Fui demasiado obvia pero los murmullos y miradas que todos me dirigieron no fue algo fácil de asimilar.
Me levanté de mi asiento y salí corriendo de ahí, no sin antes ver a Adrián. Tenía el triunfo marcado en la maldita cara. Escuché que alguien me llamaba pero salí de ahí sin que me importara nada. Pude escuchar palabras como "traición", "engaño", "bastarda".
El camino hacia la puerta se me hizo eterno. Los guardias abrieron de inmediato, uno de ellos era Roger. Podía ir a cualquier lugar en esos momentos, podía irme a Ravenville pero no tenía idea de si era lo correcto, así que en ese momento, preferí quedarme en terreno neutral y encerrarme en la habitación. Incluso en las escaleras podía oír el escándalo que había en el salón.
Las manos me picaban, di un vistazo y no podía creerlo. Las marcas estaban volviendo. ¿Por qué? Algunas eran apenas finas líneas blancas pero había otras que se estaban tornando rojas. Maldita sea.
Llegué a la habitación y cerré la puerta. Me quité la chaqueta pues sentía un calor de los mil demonios, fui hacia la ventana, necesitaba aire fresco pero al salir, me vi invadida por muchas gotas. Demonios, el clima estaba peor que yo, cambiando todo el tiempo. Creí que el agua de la lluvia lograría calmarme un poco, el sentir las gotas en mi rostro y cayendo por mi cabello pero estaba equivocada.
Entré de nuevo y me quedé parada en el centro de la habitación. ¿Y ahora que? El haberme quejado porque Lena y Robert estuvieran en el Consejo fue la peor estupidez de mi vida. Yo no tenía derecho a reclamar absolutamente nada.
Me senté en el suelo y traté de analizar la situación. Quizá podía arreglarlo. A final de cuentas no era un problema mio, era problema de Katrina y Damon, ellos dos sí que tenían que estar alerta. Katrina podría ser destituida, bueno, quizá las mujeres del burdel donde creció la recibirían con los brazos abiertos, no tenía duda de ello. Y en cuanto a Damon, bueno, él podía largarse de aquí y seguir con su vida en Terra, sólo complicó las cosas desde el momento en que llegó a este palacio.
La puerta se abrió muy despacio. ¿Quién se atrevía a venir a verme en estos momentos? Ni siquiera Nathan tendría el valor de hacerlo. Mi mal humor, mis destrozados nervios y todo el coraje que sentía no era una buena combinación.
—¿Hija? —estaba de espaldas pero su voz me perforó como un cuchillo.
¿Qué quería?
—Vete de aquí —dije sin pensarlo.
Traté de controlar mi voz. Traté de controlar todo mi ser. Escuché sus pasos con más atención, comenzó a acercarse más a mí.
—Quiero hablar solamente —se acercó y me tomó del hombro—, las cosas se están poniendo difíciles allá abajo.
—¿Y a mí qué?
—Bueno, tu reputación, tu puesto en la familia y todo lo demás está en riesgo —era increíble que sólo eso le importara—, creo que te conviene escucharme aunque sea por unos cuantos segundos.
La reputación de esta familia estaba por los suelos desde hacía mucho. Y no era por mi culpa solamente.
—Claro —me levanté del suelo y me giré a ella muy despacio—, ahora que todo se esta yendo al diablo, ¿te preocupas por mí?
—Eres mi hija, siempre me he preocupado por ti —respondió como si la hubiera ofendido.
Comencé a reír y no pude detenerme. Esta mujer tenía el sentido del humor más raro que jamás había conocido en mi vida. Si ella era una mamá responsable, entonces yo era la mejor hija del mundo.
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"El Elemento Perdido #3: Tierra" ⚠️ Disponible Hasta El 31 De Diciembre⚠️
FantasyAlexia había aprendido mucho de si misma, pero el descubrir que podía servir como portadora de una Guardiana -maléfica por cierto- cambió un poco su perspectiva de vida. Planes y más planes fueron hechos para ella y para otros más, pero las cosas se...