XXIV. Finalmente.

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Capítulo final

Laura

— ¿Cuándo le dirás? — pregunta Mason mientras me ayuda a bajar una caja.

— ¡Shhh! Está en la otra habitación. — lo regaño.

— ¡Laura, tienes un bebé de dos meses y el padre aún no lo sabe! ¿Puedes dejar de ser tan maricona?

— ¿Y si no lo quiere como sucedió con el bebé de Courtney? — pregunto dejando las cajas para sentarme en el piso.

Mason suelta un suspiro y se sienta a mi lado. — Ross te ama, Laura. Te ama como ningún hombre ha sabido hacerlo, no porque sea imposible sino porque fueron demasiado idiotas. Ross amará a ese bebé tanto como las ama a ti y a Jade. Es hora de que se lo digas, enana. Es el padre y lo necesitas.

— Estoy aterrorizada... Tengo miedo de no hacerlo bien o que me odie... Tengo miedo a fallar. Tengo miedo de dar un paso en falso y arruinar la familia que estamos formando. Tengo miedo de ser una pésima madre para el bebé y para Jade.

Mason está a punto de responder pero otra persona lo interrumpe.

— Jamás me parecerás una pésima madre, mamá. Eres la mejor. Te ayudaré con mi hermanito y sé que te amará como yo te amo. ¡Pero no puede robarme mucho tiempo contigo porque eres mia! Lo harás genial porque tú eres genial. Además, nos tienes a nosotros. — dice mi hermosa hija en la puerta de la habitación.

— Jade... — susurro con lágrimas en los ojos y ella corre a abrazarme, de inmediato le correspondo el abrazo acurrucándola en mi regazo. — Te amo tanto, cariño... Gracias.

— Debes decirle a papá que tendrás un hijo de él. ¡Podemos decírselo esta noche en la cena! — propone.

— De acuerdo... — acepto sonriendo.

— Amor, ¿faltan más cajas? — pregunta mi novio entrando a la habitación.

— Solo dos. Ahora las bajo. — respondo.

— ¿Has estado llorando? ¿Qué ocurrió? ¿Está todo en orden?

— ¡Papá, necesitamos espacio! — exclama Jade con falsa exasperación y suelta un suspiro. — Hombres.

Río sin poder evitarlo. Mi hija es la mejor.

— De acuerdo, pequeña histérica. Llevaré estas cajas al auto y luego nos vamos.

Si, al fin me mudaba definitivamente con Ross y Jade. Ya vivía allá, pero faltaban mis cosas. Todas mis cosas. Se sentía bien hacer esto... ¿Quién lo diría? Vine a la ciudad en busca de mi hija y terminé encontrándola junto al amor de mi vida. Una completa locura.







— Ross... Puedo levantar una caja. No estoy inválida. — murmuro soltando un bufido.

Ross se acerca a mi y besa mi mejilla. — Mejor ve a ocuparte de la cena con Jade mientras yo termino.

Ruedo los ojos riendo pero de todas formas acepto. Pasaría un agradable rato con mi hija.

— ¡Si necesitas algo, dime! — grito mientras me dirijo a la cocina.

— ¿Y un beso?

— ¡Algo importante!

Jade se ríe al escucharnos y yo le regalo una sonrisa inocente.

— Jamás dejen de ser así, por favor. — me pide.

— Oh, créeme... Ross y yo seremos así en toda nuestra relación.

Under the same Roof | RauraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora