Bondage

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Troy

El viaje de vuelta fue intenso.
La erección que ocultaban mis pantalones estaba matándome y la verdad, ver a Delia a mi lado removiéndose en su asiento no lo mejoraba.

Me siento impaciente y algo contrariado.
Hace tiempo que he suprimido algunas de las cosas a las que me aficioné hace algunos años.

Debido a la experiencia de mi chica con el sexo, por como perdió su virginidad y lo traumático que fue, me he sentido atado de manos, lo que es irónico, en lo que se refiere al sexo entre nosotros.

Me costó casi medio año hacer que ella se sintiese a gusto conmigo durmiendo a su lado e intimar de un modo más profundo, por lo que decidí esperar y no contarle lo mucho que disfrutaba con el bondage.

Y ahora me encuentro en una encrucijada, puesto que aunque hasta ahora he pensado en como sería con ella, en todo lo que puedo pensar en este momento es en sacar las cuerdas que hay en el fondo de la maleta que traje conmigo.

Casi puedo sentir el tacto de ellas en mis dedos.
Imaginarlas rodeando las muñecas de Delia.
Rojo contra la blancura de su piel.
Y eso tampoco ayuda, la verdad.  Aparco finalmente y la ayudo a bajar del coche.
Me apresuro a entrar en casa sin soltarla. No la soltaré hasta que estemos en nuestra habitación lejos de ojos y oídos indiscretos.

-Desnúdate, déjate la ropa interior y esperame de rodillas sobre la cama, sentada sobre tus piernas.
Salí del dormitorio y corrí escaleras abajo para coger mi maleta.

Cuando volví y vi que ella había seguido mis instrucciones, solté el aire que no era consciente de que estaba reteniendo.

Coloqué la maleta sobre la cómoda y la abrí antes de volverme con una cuerda en cada mano.
Sus ojos se abrieron sorprendidos, pero no fue miedo lo que vi en ellos.

Sus pupilas se dilataron. Su piel se sonrojó, y su respiración se volvió irregular.
Estaba excitada.

Me acerqué despacio, sin apartar mis ojos de ella. Quería ver si su reacción cambiaba. No lo hizo.

-Tumbate.
Sacó las piernas de debajo de su cuerpo e hizo lo que le pedí.
-Brazos sobre la cabeza. Piernas separadas.
Me relamí al verla. Era jodidamente preciosa.
Besé su vientre, agradeciendo al destino por haberme traído hasta ella y por la vida que creamos juntos.

-Voy a atarte de las muñecas y de los tobillos. No quiero que sientas temor. Jamás te haré daño. ¿Confias en mi?
Asintió.
-Necesito que lo digas con palabras, Del.
-Si. Confío en ti.
-Buena chica. Voy a disfrutar mucho haciéndote esto. Teniéndote aquí tendida como si fueras un delicioso banquete. Voy a comerte. Vas a correrte en mi boca, mis dedos y alrededor de mi polla y cuando termine empezaré de nuevo.

Acaricié su muñeca derecha antes de enrollar la cuerda en ella.
Hice lo mismo con la izquierda y con ambos tobillos.

Estuve pendiente de ella todo el tiempo, asegurándome de que no fuese demasiado y eso trajese recuerdos indeseados.
No fue así.
Sus ojos tampoco dejaron los mios.

Pese a mi estado de excitación, quería que aquella fuese una experiencia que jamás olvidase, de modo que fui lento.
Jugué con sus sentidos.
Besé sus labios, mordí ambos lóbulos de las orejas, mientras mi cuerpo, ya desnudo, se balanceaba sobre el de ella.
-No te cubrí los ojos porque amo como se oscurecen cuando te corres. Tampoco te amordazaré nunca porque adoro los sonidos que haces. Puedes confiar totalmente en mi. Y sé que esta es una parte de mi que deberías conocer, pero temí asustarte. Solo tienes que decirme que pare si es demasiado.
-Lo haré. Ahora cumple con lo que dijiste que me harías.
-Tenemos toda la noche. No hay prisa. Estas a punto de descubrir lo que realmente soy capaz de hacerle a tu cuerpo.

Noches de tormenta (Serie Love 16)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora