XXIII. Hecho.

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Ante último capítulo.

Ross

Miro a Laura dormir apoyada en mi pecho mientras le acaricio la mejilla con ternura provocando una sonrisa inconsciente en ella.

— Buenos días, hermosa... — susurro en su oído sabiendo que en realidad está despierta y ella ríe suavemente.

— No me dejas dormir tranquila, Lynch. — murmura para después besarme.

La acerco más a mi aprovechando que nuestra hija aún sigue durmiendo y profundizo el beso. Joder, no me cansaría de esto. Aún seguíamos en el hospital, hoy al fin le darían el alta a Jade. Durante estos tres días, con Laura nos turnamos para irnos a bañar o traer comida y luego ambos dormíamos aquí. Ella en mi regazo y yo en la silla.

— Dejen de hacer bebés... — dice una voz infantil provocando que Laura se separe de mi.

Suelto una carcajada. — Hola, cariño. ¿Has dormido bien?

— Sip, ¿ya me puedo ir?

Laura se levanta y se acerca a ella para después besar su mejilla.

— Te irás muy pronto, princesa. El doctor dijo que puedes faltar un mes al colegio, luego te incorporarás otra vez. Es para evitar riesgos.

— No podré bailar... — murmura haciendo puchero y se que está por llorar pero Laura le sonríe de manera cálida.

— Cariño, primero tienes que recuperarte y luego podrás bailar. El escenario puede esperar por la niña más talentosa que conozco, créeme. Aprovecha estos tres meses para hacer otras cosas, si quieres adoptamos un perrito y utilizamos estos meses para adaptarlo a la casa. ¿Qué te parece?

Jade sonríe ampliamente y sonríe con entusiasmo olvidándose por completo de sus lágrimas. Laura es una madre increíble, jamás me cansaría de decirlo. Me mira a mi buscando mi aprobación y dirigiéndome una sonrisa de disculpa por no haberlo consultado conmigo, le guiño el ojo sonriendo y asiento. No podía negarle nada a mis chicas.

Ellas dos comienzan a hablar sobre qué perro querían así que aprovecho para ir al baño y luego ir a buscar lo que tanto vengo queriendo.

— ¿Con la doctora Altmen? — le pregunto a la secretaria.

— Consultorio 13. ¿Tiene cita?

— Es solo para preguntarle algo... — murmuro antes de ir al consultorio y tocar la puerta.

Unos segundos después, una sonriente mujer me abre la puerta haciéndose a un lado para que pase.

— ¿Si? — me pregunta una vez que cierra la puerta y tomamos asiento.

— Usted está llevando el control del embarazo de mi novia, Courtney Eaton. Ella dice que el bebé es mio pero dudo mucho de ello, necesito que me ayude... La mujer que amo me dejó por este bebé y tengo miedo de que en uno de estos momentos se arrepienta y quiera dejarme otra vez... ¿Puede decirme de cuántos meses está Courtney Eaton? — pregunto desesperado.

— No entiendo... ¿Su novia es Eaton, pero ama a otra y esta chica lo dejó pero tiene miedo de que lo dejé otra vez?

Suelto un suspiro. — Laura era mi amante, suena feo, lo sé. Pero juro que nuestras intenciones eran buenas, de hecho ni siquiera hubo sexo hasta el último día en el que me dejó. Me dejó porque Courtney le dijo que estaba embarazada de mi y hace tres días atrás finalmente logré que mandara a la mierda la lástima y compasión y que volviera a mi. Pero no puedo estar así, no quiero a ese hijo y me siento una mierda por ello. ¿Entiende? Necesito saber si es mio o no, necesito tener una familia con Laura y ocuparme solo de ella y nuestra hija.

— Vaya... Sin dudas es lo más interesante que he escuchado en toda mi carrera. ¿Entonces usted cree que el hijo de Eaton no es suyo? — pregunta completamente interesada en el tema, provocando una risa leve en mi.

— Me acosté con ella muy pocas veces y fue al inicio de nuestra relación, creo que tendría que tener más panza si está embarazada de mi. Creo que tendría que estar de... Cinco meses. Laura pasó un mes en casa antes de que Courtney se fuera de viaje, luego ella se fue de viaje por tres meses y ahora ya ha pasado un mes desde que me enteré. Cinco meses.

— ¿Cinco meses? — pregunta mirando sus papeles. — ¡Oh, si! Que seas feliz con Laura.

— ¿Qué?

— Courtney está de tres meses recién, ese hijo fue concebido durante su viaje... No es tuyo. ¡Podrás estar con Laura! — exclama sonriendo ampliamente.

— ¿De cuánto está?

— Tres meses.

Por eso se había quedado un mes más. Porque se enteró que estaba embarazada.

Ahora si, definitivamente... A la mierda Courtney Eaton.

— Muchas gracias. — digo para después salir de allí.

— ¡Suerte con Laura! — escucho que grita y me río ante su felicidad.

Estaría con mi mujer a partir de ahora y nada más lo impediría. Nada.

Justo cuando me dirijo hacia la salida del hospital para llamar a Courtney, ella aparece caminando mientras sonríe. Dios... Es tan detestable. ¿Qué le he visto?

— Tenemos que hablar. — le digo arruinando su sonrisa.

— ¿Qué pasó, amor? — pregunta.

 — Tú y yo terminamos. Estoy cansado de tu mierda. Definitivamente terminamos, aléjate de Laura y ni siquiera la mires. La amo, eso no lo cambiarás ni aunque tengas cuatro hijos mios. Jamás te amaré, Courtney. Asumelo. Estás enferma... ¿Decir que un hijo es mio solo para retenerme?

— ¡Es tuyo! — exclama con lágrimas en los ojos.

— ¡Estás de tres meses, Courtney! ¡Nos acostamos hace cinco! ¿Seguirás mintiendo?

— Yo... Yo...

— Le llenaste la cabeza con mierda a Laura. Me has alejado de la mujer que amo y de mi hija. Me has querido poner en contra de Laura contándome una historia que no es verdad. Sabías que estaba con Laura, sabías que la amaba y por eso quisiste hacernos creer que tú estabas embarazada de mi. Has lo que quieras con él, no me interesa. Pero desaparece.

— Ross...

— Largo. — la corto. No quería escucharla. — Ya he cometido muchos errores, no pienso seguir cometiendolos. Largo.

— ¡No se quedará así!

— Toca a Laura o a Jade y créeme que te arrepentirás. No jodas con mi familia, Courtney. — digo fulminándola con la mirada.

Ella se da la vuelta y se va enojada. Suelto un suspiro apoyándome contra la pared. Estaba hecho. Podría estar con Laura.

— ¿Dónde estabas? — pregunta una voz femenina sacándome de mis pensamientos.

— No es mi hijo. — le respondo sonriendo.

— ¿Qué?

— Courtney... Su hijo no es mio. Está de tres meses.

— ¡Ross! — exclama Laura sonriendo ampliamente para después besarme mientras me rodea la cintura con sus piernas.

La sujeto por el trasero y correspondo su beso con la misma intensidad.

— Te amo tanto... — susurra rozando su nariz con la mia lentamente mientras me sonríe.

Y en estos momentos, yo no podía evitar sentirme el hombre más afortunado.

Under the same Roof | RauraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora