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Mi corazón late con tanta fuerza que no me sorprende si Harry llega a escucharlo.

Jamás en mi vida he estado tan nerviosa al lado de una persona, mucho menos de un hombre y, la sensación, me resulta extrañamente agradable.

—Estas muy callada—dice.

¿Y qué narices voy a decir? Porque cada vez que abro la boca lo único que sale de ella eran idioteces.

—¿Y por qué no me hablas de ti? Al fin de cuentas esto es una cita. ¿Las citas no están para conocerse?

Le veo levantar una ceja y mirarme de reojo.

—¿Has dicho que esto es una cita?—me pregunta, burlesco.

—Eso dijiste que era, ¿no?

—Te dije que pasaríamos toda la tarde juntos pero nunca emplee la palabra cita, bella—dice entre risas al mismo tiempo que me sonrrojo—. Pero...—comienza—, si te soy sincero, me encanta que digas que esto es una cita—Su mano derecha se posa sobre mi rodilla unos pocos segundos pero los suficientes para hacerme temblar.

Muerdo mi labio inferior intentando reprimir una sonrisa aunque no sirve de nada y, sin que Harry me vea, seco el sudor de mis manos con la tela de la falda.

Cuando aparca el coche quince minutos después no sé si sentirme aliviada de poner punto y final a aquel silencio o aún más nerviosa.

—Espera un momento—sale del Mercedes con una rapidez que me sorprende, rodea el capo del coche y me abre la puerta con una seductora sonrisa.

Mi estómago da un salto cuando me ofrece su mano y, con el pulso acelerado, la tomo. Su tacto es firme y provoca en mi una chispa de electricidad que recorre mi brazo entero.

Me arrastra hasta el interior de un restaurante aunque francamente no me fijo en ello, toda mi atención se centra en el perfil del hombre que agarra de la mano. El lugar era grande e íntimo. La decoración era rústica: sillas diferentes,mesas con manteles a cuadros y a flores...Vamos, aquel lugar olía a caro.

Harry me arrastra hasta la larga mesa del recepcionista.

—Buona sera. Ho una prenotazione per conto di Harry Styles.

Dios...

Si no me estuviera agarrando, hubiera caído de culo al suelo.

Nunca he oído a Harry hablar en italiano y, hasta ahora, mi mente jamás ha provocado imágenes íntimas con un hombre el cual me susurra varios te amos en un idioma desconocido para mi.

Mierda, ¿realmente que me pasa con aquel pedazo de hombre?

Vuelvo a la realidad cuando él me arrastra hacia unas escaleras elegantes.

—Ya verás. El dueño de este restaurante es un viejo amigo de la familia y siempre tiene la mejor mesa para cuando la necesito.

Al terminar aquellas largas escaleras me guía hasta una pequeña terraza que me deja sorprendida.

Suelto la mano de Harry-muy a mi pesar-para acercarme lentamente a la valla de piedra y mirar asombrada las increíbles vistas de Roma.

—¡Dios mio, Harry! ¡Estas vistas son increíbles!—exclamo, anonadada, sintiéndome como una niña pequeña emocionada por su nuevo juguete.

Siento la presencia de Harry a mi lado y su olor corporal no tarda en envolver mis fosas nasales, volviéndome adicta a su exquisito perfume natural.

—Me alegra que te guste—farfulle, alegre, envolviendo mi mano con la suya de nuevo—. Es un lugar especial para mi—esta vez, su voz suena demasiado lejana.

Mis ojos se posan en él y frunzo los labios cuando contemplo como su mirada se dirige hacia un punto de aquella preciosa vista. Sus ojos carecen de brillo y parecen tristes.

—¿Te gustaría contármelo?—pregunto suavemente, temiendo a que se niegue porque quiero saber qué es aquello que le atormenta y, si fuera posible, alejarlo de la mente de Harry el mayor tiempo posible porque necesito saber que se encuentra bien. De todas las formas posibles.

¿Acaso me preocupo por él?

Harry asiente y durante un momento creí haber hablado en voz alta.

—Aquí se comprometieron mis padres—murmura.

Sonreo tiernamente.

—Es muy romántico.

—Supongo. Y también debería ser un recuerdo feliz pero, ahora...—Miro la unión de nuestras manos y sonrió de medio lado—, ya no lo es.

—¿Por qué?—Frunce el entrecejo.

—Porque murieron hace años. Yo acababa de cumplir doce.

Tardo varios segundos en procesar sus palabras y, al hacerlo, apreto levemente su mano, queriéndole transmitir mi apoyo.

No puedo evitar imaginarme a un joven Harry llorando y, sin saber por qué, siento mis ojos picar a causa de las lágrimas. Siento la necesidad de protegerlo tanto al joven Harry como al adulto que se encuentra a mi lado.

Sienro una lágrima recorrer mi mejilla.

—Lo siento mucho Harry.

Me mira y, con su mano libre, limpia la lágrima.

—No tienes que disculparte. No es tu culpa—su voz es apagada y me mira fijamente a los ojos—. Quería decírtelo porque esto es una cita, ¿no? Y las citas están para conocer mejor a una persona. ¿Verdad?

Siento mis rostro arder como nunca antes lo ha hecho y él me sonrie mientras acaricia mi mejilla con ternura, siento un escalofrío recorrer mi espalda.

Deseo con todo mi ser besarle en ese preciso momento.

—Creo que tienes razón—le sonreo de vuelta.

No se aleja de mi, ni despega su mano de mi cara y, en silencio, lo agradezco. Me gusta su calor y la sensación que él provoca en mi, tanto física como sicológicamente, porque me hace sentir única y especial y eso jamás lo ha hecho nadie.

Confirmado, Harry Styles me gusta y quizás, solo quizás, lo hace bastante.

En Italia {H.S}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora