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—¡Oh!— exclamó Paula cuando le conté todo lo sucedido hacia un par de horas—. ¡Esa es mi chica pervertida!

Harry se había ido después de desayunar para ir a cuidar a su abuela, y le note muchísimo más cariñoso conmigo de lo que solía ser. Me alegraba que actuará así, era la primera vez que había hecho algo parecido con alguien y tenía miedo que después de eso se fuera distanciando. No quería abrirme por completo a alguien y que después me dejará, pero Harry estaba demostrando ser el hombre que llevaba toda mi vida esperando. Aún así, quería esperar.

Sinceramente estaba asustada. Harry se había impregnado muy dentro de mí en muy poco tiempo y tenía miedo de perderlo. Cuando le conocí me dijo que estaba de vacaciones cuidando a su abuela, ¿qué pasaría cuando se recuperase y él se volviera a ir? Me había preguntado desde que Harry se fue esta mañana que es lo que sentía por él. Estaba claro que me gustaba, muchísimo, pero nunca había sido buena intentando descifrar mis sentimientos. Nunca he tenido un sentimiento tan fuerte hacia alguien que con solo verlo se formará una sonrisa en mis labios, o al menos eso es lo que creo.

—_______ ¿______? Tierra llamando a _______. ¡Eeo!

Levanté la mirada ante los llamados de mi amiga.

—Dime.

—Anda, si estás viva. Y yo que había encargado ya tu ataúd— Reí sarcásticamente ante su comentario—. ¿Te pasa algo?

Algunas veces odiaba lo mucho que nos conocíamos. Ella no podía ocultarme nada y yo no la podía ocultar nada. Era como si tuviéramos un vínculo de gemelos, si ella sentía algo, yo también lo sentía y viceversa.

—No, no. No es nada. Solamente estaba pensando.

—¿Segura? Sabes que puedes confiar en mí, ¿no?

Negué con la cabeza, riendo.

—Sí, lo sé idiota.

—Pues...—comenzó—, yo sí creo que tengo que decirte algo. Y es serio.

—Miedo me da.

—Es sobre Marco. No sé si he hecho bien

—¿Sobre qué?

—Sobre si hice bien en casarme con él.

Vale, eso no me lo esperaba.

Había escuchado un millón de veces el futuro que Paula tenía planeado para ellos y ahora que había comenzado a lograrlo, ¿dudaba?. ¿Qué si estaba feliz de que estuviera pensando en eso? Sí, sin duda, Marco es el tipo de chico que merece pasar el resto de su vida completamente solo y amargado pero no entendía a que se debía ese cambió de opinión.

—¿Qué ha pasado?

Ella miró a su alrededor, asegurándose de que no estuviera Marco cerca, lo cual era improbable porque, como Paula me había dicho antes ella misma, se había ido a pasar la tarde con sus amigos.

—Nada, no ha pasado nada—suspiro—. Es solo que, no sé, ¡no me malinterpretes! Quería casarme con Marco como nunca he deseado algo en mi vida, pero con el paso de los años comencé a creer que es lo que la gente esperaba, que terminara casada con él.

—¿Estás diciendo lo que creo que estás diciendo?

Ella se encogió de hombros.

—No lo sé, no sé si sigo amando a Marco.

—Paula—suspire—, creo que lo que te pasa es que tienes miedo. Y supongo que será normal tener ese pensamiento en recién casadas asique, espérate, si ves que con el paso de los días sigues sintiendo lo mismo que ahora, lo mejor será divorciarse porque si estás con él sin sentir nada os engañareis a los dos. Y si ves que lo que sientes ahora es pasajero, es porque Marco es el hombre de tu vida.

Ella pareció pensarlo durante unos segundos y luego asintió con velocidad.

—Sí, es lo mejor— sonrió sin mostrar los dientes—. Mírate, si cuando quieres eres inteligente.

La fulmine con la mirada, bromeando.

—¡Eso! ¡Agradecemelo!

Ella río a carcajadas y luego me miró con ojos pícaros

—Pero volviendo al tema— se inclinó más hacia el portátil—. ¿Tardó mucho? Ya sabes, ¿tardó mucho en soltar la leche?

No pude evitar abrir los ojos y la boca con sorpresa ante sus palabras.

—Si te oyera tu madre—reímos.

—Lo más probable es que me mataría y luego se comería mi carne, pero no evadas el tema.

Suspiré y dirigí mi mirada hacia una esquina de mi habitación, notando un calor vergonzoso en las mejillas.

—No los conté pero tardó más de lo que pensaba.

—Eso es bueno, no es uno que dura cinco minutos. Es un punto bastante grande a su favor—se llevo un vaso de agua, que descansaba sobre la mesa donde estaba apoyado el portátil, a los labios y dio un largo trago.

—Según por lo que pude palpar, no es lo único que tiene grande.

Paula se tapó la boca con la mano para intentar escupir el agua que poco después trago con dificultad para a continuación reírse a carcajadas.

—¡Esa no me la esperaba!— chillo, aún riendo.

En Italia {H.S}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora