Capitulo 28

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Habían pasado dos días ya desde el accidente, los doctores comentaban que Jade mejoraba aunque muy lentamente, decían que había perdido mucha sangre y que aún estaba muy delicada, sin embargo mis esperanzas aumentaban cada día más, los chicos se encargaban de eso, hoy posiblemente nos darían paso para verla y yo estaba ansiosa. Terminé de arreglar un poco mi cabello y fruncí el ceño al ver el cuaderno que Jade me había dado, recordé que no había leído los mensajes que este traía; lo tomé y pasé con cuidado las páginas hasta encontrarme con el primer escrito.

Es muy tarde en la noche y estoy en el balcón, mi única compañía es el frío viento y una taza de café a mi lado ¿Puedes creer que no he dejado de pensar en ti? ¿Qué tu olor permanece en mi desde aquella vez que dormimos en la cabaña? Que estúpido suena "aquella vez", cuando fue hace recién unas horas. Te extraño, extraño ver esos ojos azules que me expresan tanta seguridad, aunque no sé realmente si eso es lo que quieres transmitirme, pero así me siento cuando estoy contigo...segura ¿Por qué me siento de tal manera si recién te conozco? Confieso que yo nunca creí en el amor a primera vista, Perrie, pero contigo sucede algo distinto, me siento tan tuya que hasta he llegado a asustarme, pertenecerle a alguien que tal vez nunca llegue a ser mío. En este momento me estoy riendo, Perrie, porque no sé si alguna vez leas esto ¡Que ridícula es mi posición!

Cuando terminé de leer el papel estaba mojado por mis lágrimas, lo guardé y me lavé la cara, me miré al espejo y me di cuenta cuan miserable lucía, tenía más ojeras y mis ojos casi todo el tiempo estaban rojos, resoplé tomé las llaves del auto y salí. Hice una parada para comprar un café, aún era temprano y seguramente yo llegaría de primera, compré también un ramo de flores pequeño para Jade.

Pasé por la puerta de cristal a la cual ya me había acostumbrado, para mi sorpresa la sala de espera no estaba vacía, habían policías sentados allí, al parecer esperando a alguien ¿Qué diablos pasaba?

-Disculpa ¿Por qué tantos policías?- Pregunté a la recepcionista

Pero mi pregunta se calló cuando vi a una mujer totalmente vestida de negro pasar por el pasillo, en ella reconocí esos ojos cafés tan parecidos a los de Jade, inmediatamente la sangre me hirvió y el rencor fluyó.

-¡¿Qué está haciendo acá, señora?!- La tomé del brazo haciendo que me mirara, los policías se levantaron y se acercaron

La mujer con mirada fría encontró sus ojos con los míos- Quítame las manos de encima, niña- Dijo entre dientes, analicé sus ojos y estaban rojos, había llorado.

-¿Tengo que repetir lo que le pregunté?

-¿Por qué se supone que tenga que darte explicaciones?- Preguntó sarcástica, pero luego se calló con el ceño fruncido- Tu eres Perrie Edwards- Rió entre dientes y yo apreté los puños- Eres más bonita de lo que pensé- Ella pasó los dedos por mi cabello y yo se la aparté con brusquedad

-¿Qué está haciendo acá, señora?

-Tengo derecho a ver a mi hija, niña- Respondió con seriedad

-¡No sea tan descarada, por usted es que su hija está acá!- Grité, luego sentí que una mano tomaba mi brazo y trataba de apartarlo, era Leigh- ¡¿No se ha dado cuenta de que su hija está acá por culpa suya?!- Ella entreabrió la boca, al parecer no sabía lo que había ocurrido- ¡A su hija le dispararon por tener la misma sangre de una criminal, por si no lo sabía!- Mi respiración se había agitado y me sentía mareada pero igual me forcé a permanecer firme

-Pez, calma- Susurró Leigh

-Señora Norma, acá está su salida del hospital luego de su donación, le agradecemos, era necesaria

Aprendiendo a vivir, Jerrie ThirlwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora