"CAPÍTULO 34"

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Salí de la habitación. Dos menos, ahora me faltaban los más importantes. No tenía idea de dónde podía estar Magnus pues después de que derribaron el muro, lo perdí.

Tabitha no era la única que podía usar el aire a su favor, era cuestión de concentrarse y escuchar todo lo que pasaba por estas paredes. Me recargué de la pared y respiré profundamente, el tic-tac de un reloj fue lo primero que logré escuchar, lo demás eran solo ruidos irregulares, nada claro, pero entonces, la madera crujió y el sonido de libros moviéndose se hizo más constante.

Comencé a caminar, guiándome por el sonido que el viento había traído hacia mí, no estaba muy lejos, lo sabía, estaba en la biblioteca, y no pudo ser mejor, se encontraba justo en ese mismo piso. Mientras más puertas pasaba, más cerca lo oía, casi podía sentirlo a mi lado, el latido de su corazón era tan perceptible. Y llegué a la puerta, la abrí muy despacio y ahí estaba, quemando miles de papeles en el suelo y un portal listo en la ventana.

—No irás a ningún lado —dije y cerré la puerta.

Magnus lanzó una ola de viento pero antes de que me tocara, una bola de fuego se impactó en su pecho. Trató de sostenerse pero le fue inútil, y cayó en una vieja silla.

—El fuego que ahora esta dentro de ti, no te quemará directamente, no sentirás dolor, cada órgano dentro de ti, quedará reducido a cenizas pero eso no me gusta.

Me acerqué a él y me senté a horcadas en sus piernas. No tenía sentido vengarme sin dolor alguno, eso no sería una venganza; el puñal con el que me había lastimado brilló en su cinturón. Perfecto.

—Es gracioso, ¿no? —dije mientras lo tomaba—, como hace unos minutos pensabas en matarme, pensabas quedarte con la bebé de mi hermana, pensabas que todo sería tan fácil.

Primero lo enterré en su brazo derecho, gritó del dolor pero no me molestó.

—Ese es el problema con los planes gigantes, así como el tuyo, nunca sabes si van a salir bien.

Saqué el puñal y lo clavé en su otro brazo. Apenas y se quejó.

—Es muy triste que después de haber reinado de manera tan justa, no tengas un lugar en el paraíso.

Dejé que el puñal bajara hasta la mano. Magnus ni siquiera se movió. El fuego lo estaba invadiendo y lo estaba dejando inmóvil. Mejor para mi.

—Te di la oportunidad de volver a negociar, pero te negaste —mi ropa se estaba llenando de sangre, estaba húmeda—. Muy mala decisión.

Saqué la punta de su mano y comencé a dejarla caer en su vientre y pecho, su camisa blanca se tornó en carmín en cuestión de segundos. No estaba bromeando cuando le dije a Sebastian que la sangre de esta familia correría.

—Cedric es igual que tú —me burle—,  débil y patético, pudiste haberle heredado algo más.

Enterré el puñal por última vez, habían sido más de diez veces. Moriría en cuestión de segundos.

—No sabes lo que es reinar —dijo con esfuerzo—, no sabes lo que se te avecina.

Me levanté de la silla y comencé a reír. Él no sabría lo que yo haría una vez que tuviera el trono.

—¡Mi reinado será el mejor de todos! —grité—, que pena que no estarás para verlo.

Poco a poco todos aquellos que representaban una amenaza, estaban quitándose de mi camino.

—¿Lo ves? —cayó al suelo—, no importa que no seas su hija, eres igual que Adrián.

Y aunque no quisiera aceptarlo, tenía razón.

"El Elemento Perdido #3: Tierra" ⚠️ Disponible Hasta El 31 De Diciembre⚠️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora