Devuélveme el corazón

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¿Qué estaba pasando?, su mundo se caía a pedazos. Estaba cayendo...Por un barranco, un abismo, no...era algo mucho más grande. Dolía, dolía mucho su pecho.

_ ¡Yuri!_ gritó, corriendo lo más rápido que pudo. Pero no fue suficiente. Estiró su brazo en dirección al ruso, como si de verdad pensara, que podía alcanzarlo si lo hacía. Llegó a sólo ver la tristeza en los ojos del ruso. Antes de ver, como se cerraba la puerta de la camioneta, y se perdía en la distancia, con lo más valioso de su vida.

Ahora mismo, estaba en su despacho, sin saber que hacer. Por impulso habría buscado el auto para seguirlos, pero no tenía caso. En la oscuridad de la noche, y con el tiempo que tomaría llegar al vehículo, habrían bastado, para perderlos de vista. Y si corría tras ellos, daba el mismo resultado.

Salió sin decir ni una palabra a los tíos de Yuri.

No quería preocuparlos, ni que llamarán a la policía. Él personalmente se encargaría de castigar a los culpables, con sus propias manos, y para eso, no necesitaba de la policía.

Se hallaba dando vueltas en círculos por la habitación, pensando en personas, razones. Tratando de formar hipótesis, llegar a conclusiones. Pero era inútil.

Pensó en los enemigos de su padre, ¿Pero porqué secuestrarian al novio del hijo de su enimigo?, ¿por qué no directamente al hijo?. No tenía sentido. Por lo que fue descartada.

Luego pensó en sus enemigos, ¡claro!, intentarían llegar a él por medio de Yuri. Pero, si bien sabe, que tiene enemigos, no puede nombrar a uno, que tenga el valor suficiente, para arriesgar su vida, al enfrentarlo. Luego pensó en Isabella, pero ella no tenía como saber, la relación que tenía con Yuri. Después de todo, era un secreto, nadie de la universidad, lo sabía.

Trató de pensar en otra posibilidad, pero no había nada. ¿Enemigos del ruso?, imposible, Yuri era nuevo en la facultad, no hablaba, ni se relacionaba con nadie más que con él. Además el rubio, jamás le comentó tener problemas con alguien. No podían ser sus enemigos. Pero entonces, ¿Qué?, ¿Quién?, ¿Por qué?.

No podía calmarse, ni pensar en frío. El solo imaginar que le tocaran, uno solo de sus cabellos, le hacía hervir la sangre. Juraba que mataría, a esa persona que lo secuestro, dándole la muerta más lenta y dolorosa posible.

Muy pocos conocen, quién realmente es un Leroy. Como su apellido lo dice, es el rey. Y como todo rey, es cruel y despiadado, con aquellos que lo desafían. La fama de la familia, es conocida por su inmenso poder político y económico. Y la otra fama, de la que se prusume, es por ser muy peligrosa. Es casi como los Yakusa, solo que esta, es de Canadá.

Jean nunca se había visto obligado a hacer uso de sus contactos y su poder heredado por su padre hasta hoy. Qué le habían robado lo más importante de su vida. Él canadiense no podía atar cabos, unir las piezas, resolver el rompecabezas, en su mente, estaba perdido.

JJ toda su vida fue una persona, astuta, racional, que piensa antes de actuar, que no permite que sus impulsos lo dominen. Pero en este caso, era diferente. Perdía la guerra con su mente, estaba a unos pocos minutos, de perder la cordura. Hasta que decidió actuar y luego pensar. Él tiempo corría, así como la probabilidades de encontrar a Yuri, con vida, disminuían.

Salió de su despacho, hecho una furia. Gritó a sus hombres que lo siguieran, a todos ellos. Una vez en el auto. Jean les dio unas indicaciones, por el intercomunicador, de que lo llevarán a las dos comisarías más cercanas a la casa de Plisetsky. Hablaría muy seriamente con ellos.

En unos minutos, se encontraba ya frente a la jefatura de policía. Entró como dueño de casa, a pesar de las objeciones de todos. Nadie alcanzó a tocarlo siquiera, porque sus guardaespaldas lo impidieron. El moreno, le susurró algo al oído, a uno de ellos y volvió su rostro al resto._ traigalos a la sala de interrogaciones._ dijo tosco._ ¡Ahora!_ los hombres de Leroy, se movía con miedo, a seguir las ordenes de su jefe. Qué para su asombro, estaba enfadado, más que eso. Lucía como un asesino serial, o quizás un psicópata. Obedecieron sin retrucar nada. Pusieron a ambos hombres, ambos jefes acargo, frente a él.

U.T. (Pliroy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora