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Contactar con Bianca resultó más largo de lo que esperaba.

Al no compartir los números de teléfonos las veces en las que nos hemos visto, he tenido que mandarle varios mensajes a Gemma pidiéndole, por favor, si podía darme el número telefónico de su abuela. Y resulta que Gemma no ha tardado precisamente cinco minutos en contestarme... Ni diez minutos, ni media hora.

Después de esperar casi dos horas para que mi futura cuñada respondiera mi mensaje, por fin tuve el pase directo hacia Bianca en mi mano.

Cogí mi móvil y rápidamente la marqué.

—Ciao?—la dulce voz de Bianca me respondió al tercer tono. Instantáneamente sonreí.

—Hola Bianca. Soy ______.

—¡_____! Amore mio, ¿cómo estás?—saluda, realmente feliz.

—Estoy muy bien, gracias por preguntar, ¿y tú cómo estás?

—¡Genial! Me alegra que me hayas llamado, ya estaba empezando a creer que te habías olvidado de mi—noto el humor en su voz.

—Eso nunca—Rasco mi barbilla, un poco nerviosa—. Espero no haber llamado muy tarde, pero necesitaba hablar contigo urgentemente.

—¿Por qué? ¿Qué ocurre?—me pregunta, preocupada, y algo en mi muere de ternura.

Es tan dulce...

—El mes que viene vuelvo a España para pasar las Navidades con mi familia y había pensado que quizás tú y Harry podríais venir conmigo—dije—. Si, bueno, si los médicos te permiten viajar.

Pasan unos escasos segundos en un profundo silencio y tengo que comprobar en varias ocasiones si la llamada se ha cortado.

—¡Me parece una idea estupenda!—exclama, sobresaltandome—. ¿Cuándo nos iríamos?

—Mi madre me hizo prometer ir para el cumpleaños de mi hermano que es el dieciséis asique iríamos el quince por la tarde y, tranquila, dormiremos los tres en mi apartamento de Madrid.

—¿Harry lo sabe?—me pregunta y sé que tiene una gran sonrisa pegada a los labios.

—No, aún no, esperaba tener tu respuesta para poder decirs...

—No se lo digas—me interrumpe—. Será una sorpresa. ¡Le encantará! Solía viajar mucho con Ricardo a España, ¿sabes? Me encantaría volver a recorrer sus calles con Harry y contigo a mí lado.

Sonreí con dulcura.

—Eso es muy bonito, pero, ¿entonces crees que podrás?

—Bueno...—Aun sin verla, sabía que se encontraba frotando su nuca—, llamaré ahora mismo a mí médico. Cuando sepa la respuesta te llamo.

—Esta bien—sonrei, aún sabiendas que ella no podría verme—. Espero.

Colgué la llamada y esperé sentada en una de las sillas de mi cocina, golpeando la mesa con las uñas

Estaba nerviosa. Deseaba volver a España y ver después de tanto tiempo a mí familia y a mis amigos y quería hacerlo con Harry a mi lado. Quería que mi hermano se llevará tan bien con él que de vez en cuando se llamarán o quedarán para pasar un rato juntos o que mi madre me mirara con cara de aprobación cuando se lo presente la primera vez o que mi padre aceptará de buena manera a Harry como "posible candidato a ser el padre de mis nietos" sin ningún tipo de pegas... No lo sé, puede que estaba pidiendo mucho o puede que no. Era la primera vez que hacía algo por el estilo y estaba nerviosa y asustada.

Pero lo que si sabía es que todo dependía de la respuesta de Bianca.

Si su respuesta era positiva en menos de tres semanas nos encontraríamos Harry, Bianca y yo en Madrid, España donde allí podrían conocer a mi familia, amigos y servirles como guía turística dónde podría recomendarle restaurantes donde podrán comer cosas tan deliciosas que jamás olvidarán, llevarles a las zonas más bonitas de la capital  y muchísimas cosas que me muero por hacer. Pero si su respuesta era negativa nada de eso podría pasar ya que yo me iría sola a la Península Ibérica y Harry se quedaría aquí, cuidando a su adorable abuela después de ponerla la miel en la boca.

Quería pasar la Navidad con ambos, no con ninguno.

El teléfono sonó al cabo de unos largos minutos y rápidamente lo cogí, desesperada.

—¿Y bien?—fue lo primero que dije al llevarme el móvil a la oreja.

—¡Nos vamos a España!—exclamo, con su bonito acento.

Sonreí de oreja a oreja, completamente complacida ante sus palabras.

—¡Genial!

—No le diremos nada a Harry, ¿de acuerdo? Él nunca ha ido a España y siempre ha sido uno de sus sueños no cumplidos. Así que cuando le digas que te vas, no le digas que nosotros también.

—Esta bien—rei—. No diré nada.

—Grazie, ______—me dijo—. Lo digo muy en serio: Grazie mille. Creo que eres lo mejor que le ha podido pasar a mi nieto y a mí en mucho tiempo.

—No he hecho nada, Bianca.

—Eso es lo que tú crees. Pero yo vi el antes y el después de Harry cuando te conoció y para mí eso es el mejor regalo que me han podido dar.

Sonreí, sintiendo como mis ojos se llenaban de agua.

—Me vas a hacer llorar—confese, con una sonrisa.

—No, il mio cielo, no—respondio rápidamente—. O lloraré yo también—rio, sutilmente.

Fruncí el labio.

—Bianca, eres estupenda—me sincere—. Harry y Gemma tienen mucha suerte de tenerte como abuela.

—Oh, la mia vita!—susurro—. Tú sí que eres estupenda.

Sonreí.

Ahora nada podría ir mal.

En Italia {H.S}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora