El intruso

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Fuera, albergado por la oscuridad de la noche, una sombra se alejó de la ventana con una sonrisa.
Les tenía justo donde quería. Y por lo que había podido escuchar, irían directos hacia su muerte.
Bueno, ellos lo habían querido de este modo.
El jefe se habría conformado con matar al multimillonario que acabó con la vida de su hijo, y él mismo, desde donde se encontraba hacia tan solo unos minutos, habría podido acabar con él. Lo tenía a tiro, sin duda, pero el jefe quería hacerlo con sus propias manos.
Si le preguntasen su opinión, demasiadas vidas se habían segado por culpa de la venganza de ese hombre, pero, cumplía ordenes, y él también tenía familia a la que proteger y mantener a salvo de la ira del jefe.

Anduvo entre las sombras de la noche hasta su coche, que permanecía no lejos de allí.
Esperaba que de nuevo no saltasen las alarmas.
Había sido difícil entrar, pero él era bueno en su trabajo. Por eso seguía con vida, cuando debería estar ya bajo el mar.

Una vez en la puerta de metal que separaba el rancho con la carretera principal, sacó el pequeño ordenador que llevaba en la mochila a su espalda y se preparó para desconectar la alarma el tiempo suficiente para salir y desaparecer.

-Yo de ti no haría eso.
No se giró. El cañon del arma en su nuca no se lo permitía.
Una mano se ocupó de arrebatarle el ordenador mientras la otra seguía encañolándole.
-Voy a darte la oportunidad de decirme que haces aquí y que es lo que buscas antes de ponerte una bala justo entre ceja y ceja.
-No voy a decirte nada.
-Entonces supongo que tendré que entrar en tu mente.
¿Entrar en su mente? ¿De que estaba hablando ese pirado? Eso era sencillamente imposible. Nadie era capaz...

Un fuerte dolor le obligó a cerrar los ojos mientras con sus manos se agarraba la cabeza, temiendo que fuese a estallarle de un momento al otro.
¿Que clase de mágia estaba haciéndole ese hombre?
-Solo te dolerá un poco más. Lo justo para que averigüe que secretos escondes.
Incapaz de contenerlo, dejó escapar un grito.
El dolor era insoportable. Tanto, que acabó cayendo de rodillas frente al desconocido.
-Parece que hay cosas muy interesantes en tu corrupta mente, pero no te preocupes, vas a dejar de sufrir pronto.
El golpe en la nuca lo hizo caer al suelo y sumirse en la más absoluta oscuridad.

*****

Troy

-¡Troy!- el grito de Delia nos puso a todos inmediatamente en pie.
Dejamos atrás varias habitaciones hasta que llegamos al salón y nos detuvimos de golpe al ver a Gabriel de pie en la puerta sujetando a un hombre inconsciente.
-Tenemos que hablar. Ahora.
Bien, Gabriel era sin duda un hombre peligroso, y sabiendo lo que sabía de él, me alegraba de no tenerle de enemigo.
Eso no significaba que no le tuviese cierto respeto. El hombre acojonaba de verdad.
-¿Quien es ese?-preguntó Malcom a mi espalda.
-Le pillé entrando en el rancho. Parece que pirateó la alarma. Le vi salir poco después de la parte trasera de esta casa e intentó escapar. Se lo impedí.
Se encogió de hombros como si hablase del tiempo.
-¿Eso es un ordenador?-preguntó Alexa acercándose despacio a él.
-Si. Creo que es con lo que logró desconectar la alarma. ¿Puedes echarle un ojo y ver si esconde algo?
-Si. Por supuesto.
Le entregó el ordenador y ella se puso enseguida con él.
La mujer era una máquina, sin duda.
-Por otra parte he averiguado algunas cosas de él antes de golpearle. No van a gustaros.
Estaba empezando a detestar esa frase.
-Será mejor atarle por si despierta. Hablaremos entonces.-dije finalmente.
Gabriel asintió y nos siguió hasta la cocina donde usé una de mis cuerdas para inmovilizarle.
Cuando esto terminase tendría que comprar otra.
De ningún modo esa cuerda tocaría a mi chica de nuevo. Y tenía planes para atarla en el futuro. Planes que llevaban a largas horas de placer.
-¿Que es lo que sabes?-preguntó Garreth tras servir una cerveza a cadauno.
-Si vais a Los Ángeles, os encontraréis con una trampa, igual que cuando fuimos a por él la última vez. Según ese tío, el hombre que buscáis está aquí. Nunca viajó.
-Pero ha sido visto allí.
-Cirugía estética. Lo más probable es que sea uno de sus hombres.
-Joder. ¿La gente hace realmente eso de cambiar de cara?
-Yo lo hice. Obviamente no siempre he sido así, pero no me quedó otra. La persona que era antes de esto tenía que morir y yo tenía un hijo con el que estar. Quería recuperar la vida a su lado que me arrebataron.
Eso no me lo esperaba para nada. Parece que el tal Gabriel tenía más de un esqueleto en su armario, pero no podía importarme menos. Ahora estaba con nosotros y algo me decía que tenía un plan.

Lo tengo.
Susurró en mi mente antes de guiñarme un ojo y acabarse su cerveza.

Noches de tormenta (Serie Love 16)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora