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Alicia e Isa era justamente lo que necesitaba; unas amigas a las que acudir cuando tuviera problemas y que no me aconsejen detrás de una pantalla de ordenador.

Vale, si, lo admito. Estaba molesta con Paula, y mucho a decir verdad. No por irse a vivir a un continente diferente y dejarme a mí sola en España, me molestaba con quién se había ido. Marco, en mi más franca y humilde opinión, era el peor hombre con quién mi mejor amiga debía haberse casado. Y tengo mis razones para odiarle. La relación de Paula y Marco era muy tóxica, lo supe desde el comienzo a pesar de no entender nada sobre el amor. Ellos solían discutir muchísimo, en una semana peleaban, cortaban, estaban días sin hablarse y después lo arreglaban para a la siguiente semana suceder lo mismo. Otra razón era la forma en la que Marcó trataba a Paula, la había visto llorar por su culpa más veces de la que yo he llorado en mi vida (y eso que suelo llorar con bastante facilidad). Él solía decirla que iba a morir sola, que nadie la iba a querer, que empezó a salir con ella por pena y en una ocasión Paula me confesó que él la había pegado. Yo en ese momento me encontraba de vacaciones en Granada con mi familia, porque si no hubiera estado allí, Paula no hubiera tenido un marido con el que casarse. Y, lo que más me sacaba de las casillas, eran sus comportamientos. Cuando Paula estaba conmigo era una persona completamente diferente a como era cuando estaba Marco presente, porque ella pasaba de reírse conmigo a reírse de mi. Y encima, las pocas veces que ella y yo habíamos peleado era por culpa de él, porque yo no lograba comprender cómo ella, a pesar de todo eso, siguiera estando con él y prefiriendole antes que a mí.
Por eso al principio me había opuesto a su boda pero si ella era feliz con ese...¿ser?, yo no era nadie para opinar.

Simplemente me dedicaba todas las noches a rezar para que se divorciasen.

En fin, el tiempo había pasado y Marco parecía haber madurado, aunque aún seguía teniendo quejas por parte de Paula pero al parecer eso no era impedimento para formar una familia con él. En cambio, para mi, si que lo sería.

Volví a mí apartamento cerca de las diez y media de la noche, cuando la película que habíamos decidido ver término.

Cambié mi ropa de la calle por un cómodo y cálido pijama y me senté en mi cama a leer "El conde de Montecristo". Mi madre me había sugerido leerlo cuando tenía diecisiete años porque, según ella, era increíble, y después de nueve años había decidido hacerlo. Bueno, lo hubiera hecho si no hubiese sonado mi móvil anunciando la llegada de un mensaje.

Dejé el libro sobre mi cama y agarré el móvil.

Era un mensaje de Harry.

Solamente queda un mes para el cumpleaños de mi abuela. ¿Nerviosa, bella?

Suspiré y me acomode en el gran colchón.

No lo estaba, hasta ahora...

Pase la lengua por mis labios para humedecerlos. ¿Por qué Harry era tan odioso?

Rei ante mis pensamientos.

Te amará y tú la amarás.

Lo dudó, nadie me ha amado.

Escribiendo...
Escribiendo...
Escribiendo...

Dentro de un mes comprobaremos si es cierto.

Mi corazón se paró de golpe para comenzar a latir con fuerza. Debía de estar jugando con mis sentimientos, lo estaba haciendo. Lo sé.

¿Acababa de decir que él veía la posibilidad de enamorarse de mi? Porque yo no lo veo. Quiero decir, Harry es la definición de hombre perfecto para cualquier mujer con dos dedos de frente y yo era una veinteañera (casi treintañera) que nunca había experimentado el amor en carne propia, lo que significaba que era más inexperta que un crío de tres años. Por no decir de mi forma de ser, que incluso yo misma en más de una ocasión he querido pegarme.
¿Cómo alguien como él querría estar con alguien como yo?

Lo siento.

Ha sido precipitado, no debería haberlo dicho.

Pero lo siento así.

Mierda, olvida el último mensaje. Debería aprender a cuando callarme.

Trague con fuerza y olvide el significado de la palabra vergüenza

En un mes me parece perfecto.

A pesar de no verle, sabía que se encontraba sonriendo y eso me hizo sonreír a mí también.

¿Si?

¿Estás segura?

¿Lo estás tú?

Sí.

Entonces yo también lo estoy.

Perfecto.

Perfecto.

Perfecto.

Reí y acto seguido me mordí el labio inferior.

¿Nos vemos mañana?

¿A la misma hora que hoy?

Hecho.

Llevaré el desayuno, espérame.

Lo haré. Buenas noches.

Buenas noches, bella, descansa.

En Italia {H.S}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora