Lealtad Tatuada (R#4) [Lealtades #1]

109. Aprender a perdonar

Nick

Llego hasta el lugar dónde dejé a mi madre por última vez y la veo en el mismo sitio, como si se hubiera quedado en la misma silla todo este tiempo, aunque eso sería imposible.

Cierro la puerta detrás de mí con mucha fuerza y se sobresalta. La mujer escuálida me observa con preocupación y yo me siento en la silla de en frente de ella.

—¿Está todo bien hijo? —Sonríe mirándome con cariño y expresa feliz —Has vuelto —Intenta tocar mi mano pero yo se la alejo.

—Explícame una cosa —digo en seco —¿Yerik está vivo y se lo entregaste a la C.E.E.R? Dime, porque no entiendo nada.

Su cara se vuelve más pálida de lo que ya es.

—Hijo yo... —Baja la vista.

—¡No inventes mentiras! —Golpeo la mesa y se sobresalta. Suspiro más calmado para luego exigir seriamente —. Dime la verdad.

—Desde que los envíe al orfanato, no he dejado de lamentarme pero... —Sus ojos se humedecen —¿Qué podía hacer? Estaba sola... y luego ese hombre vino y dijo cosas alentadoras, yo solo quería lo mejor para ustedes —Se refriega los ojos cuando comienza a llorar —ambos sabemos que la condición de Yerik nunca ha sido buena y... él sólo, él dijo que lo salvaría.

—¿Quién? —Mis fosas nasales se dilatan al aguantar mi odio y presiono los dientes —¿Kuznetsov?

—Sí... ese, el director kuznetsov.

Suspiro nuevamente cuando continúa llorando y apoyo mi mano sobre la de ella.

—Deja ese llanto, arregla lo que has hecho y dime cómo solucionarlo.

—Alek —Levanta la vista con sus ojos llorosos y luego agarra mi mano con ambas suyas, acercándola a su rostro, como un pequeño abrazo —lo haré, lo prometo.

Hay que aprender a saber perdonar o eso dicen. La cuestión es ¿hasta que punto uno puede hacerlo? Pues bien, hay que darle tiempo a todo, pero el problema supongo que es, que no siempre se puede.

Al ir al edificio principal de la C.E.E.R, me encontré con una catástrofe, todo fue destruido.

¿Qué ocurrió aquí?