XVIII. Abandono.

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Maratón 2/3

Laura

— Laura, tienes que comer algo. — dice Mason desde el otro lado de la puerta.

 — No tengo hambre... — murmuro.

— No has salido de tu habitación en todo el día. ¿Piensas ir a ver a tu novio? ¿A tu hija? ¿Qué ha pasado? ¿Ross te ha hecho algo? Laura, por favor responde y abre la puerta.

Cierro los ojos con fuerza mientras un nuevo sollozo se me escapa y siento caer las lágrimas por mi rostro.

— Joder, Laura... Abréme. Estás preocupándome. Se te escucha destrozada. — me dice otra voz. Ellington.

— ¿Debo llamar a mi hermano? — pregunta Rydel.

— ¡Dejénme en paz de una jodida vez! ¡Quiero estar sola! — grito llorando.

Cinco minutos después no se siente más voces y me acurruco más entre las sábanas, deseando desaparecer o que Ross estuviera al lado mio abrazándome.

¿Cómo he llegado a esto? Courtney.


Horas antes...

— ¿Embarazada? — pregunto sorprendida.

No... Por favor no...

— Si... Ross no lo sabe y piensa que aún sigo de viaje. Sé que él ya no quiere nada conmigo y que está en algo contigo, he hablado con él solo dos veces y toda la conversación eras tú. No soy idiota, sé que lo amas. No te juzgo, eres una persona realmente comprensiva y buena... Por eso quería pedirte algo.

— ¿Si?

— Aléjate de él... — murmura con los ojos llenos de lágrimas.

¿Alejarme de Ross? ¿Que lo dejara? No...

— Yo... — comienzo a decir pero me interrumpe.

— ¡Por favor! No puedo hacerlo sin él y es su hijo, sé que tarde o temprano te terminará olvidando. No arruines otra familia, lo amo y él llegó a amarme. Si Ross no está conmigo... No podré tener este bebé y terminará como Jade. — pide desesperada. — Sé que lo quieres pero tú no estás embarazada de él y no tendrás que pasar todo esto sola, no tendrás que criarlo sola porque seamos sinceras, Jade será su prioridad siempre. Si quieres llevarte a Jade, hazlo... Pero por favor desaparece de la vida de Ross.

— ¿Y mi hija? — pregunto. — ¿Qué hay con ella? Tendré que seguir viendo a Ross de todas formas.

— Aléjate por un tiempo de ambos, cuando con Ross las cosas estén estables puedes volver y hacer tu vida con tu hija pero por favor... Desaparece...

Suelto un suspiro y delibero cual es la opción correcta.

¿Irme y dejar que Ross fuera feliz con su novia y sus hijos?

¿Quedarme, sin importar lo que Courtney pudiera llegar a hacer, y seguir con mi vida feliz?

No sería feliz sabiendo lo que ocasioné. Sabía lo que era estar en la situación de Courtney y no se lo deseaba a nadie. No podía hacerle esto.

Mis ojos se llenan de lágrimas mientras asiento.

— Déjame despedirme de ambos... — pido con la voz quebrada.

— Laura, eres una persona increíble. Gracias, linda. — dice para después abrazarme.

Cuando Courtney se va, guardo mi ropa en mis maletas y las escondo en el armario mientras lloro. Abandonaría otra vez a Jade, no del todo pero ella lo sentiría así. Dejaría a Ross, cuando le prometí no hacerlo. Me odiaba en estos momentos pero sabía que era lo mejor.



Veo a Ross dormir, sonriendo complacido mientras me sostiene cerca suyo entre sus brazos. Recorro con mis dedos suavemente su rostro y suelto un suspiro. Hora de irme. Nuevamente, las lágrimas amenazan con salir. Dolía demasiado dejar a una persona que amas completamente, uno dejaba a alguien por falta de amor no por amarlo tanto.

Luego de vestirme y dejar la carta que había escrito para él en donde le mentía descaradamente, bajo a la sala con mis maletas silenciosamente.

— ¿Te vas? — pregunta mi hija.

— Jade... — murmuro llorando.

— No te vayas, mami... — pide haciendo puchero. — No me dejes...

Me agacho a su altura y la abrazo con fuerza, acurrucándola en mi mientras acaricio su cabello y disfruto de su calidez. Mi hija preciosa.

— Te amo, Jade. Te prometo que volveré, ahora mismo debo irme por un tiempo pero te prometo que volveré...

— No te vayas... Por favor... No volverás. Mi mamá de verdad no volvió por mi... Mami, no me dejes... — susurra llorando mientras me abraza.

Eso me destroza por completo. No puedo alejarme de Jade, es mi hija. No voy a alejarme de ella.

— Hagamos un trato... Te dejaré mi tablet y te llamaré todas las noches por videollamada. Hablaremos todo el tiempo que quieras. — le propongo.

— Pero no será lo mismo... ¿Por qué te vas?

— No puedo seguir aquí ni estar con tu padre, son cosas de adultos.

— ¿Te ha hecho algo? Todo estaba bien entre ustedes...

— No, amor. No me ha hecho nada. Fue una decisión mia.

— Papá se pondrá triste como yo... Te queremos mucho. Quédate...

Niego con la cabeza mientras cierro los ojos para no ver el sufrimiento en su mirada y me incorporo.

— Te amo, princesa. — digo para después besar su mejilla y darle mi tablet, ella la agarra llorando.

— Yo a ti, mami...

Suelto un suspiro y finalmente me marcho.

No quería dejar a mi hija.

No quería dejar a mi hombre.

No quería dejar a la familia que habíamos empezado a formar.

Pero tuve que hacerlo y la verdad es que nada se sintió tan feo.


Actualidad...

Los días pasan y yo sinceramente no me muevo de mi cama para otra cosa que no sea el baño. Tal vez debería decirles a los chicos que no está cerrado con llave como ellos creen pero no quiero estar con nadie. Hace una semana estoy así, una maldita semana. Lo había perdido todo.

La puerta comienza a sonar.

— ¡Ya dije que no quiero ver a nadie! — exclamo.

No obtengo respuesta. Sin embargo, tocan con más fuerza.

Jodidos imbeciles que no me dejan en paz con mi autocompasión.

Suelto un bufido y me levanto para abrir la puerta pero me encuentro con la persona menos esperada.

— Así que no me amas...

— Ross... — murmuro sorprendida.

Santísima mierda.





Under the same Roof | RauraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora