Ceñudamente sorprendido y mirando el celular Terence se quedó, dejando pasar unos instantes; empero al siguiente y al no haber obtenido señal de ella, decidido él devolvió la llamada. No obstante la línea marcaba ocupada; y es que...
– Te pregunté con quién hablabas, Candy.
La madre de Tom caminó hacia ella para quitarle la bocina y desconectar el aparato.
– Con... un amigo.
– ¿Tan pronto ya los tienes en la ciudad cuando apenas acabas de llegar?
– ¿Hay algún problema con eso?
– No, claro que no, niña insolente; sin embargo te recuerdo que ésta es la casa de mi hijo; y por mucho que Patty haya sido tu prima no te da derecho a tomar las cosas sin permiso.
– Siendo así... lo siento mucho, Señora María. No volverá a ocurrir.
– Por supuesto que no porque yo me encargaré de vigilarte. Ahora ven conmigo –, la mujer pasó frente a la joven, – te mostraré tu habitación. Además debes estar a lado de los niños.
– Pero ellos están en clase; y por lo mismo, a cargo de su profesor.
– No importa –, oculta pero obviamente enojada, la abuela se detuvo y giró sobre sus talones para ordenarle: – No debes perderlos de vista.
– Como diga, señora – dijo Candy mirando el teléfono que por el otro lado seguía marcando ocupado; y por ende se berrearía:
– ¡Vamos, ya terminen de hablar!
– Pero si ni estoy hablando – respondió Bobi sacando la cabeza del cofre del auto.
– Tú no, cabezota.
– ¿Ah, no? ¿Entonces?
– Estaba hablando con Candy.
– ¿Candy? Eso me suena muy dulce.
– Se trata de la chica de anoche, sangrón.
– Oh, sí. Ya la recuerdo. ¿Así se llama?
– Sí.
– ¿Y dónde está?
– En el interior de esa casa – el chofer la apuntó.
– ¡¿La del lechero?! – el mecánico siguió demostrando desprecio.
– Sí, resultó ser su pariente político.
– ¡Me cachis! Y por lo visto quieres verla – se interesaron.
– Si no se puede, me conformaría con que me respondiera.
– Pero no te enojaría verla, ¿verdad? – se indagó divertida y malintencionadamente.
– Pues no.
– En ese caso, mi amigo, yo te haré el favor.
– ¿Cómo? – se miró al que se acercaba a la banqueta donde yacía parado el chofer.
– Voy a dejar el presupuesto y...
– No.
– ¿No que quieres verla?
– Sí, pero... tengo una idea mejor.
– Compártela.
– ¿Ya terminaste?
– Ya casi. Sólo sumo los totales y...
– Vamos al taller – continuó Terence, – pasas los números en limpio, me los entregas y yo los traigo.
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Destino: tu corazón
FanfictionESTA HISTORIA, COMO LAS ENCONTRAS EN MI PERFIL, SON DE MI TOTAL AUTORÍA. NO DE DOMINIO PÚBLICO. (Escrita y primera vez publicada Septiembre, 2014) Nadie sabe lo que depara el destino; y el suyo la conducirá a un corazón.