandeja en la mesa de noche y me senté a su lado. Aparté los cabellos que le cubrían el rostro con delicadeza y besé sus mejillas con dedicación, su barbilla y su frente, ella me sonrió en el proceso de despertar y yo hice lo mismo.

Jade pasó sus brazos por mi cuello y me acercó a ella mientras se aprovechaba estirando su cuerpo.

-Buenos días, hermosa- Dije pegada a sus labios- O buenas tardes, tal vez- Ambas reímos- Te preparé el desayuno, fue mi mejor intento.

Sus ojos se fueron a los míos y pude ver un tierno brillo en ellos, se acercó y me besó, tuvo que medio sentarse para encontrar un lugar en mis labios y eso hizo que la sabana se apartara de su cuerpo, ella se soltó y se cubrió, yo me levanté y le busqué una camisa en mi closet.

-No aguantaría las ganas si estás así- Murmuré y ella pasó la camisa por su cuerpo.

-No debiste molestaste, Pez- Dijo cuando vio el desayuno a su lado.

-No fue molestia, por favor come, provecho- Me iba a bañar pero antes le di un beso en sus labios, no queriéndome separar de su suavidad.

Entré al baño, me recogí el cabello y puse a llenar la tina con agua caliente; aparté mi blusa y me metí en ella, la calidez me recibió de la mejor forma, era tan grata la sensación que cerré los ojos y dejé que el agua me abrazara. Abrí los ojos y me asusté cuando vi a Jade observándome fijamente con la mirada oscurecida ¿Cuánto tiempo llevaba ahí?

-Jade, yo...- Me iba a levantar pero me quedé hipnotizada en la manera en la cual pasaba mi camisa por encima de su cuerpo, quedando totalmente desnuda frente a mí. A pesar de que la noche anterior ella había estado desnuda, la claridad me permitía ver su cuerpo en totalidad, era la persona más bella que había visto.

Caminó hacia la tina y con total cuidado se introdujo en ella, enlazando sus piernas a mi cadera y sentándose en mis piernas, yo estaba muda, concentrada en sus ojos; su cuerpo sobre el mío, la calidez del agua, esto era el paraíso definitivamente. Acarició mis mejillas con sus dedos y besó mis labios, su suavidad era inexplicable, yo tomé su cintura y la acerqué más a mí.

-Pensaba que no habría espacio para mí- Susurró sonriente

-Hay espacio para ti en todo yo, amor- Le dije de vuelta mordiendo sus labios.



Perrie estaba tirada en el sofá viendo un programa el cual yo no reconocí, busqué mi laptop en mi bolso y me acosté junto a ella, entre sus piernas. Prendí la computadora mientras Perrie me acariciaba y dejaba besos en mi coronilla.

Un escalofrío paso por todo mi cuerpo al encontrarme con un correo en especial en mi bandeja de entrada, mi cuerpo se tensó y Perrie se dio cuenta de eso, porque detuvo sus caricias y me dedicó atención.

-¿Está todo bien, Jade?- Preguntó seriamente.

Ella me quitó el computador y sus ojos recorrieron rápidamente el correo, y luego sus ojos azules se fueron a los míos, totalmente confundidos.

-¿Por qué te citan a un centro médico?- Bajó sus ojos- ¿Y quién es Danielle?

-La chica que me hizo la cicatriz, Perrie- Dije con temor a su reacción, abrió mucho los ojos con total rechazo.

-¡¿Está en un centro psiquiátrico?! ¡No iras Jade, sobre mi cadáver!- Dijo casi gritando.

-Debo ir, Pez- Suspiré y ella llevó las manos a su cabello alterada- La someterán a un tratamiento peligroso y quiere verme antes ¡¿Acaso no crees que merece una oportunidad antes de que posiblemente muera?!

-¡Esa chica está loca, Jade!- Respiraba agitadamente, yo solté todo el aire que tenía contenido, me calmé y me acerqué a ella acariciándole los hombros, sentí como se liberaba de la tensión y cedían a mi tacto- Iré contigo- Susurró con los ojos cerrados tomando mi mano y enlazándola con la suya

-Me encantaría que estuvieses ahí conmigo, Perrie- Besé sus nudillos y la miré, nunca me cansaría de ver esas facciones, esos ojos, esa boca, estaba segura.

Estaba perdidamente enamorada de Perrie Edwards y solo la muerte podría evitar que así fuera.

Aprendiendo a vivir, Jerrie ThirlwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora