capítulo 33

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Después de varias insistencias al taxista para que se apresurara, llegué a mi departamento, en todo el camino no había rastro de Perrie, ni señales de que me persiguiera. Entré con rapidez a casa y cerré de un portazo, sin poder resistirlo más me desplomé en el suelo, escondí mi cabeza en mis piernas dejando que las lágrimas por fin fluyeran, esas gotitas que hace mucho rogaban por escapar.



Aparqué mi auto sin ningún cuidado, me sentía la peor persona del mundo, la más desgraciada, la más detestable, y tenía razón de sentirme de tal manera ya que había negado a Jade enfrente de Alex ¡¿Por Dios, qué me pasó?! En todo el camino lo único que pude hacer fue recordar sus ojos, ese mar chocolate ahora triste y conmovido, desilusionado y herido.

-Disculpe, señorita Edwards- Me interrumpió el portero cundo iba a tomar el ascensor- La señorita Thirlwall no quiere recibir visitas

Cuando volteé a ver al hombre se sorprendió, seguramente al ver mis ojos llorosos y enrojecidos.

-Disculpe, pero tengo que ver a Jade- Dije soportando la rabia que ahora me consumía

-Señorita... ¡Señorita!- Gritó, pero ya yo había entrado al ascensor y había hundido los botones, afortunadamente en ese momento llegaron visitas y se vio en la obligación de atender, dándome paso libre.

Me dejé caer en las paredes del ascensor, y solté un gran suspiro, envolví mis manos en mi cabello y lo tiré un poco

-¡¿Cómo fui tan estúpida?!- Grité dándole un golpe a la pared latosa del ascensor

Las puertas por fin se abrieron y corrí hacia la puerta de Jade, le di golpes a la madera y me partí en llanto dejándome caer. Toqué la puerta como sintiendo que Jade estuviese en ella, sentía su presencia, su suave respiración estaba ahí.

-¿Qué quieres Perrie?- Escuché a través de la puerta, haciéndome erizar totalmente al escuchar su voz tan rota y cansada.

-Jade- Dije entre sollozos- Por favor abre, tenemos que hablar- Dejé caer mi cabeza en la fría madera dejando que mis lágrimas cayeran más rápido, escuché un gemido de su lado y como jadeaba- Por favor bebé- Susurré

-Vete, Perrie- Murmuró- Por favor, solo déjame

-No lo haré

Seguimos ambas llorando a través de la madera, eso era lo único que se escuchaba en medio del frío silencio, yo rogaba silenciosamente que abriera la puerta, y como si mis suplicas fueran escuchadas la puerta se abrió. Me levanté con rapidez, y tragué en seco cuando me encontré con esos labios hinchados, sus ojos irritados y sus mejillas manchadas por sus lágrimas.

¿Qué había hecho?

Un nudo se formó en mi garganta, quería abrazarla, decirle que la amaba con toda mi alma y corazón, confesarle miles de veces que había sido lo mejor que me había pasado, que en sus brazos era el único lugar en el cual quería descansar, y sus labios el lugar de mi muerte.

-Jade, yo lo siento- Susurré y creí que ella no me había escuchado pero me equivoqué.

-¿Por qué lo hiciste?- Su voz era melancólica y se esforzaba por mantener un semblante serio

-No lo sé, lo juro- Respondí después de un silencio, bajé la cabeza, Jade no hablaba, solo esperaba una respuesta de mi parte- Estaba nerviosa ¡Esto es nuevo para mí!

-¿Tu excusa es que soy tu primera novia?- Preguntó sarcástica- ¡Tú eres mi primera novia y no por eso te niego en frente de mi ex!- Se exaltó y comenzó a caminar por la habitación

Aprendiendo a vivir, Jerrie ThirlwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora