Capitulo 15

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-Thirlwall- Me llamó el profesor

-¿Diga?- Pregunté escondiendo mis manos en los bolsillos.

-No me entregaste tu trabajo

-¡Cierto!- Dije fingiendo impresión, la verdad es que esperaba que todos se fueran para que el pudiese verlo solo conmigo- Aquí está- Le dije pasándole el lienzo envuelto en un tubo.

El con sus hábiles dedos sacó el cuadro que me había empeñado en hacer, su reacción fue abrir un poco sus ojos, y entreabrir sus labios. Lo puso sobre su escritorio y con sus dedos delineó a la chica que reposaba en el sillón. El me miró y me analizó.

-¿Esta es su musa, señorita?- Preguntó volviéndose a dirigir al dibujo, no pude evitar sonreír.

-Lo saqué de internet, señor- Mentí

El quitó sus lentes y me miró, sonriendo, captando mi mentira- No me mienta, sé identificar dibujos copiados de internet, y cuando simplemente la inspiración fluye.

No dije nada, solo bajé la mirada- Permítame decirle que la felicito, es un excelente trabajo- Él lo guardó y me lo entregó- No oculte su musa, no tiene nada de malo, cada artista la tiene, señorita Thirlwall- Yo asentí y le sonreí sin mostrar mis dientes.

Salí del salón y mis manos sudaban, ya el pasillo estaba vacío, es decir, era viernes, todos estaban ansiosos por aprovechar el fin de semana al máximo. Revisé mi teléfono sentada en una silla que estaba afuera de la escuela.

Una llamada inmediata me hizo dar un pequeño salto

-¿Pez?- Pregunté con una sonrisa

-Hola, pequeña, ¿Paso por ti?- Dijo con esa voz que tenía la capacidad de derretirme por dentro.

-¿Dónde estás?- Pregunté mientras daba vueltas sobre mis pies

Ella no respondió pero al instante frente a mi apareció el auto de Perrie, yo reí y colgué el teléfono- Aquí estoy, Jadey- Dijo ella sonriente. Yo caminé y la abracé, ayer en todo el día no la vi, tuvo que viajar con sus padres, y a pesar de que solo fueron 24 horas fueron 24 horas sin su sonrisa y sin sentir su cuerpo contra el mío.

Fuimos a mi casa e inmediatamente nos tiramos el sofá, yo estaba entre sus piernas, abrazándola, recostada en su pecho. Veíamos una película que pasaban en el momento, pero toda mi atención estaba en el juego de nuestros dedos entre sí. Esta mujer definitivamente me hacía muy bien, mis días pasaron de ser aburridos para que sus ojos y su sonrisa los cambiaran por completo, ella siempre tenía algo para ofrecerme y yo algo para corresponderla.

-Gracias- Susurré

-¿Por qué?- Preguntó frunciendo el ceño, yo me apoyé un poco quitando peso de su cuerpo y viéndola a los ojos, pero mi vista se desvió a sus labios.

-Por aparecer, Edwards- Subí la mirada y encontrándome con esos ojos azules perplejos.

Mis labios se acercaron a los suyos y se rozaron, sentí mi cuerpo entero erizarse y eso que solo era un movimiento delicado. Desde aquella noche yo no la había besado, desde aquellos tragos que bebimos hasta cansarnos. Me separé un poco y me apoyé a su frente, ella me miraba expectante, pero luego sonrió. Su mano se fue a mi nuca y presionándola me hizo besarla nuevamente. Me apoyé más al sillón y me acerqué a ella, sus labios eran una adicción. Se seguían moviendo suave sobre los míos, que dulce era su sabor, que dulce era ella.

Perrie Edwards era la mayor droga que había consumido, y no quería dejarla por nada del mundo.

Sus dedos masajeaban con suavidad mi nuca haciéndome cosquillas. Luego el beso se intensificó, sus labios tomaban más de mi boca, y yo no podía evitar tomar más de ella. Se separó y yo los rocé por última vez antes de pedir oxígeno casi a gritos. Acarició mi cabello y tenía aún los ojos cerrados, esta mujer no podía ser real.

Aprendiendo a vivir, Jerrie ThirlwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora