Capitulo 26

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Hoy hacía un día frío, podía sentir como mis bellos se levantaban cuando una brisa acariciaba mi cuerpo. Habíamos llegado al campus del centro médico y caminábamos hacia la puerta, estaba temblorosa y sentía como la mano de Perrie me daba leves apretones para calmarme.

-No tienes que hacer esto si no quieres- Murmuró deteniendo el paso.

-Quiero hacerlo, Pez- Forcé una sonrisa de la cual ella no se convenció pero tampoco protestó.

Pasamos y abrimos la delgada puerta de cristal, escuché unos gritos y mi piel se erizó totalmente.

-Jade- Murmuró Perrie

-Buenos días, señorita Thirlwall- Anunció una señora- ¿Es usted Jade, cierto?- Preguntó con una sonrisa, me limité a asentir- La estábamos esperando, agradecemos mucho su asistencia, pase por acá por favor, la esperan en el consultorio.

Nosotras obedientes caminamos por todo el lugar, había un olor concentrado de detergente el cual hizo que Perrie estornudara un par de veces, por fortuna mis nervios bajaron al ver la chistosa imagen de la ojiazul con la nariz roja. La mujer nos llevó por unos pasillos y ahí fue donde noté que este centro médico no era como en mi imaginación, tenía muchas ventanas y se le veía como un lugar pacifico, lo único que lo arruinaba era ese olor que podía hacer sentir a cualquiera con los nervios de punta.

-Ya hemos llegado- Comentó la señora- Por favor pasen.

Perrie apretó mi mano y me sonrió, yo traté de sonreír pero nuevamente me fue imposible, mi acompañante tomó mi mentón y me besó cortamente en los labios, deseosa de más le sonreí, ella conforme a mi gesto me sonrió de vuelta. Entramos a la muy grande habitación, habían varios doctores en su mayoría jóvenes, cuando me vieron se incorporaron y me brindaron una sonrisa.

-Buenos días, Señorita, es un placer para nosotros tenerla acá luego de que usted recibiera el correo- Anunció el primero

-Danielle ya viene, la están alistando- Siguió el segundo, no pude evitar soltar un suspiró cuando escuché su nombre

-Es muy importante para ella su intervención en el tratamiento, suponemos porque sabe el riesgo que este conlleva- Terminó el tercero.

No volvimos a entablar una conversación, solo nos sentamos a un lado esperando a la paciente. Cuando se abrió la puerta sentí como el frío me recorrió por toda la espina dorsal, me encontré con sus ojos cafés tan fríos y luego articuló una sonrisa poco predecible.

-Jade- Me saludó, se acercó y besó mi mejilla- Cuantos años han pasado- Se separó con lentitud y dirigió su mirada a Perrie- ¿Quién es ella?

Me había olvidado de Perrie, la miré y ella tenía la mandíbula muy tensa, y sus puños estaban muy apretados, su piel se veía más blanca de lo normal, yo acaricié sus nudillos y se calmó.

-Edwards- Dijo con frialdad, su voz me asustó aún más, no era la chica cálida que había sido, era un tempano de hielo, sin emociones, con rencor por dentro. Danielle levantó sus ojos sorprendida por su respuesta.

-Pues es un gusto... Edwards- Le ofreció la mano pero la rubia no se la aceptó- También es un placer para mi conocerte- Le sonrió, esa misma sonrisa que apareció en mis pesadillas millones de veces.

Nos sentamos, yo permanecía en silencio, con mi mirada fija en ella, estaba petrificada al verla, se le veía radiante, su cabello había crecido y su cuerpo estaba en forma, juraría que no era la misma sádica que me había marcado la piel.

-No tenemos mucho tiempo- Dijo el doctor número uno- El tratamiento de Danielle está programado dentro de dos horas, podemos hablar en el patio si así lo quieren

Aprendiendo a vivir, Jerrie ThirlwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora